?C¨®mo muere una dictadura?
?Por qu¨¦ Egipto y no Marruecos? ?Por qu¨¦ en China sigue mandando el Partido Comunista, pero se hundi¨® la Uni¨®n Sovi¨¦tica? ?Por qu¨¦ Fidel Castro ha sobrevivido en el poder y Augusto Pinochet no? En fin, ?qu¨¦ determina que algunas dictaduras sean depuestas y otras se perpet¨²en? Las razones son tan variadas como la naturaleza misma de estos reg¨ªmenes. Hay dictaduras que son totalitarias y brutalmente represivas. Otras son dictablandas que intentan hacerse pasar por democracias: organizan elecciones que nunca pierden, toleran una oposici¨®n an¨¦mica y permiten peri¨®dicos "libres" que pocos leen. Muchas necesitan del sost¨¦n de potencias extranjeras. Arabia Saud¨ª depende de Estados Unidos, Bielorrusia de Rusia y Corea del Norte de China. Y claro est¨¢, la historia, la cultura y la religi¨®n fortalecen ciertas monarqu¨ªas desp¨®ticas. Aunque cuando un pueblo se harta y sale a la calle dispuesto a morir por la libertad -y el Ej¨¦rcito no lo masacra- no hay cultura, historia, religi¨®n o potencia extranjera que salve a un d¨¦spota. Pero ?qu¨¦ hace que esto ocurra?
Los militares son siempre el actor determinante. Todas las tiran¨ªas dependen de ellos
- El cambio. Los cambios econ¨®micos, sociales o internacionales pueden disparar procesos matadictaduras. Los aut¨®cratas no conviven bien con las reformas. Incluso los Gobiernos revolucionarios que inicialmente promueven grandes transformaciones terminan manejando mal los cambios. En la Uni¨®n Sovi¨¦tica, la liberalizaci¨®n econ¨®mica, que comenz¨® siendo gradual, escal¨® hasta desbordar al r¨¦gimen. El sah de Ir¨¢n pag¨® las consecuencias de una modernizaci¨®n que result¨® demasiado acelerada para su pueblo. En contraste, en la China de hoy un s¨²bito freno a su veloz crecimiento econ¨®mico es la principal amenaza al r¨¦gimen.
- La vejez. Los Gobiernos tambi¨¦n envejecen. Ver y o¨ªr a Hosni Mubarak pronunciando discursos totalmente desconectados de lo que estaba pasando en las calles de su pa¨ªs es el m¨¢s reciente ejemplo de una dictadura aislada de su pueblo y del mundo, lenta en reaccionar y que, a pesar de sus costosos servicios de inteligencia, estaba pat¨¦ticamente mal informada. Hay dictaduras que fallecen por "viejas" no solo debido a la avanzada edad o a la muerte de sus l¨ªderes, sino por la esclerosis de sus vetustas estructuras de gobierno.
- La pelea por el bot¨ªn. A veces la ca¨ªda de un r¨¦gimen se produce por peleas entre las ¨¦lites en el poder y no entre el pueblo y su Gobierno. Las dictaduras habitan en un ecosistema de privilegios, alianzas y codependencias con los m¨¢s variados actores: los militares, l¨ªderes regionales, grupos econ¨®micos y pol¨ªticos, medios de comunicaci¨®n, l¨ªderes religiosos, aliados extranjeros, etc¨¦tera. A veces este delicado equilibrio de poderes se rompe, desencadenando enfrentamientos que pueden llevar al fin del r¨¦gimen. Algo de esto pas¨® recientemente en T¨²nez.
- Errores mortales. Las autocracias pocas veces pagan altos precios por sus equivocaciones. Esto, en combinaci¨®n con la propensi¨®n de los dictadores a rodearse de ayudantes que temen criticarlos o expresar desacuerdos, crea un ambiente donde los errores son frecuentes. Y alguno puede llegar a acabar con el r¨¦gimen. Sadam Husein es un buen ejemplo de esto. O el general Leopoldo Galtieri, el jefe de la Junta Militar argentina quien, en 1982, decidi¨® que era una buena idea invadir las islas Malvinas. Su derrota contribuy¨® a poner fin a la dictadura en Argentina.
- El contagio. La democratizaci¨®n de Portugal y Espa?a vinieron muy juntas. Tambi¨¦n la de los pa¨ªses del Cono Sur de Am¨¦rica. Y la de Europa central. Ahora, despu¨¦s de T¨²nez, ha venido Egipto. No hay duda de que la muerte de una tiran¨ªa irradia esperanzas en otros pa¨ªses gobernados por dictadores, y sirve de ejemplo y est¨ªmulo para quienes se oponen al r¨¦gimen. La libertad es contagiosa.
- La informaci¨®n. Un pueblo mejor informado de los abusos y la corrupci¨®n de sus autoridades, enterado de c¨®mo se vive y se gobierna en otros pa¨ªses y que, adem¨¢s, se puede conectar y coordinar f¨¢cilmente con otras personas que, en su misma ciudad o en el otro lado del mundo, piensan igual, es un pueblo peligroso para una dictadura. Est¨¢ claro que las tecnolog¨ªas que informan y conectan a la poblaci¨®n son un nuevo dolor de cabeza para los aut¨®cratas.
Esta lista no es exhaustiva y adem¨¢s siempre hay m¨¢s de uno de estos factores en juego. Tambi¨¦n es cierto que estos elementos a veces no bastan y hay dictaduras que, a pesar de todo lo anterior, sobreviven. Pero, siempre, el actor determinante -y poco predecible- son los militares. Todas las tiran¨ªas dependen de ellos. A veces los militares est¨¢n exclusivamente al servicio del tirano. En otros casos, cambian de parecer y deciden defender a su patria, y no al r¨¦gimen. Al final, lo ¨²nico que cuenta es si los militares est¨¢n dispuestos a disparar contra sus compatriotas. Cuando se niegan a hacerlo, nace la libertad.
mnaim@elpais.es
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