El islamismo tunecino
Los tunecinos lo saben: lo m¨¢s duro est¨¢ por hacer, ahora que la dictadura ha sido expulsada. La situaci¨®n del pa¨ªs es incierta, siguen estallando disturbios un poco en todas partes, fomentados sobre todo por los partidarios del antiguo r¨¦gimen, a quienes interesa el caos, pero tambi¨¦n por las poblaciones desheredadas, que esperan con impaciencia un cambio de su situaci¨®n social. Detr¨¢s de este escenario, hay tambi¨¦n opciones de fondo relativas a la organizaci¨®n del pluralismo pol¨ªtico. En el centro de los debates, el tema del islamismo: ?hay que legalizar el partido En Nahda de Rachid Ghanuchi, del que muchos sospechan que, si llega al poder, querr¨¢ imponer una dictadura integrista? Recordemos que el r¨¦gimen ca¨ªdo encontraba en la represi¨®n de este partido una buena excusa a ojos de los occidentales para legitimar su dictadura. Pero en T¨²nez nadie se lo cre¨ªa.
No se puede excluir de la pol¨ªtica al partido de Rachid Ghanuchi, que representa a m¨¢s del 15% del electorado
Lo cierto es que ha llegado la prueba de verdad: hay que zanjar democr¨¢ticamente el tema de la gesti¨®n pol¨ªtica del islamismo. Salvo algunas asociaciones de mujeres dem¨®cratas, que no conf¨ªan en los islamistas, parece que todas las fuerzas pol¨ªticas est¨¢n de acuerdo en legalizar el partido religioso y permitir que tome parte en el proceso democr¨¢tico. El principal argumento expuesto es que no se puede excluir de la pol¨ªtica nacional a una organizaci¨®n que representa entre el 15% y el 25% del electorado.
Por otra parte, el jefe de este partido, Rachid Ghanuchi, en una entrevista en el peri¨®dico Le Temps (6 de febrero de 2011), puso el acento sobre varios puntos, con la intenci¨®n de tranquilizar en cuanto a sus intenciones. Los islamistas, seg¨²n ¨¦l, no volver¨¢n a poner en duda el c¨®digo de estatuto personal sobre las mujeres, el m¨¢s avanzado del mundo musulm¨¢n, ya que este "se basa en la sharia (ley isl¨¢mica)"; no tocar¨¢n las relaciones entre la religi¨®n y el Estado, pues "T¨²nez es un Estado isl¨¢mico seg¨²n su Constituci¨®n"; a la vez que reh¨²ye la poligamia y hace del velo un tema de elecci¨®n personal, rechaza las medidas m¨¢s aberrantes del derecho musulm¨¢n para castigar los delitos (lapidaci¨®n de la ad¨²ltera o amputaci¨®n de las manos del ladr¨®n), que son "en nuestros d¨ªas m¨¦todos impracticables". Pero tambi¨¦n proclama abiertamente que est¨¢ "en contra de la laicidad, que no quiere decir democracia". Y a?ade: "La laicidad pretende que estemos ligados a las cosas del mundo de aqu¨ª abajo y llama a un desarrollo econ¨®mico y a una equidad que no tienen en cuenta a la religi¨®n". A los laicos les parecer¨¢ curiosa una tal definici¨®n de la laicidad, pero esta es la visi¨®n del l¨ªder islamista...
Aunque estas propuestas de Rachid Ghanuchi implican siempre indirectamente una interpretaci¨®n muy particular de lo que acepta o finge aceptar, confiesa sin embargo de manera clara el objetivo a largo plazo de su partido: "Nuestro objetivo consiste en traer una reforma respecto a la religi¨®n, pero como quien no quiere la cosa".
De momento, la estrategia islamista parece por tanto basada en varios ejes: 1) Como no estuvieron en el origen ni en el coraz¨®n de la revoluci¨®n democr¨¢tica y fueron rechazados cada vez que intentaron aparecer de forma aut¨®noma, hacen pues prueba de humildad para entrar en el movimiento en curso; 2) Han firmado incluso recientemente, lo que demuestra su amplitud de miras, textos con el Partido Comunista Obrero de T¨²nez, partido supuestamente ateo, donde proclaman su vinculaci¨®n con la ciudadan¨ªa (madanya) y el Estado "civil"; 3) Quieren evitar que se les vea como adversarios de la tradici¨®n secular tunecina, profundamente enraizada en las ¨¦lites pero tambi¨¦n en amplios segmentos de la poblaci¨®n. 4) Saben que las mujeres, y no solo las que militan en organizaciones democr¨¢ticas, no renunciar¨¢n a sus conquistas en materia de estatus personal; evitan pues plantear de buen principio la "cuesti¨®n" femenina; 5) Conscientes de que las otras fuerzas pol¨ªticas no conf¨ªan en ellos, est¨¢n sin embargo convencidos de que el r¨¦gimen democr¨¢tico no podr¨¢ responder r¨¢pidamente a las expectativas sociales de la poblaci¨®n. El tiempo juega por tanto en su favor.
Por todas estas razones, los islamistas han decidido no presentar a ning¨²n candidato en las elecciones presidenciales: antes prefieren medir su fuerza en las pr¨®ximas elecciones municipales. Sin embargo, cada uno es consciente de lo que est¨¢ en juego. El lugar que ocupar¨¢ el islamismo en el tablero pol¨ªtico tendr¨¢ consecuencias vitales para el futuro de la democracia en T¨²nez.
Traducci¨®n de M. Sampons.
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