Tahrir sigue vigilante
Al pisar la plaza de Tahrir se percibe inmediatamente que Egipto vive un momento hist¨®rico tras 30 a?os bajo Hosni Mubarak. La expectaci¨®n es m¨¢xima en medio de un continuo bombardeo de noticias y rumores que, en definitiva, se resumen en que el viejo rais ha llegado a su fin. Si hace apenas unos d¨ªas mostraba su firme determinaci¨®n de "morir en suelo egipcio", hoy debe sentir la amarga sensaci¨®n de que, denostado abiertamente por su propia poblaci¨®n, sus principales apoyos le han abandonado.
El principal de ellos es la c¨²pula militar que, en lo que cabr¨ªa calificar como un "golpe blando", parece haberse convencido de que su permanencia en el poder tiene hoy m¨¢s costes que beneficios. As¨ª cabe deducir, a pesar de su condici¨®n de comandante supremo, de su ausencia de la reuni¨®n mantenida durante la tarde ayer por los altos mandos militares. Simult¨¢neamente, en un forzado intento por aparentar normalidad, la criticada televisi¨®n p¨²blica mostraba a Mubarak despachando con su vicepresidente, Omar Suleim¨¢n (aunque algunas fuentes aseguran que eran im¨¢genes grabadas).
Al margen del valor simb¨®lico que tenga el momento de su renuncia, Mubarak ya es pasado. Lo que interesa ahora es vislumbrar c¨®mo puede desarrollarse la etapa que se abre tras su marcha, contando con que su desaparici¨®n es lo ¨²nico que une a la diversidad de actores movilizados desde hace ya tres semanas. Sin descartar ning¨²n escenario, el m¨¢s probable hoy es que las fuerzas armadas se conviertan en el garante principal de la transici¨®n, algo en lo que coinciden no solo las principales figuras del Comit¨¦ Nacional por el Cambio, Mohamed el Baradei incluido, sino tambi¨¦n los Hermanos Musulmanes. Los promotores de este plan -que cuentan con el apoyo occidental, con Estados Unidos a la cabeza- disponen de dos alternativas para cubrir el puesto vacante en la presidencia: Suelim¨¢n, en clave continuista, y El Baradei, con mayor margen de maniobra al no estar contaminado por el r¨¦gimen anterior. Aun as¨ª conviene no dar por supuesto que la ciudadan¨ªa se va a conformar con meros cambios cosm¨¦ticos. Est¨¢ apostando sin ambages por una verdadera democracia y no se siente representada por ninguno de los actuales referentes pol¨ªticos. Hoy, en todo caso, Tahrir sigue vigilante.
Jes¨²s A. N¨²?ez Villaverde es codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acci¨®n Humanitaria (IECAH).
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