?Espejismo vasco?
El inconsciente habla en ocasiones. As¨ª sucede con la elecci¨®n de s¨ªmbolo por el nuevo partido de la izquierda abertzale. El sol que emerge de la profundidad, visible en el logotipo de Sortu (nacer, crear) fue ya uno de los emblemas del ideario de Sabino Arana, en su poema Itxarkundia (El despertar): "Azkatasun eguzkiya basotik urten da, bere argiya edonun arin zabaltzen da...!, el sol de la libertad sale sobre el bosque... En el grabado que ilustraba a principios del siglo XX la cabecera del diario sabiniano Aberri, esa resurrecci¨®n vasca ten¨ªa lugar por encima de un paisaje de calaveras, que ahora encajar¨ªa muy bien en la plataforma hist¨®rica sobre la cual se edifica Sortu. Solo que ni sus fundadores reales ni las m¨¢scaras que presentaron los estatutos aceptan mirar al pasado. Desde el punto de vista de las v¨ªctimas, resulta l¨®gico que sientan hasta v¨®mito al ver c¨®mo quienes jalearon a los asesinos se exhiben ahora como portadores de un mensaje de paz, o al escuchar las palabras de Eguiguren definiendo el de ETA como un "terrorismo VIP". Ahora bien, si tenemos en cuenta la evoluci¨®n en curso hacia el fin del terror, no puede ser descalificada sin m¨¢s la conversi¨®n formal de Batasuna, seg¨²n sus estatutos, en un partido que rechaza "las diferentes formas de manifestaci¨®n de la violencia y el terrorismo" en los t¨¦rminos de la Ley de Partidos Pol¨ªticos, incluye expl¨ªcitamente a ETA en el rechazo, fija como prioridad "la definitiva y total desaparici¨®n de cualquier clase de violencia, en particular la de la organizaci¨®n ETA" y prev¨¦ la expulsi¨®n de quien colabore con ella.
Sortu tiene que nacer de veras y probar con hechos su ingreso en la cultura democr¨¢tica
Aun como concesi¨®n forzosa, estamos ante un triunfo del Estado de derecho, del mismo modo que la derrota militar oblig¨® a los dirigentes de las Brigadas Rojas en Italia hace 20 a?os a proclamar la inutilidad de la estrategia criminal que antes practicaron. ETA se ha convertido en una r¨¦mora para el proyecto independentista, si bien en el mejor de los casos, que la promesa de autonom¨ªa de Sortu resulte sincera, todav¨ªa ETA tiene bazas para jugar en contra de la paz dentro de un colectivo que vivi¨® d¨¦cadas a su sombra y servicio. Para empezar, los presos etarras no ocultan su malestar ante el hecho de que Sortu, ni en la presentaci¨®n del lunes en el Euskalduna, ni en los Estatutos, hable para nada de su suerte.
Es una vieja cuesti¨®n: hasta qu¨¦ punto el pasado de una organizaci¨®n pol¨ªtica determina el presente, cuando las circunstancias han experimentado un cambio radical. Podemos observarlo en el caso de los Hermanos Musulmanes (ikhwan) egipcios. Tariq Ramadan acaba de explicarnos que su papel en el futuro ser¨¢ estrictamente democr¨¢tico y que Egipto puede ser una nueva Turqu¨ªa, objetivo deseable para todo dem¨®crata. Lo apoya sobre un relato hist¨®rico en torno a los ikhwan y esto ya no funciona. Su fundador Al-Banna rechazar¨ªa el uso de la violencia en Egipto, pero por si acaso fund¨® un aparato terrorista cuya actuaci¨®n precedi¨® a la represi¨®n de Nasser. La yihad como acci¨®n militar frente a los enemigos del islam fue en Al-Banna y en el actual l¨ªder, Muhammad Badi, a consultar en Internet, antisionista radical, una clave del ideario, visible en su logo: el Cor¨¢n y la espada. El objetivo era y es una sociedad regida por la shar¨ªa que, eso s¨ª, puede ser alcanzada mediante elecciones libres. Conviene leer y no practicar la fe del carbonero. Claro que al mismo tiempo los ikhwan tienen tras de s¨ª una larga trayectoria de pragmatismo y ahora proclaman su apoyo al pluralismo pol¨ªtico y la voluntad de oponerse a toda forma de autocracia. En una transici¨®n democr¨¢tica, son un componente imprescindible. Los riesgos, en especial frente a Israel, no por eso desaparecen.
No pretendemos ofender a los Hermanos Musulmanes equipar¨¢ndoles a Batasuna. Son las respectivas situaciones las que coinciden. En ambos casos tocar¨¢ a la pr¨¢ctica de cada organizaci¨®n validar las expectativas o las desconfianzas. El esfuerzo de la izquierda abertzale por lograr una definici¨®n democr¨¢tica avala su futura consideraci¨®n como partido legal: la ley no exige condenas del pasado ni admite cuarentenas. El secretario general de los populares vascos, I?aki Oyarz¨¢bal, ha colocado las cosas en su justo punto: se abre "un horizonte de esperanza". Toca a Sortu probar con hechos su ingreso en la cultura democr¨¢tica, rompiendo inequ¨ªvocamente el cord¨®n umbilical con ETA y su totalitarismo social, a?adir¨ªamos. Los primeros pasos son confusos y Brian Currin no lo arreglar¨¢. Sortu tiene que nacer de veras.
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