El Ej¨¦rcito garantiza la paz con Israel
Los militares insisten en que respaldar¨¢n la transici¨®n a la democracia, pero el aparato del r¨¦gimen sigue intacto - El mariscal Tantaui garantiza la paz con Israel
Una enorme polvareda cubr¨ªa el centro de El Cairo. Miles de escobas barr¨ªan los escombros y la sangre de la revuelta y los rescoldos de una gran noche de fiesta. La nube terrosa imped¨ªa mirar m¨¢s all¨¢. El futuro qued¨® aplazado al menos hasta hoy, domingo. Incluso el Ej¨¦rcito, con todo el poder en sus manos tras la ca¨ªda de Hosni Mubarak, pareci¨® tomarse una pausa. Se limit¨® a mantener en su puesto al ¨²ltimo Gobierno de Mubarak, a la espera de nombrar algo m¨¢s presentable, y a tranquilizar a Estados Unidos e Israel diciendo que respetar¨ªa la paz de Camp David.
Acababa de ocurrir algo tan grande que todos, desde el r¨¦gimen a¨²n en pie hasta los esperanzados manifestantes, necesitaban un respiro. De momento, el cambio se limita a la salida de Mubarak, recluido en su mansi¨®n de Sharm el Sheij. El aut¨¦ntico significado de la revoluci¨®n egipcia est¨¢ por descubrir.
Tantaui, el hombre al mando, era visto como un sumiso a Mubarak
Del ex jefe de los servicios secretos, Omar Suleim¨¢n, no se tiene noticia
Cinco ministros no pueden salir del pa¨ªs por sospechas de corrupci¨®n
La confusi¨®n institucional alcanz¨® niveles de caricatura
Los egipcios se sienten orgullosos de su historia nacional, la m¨¢s antigua del mundo, y de la continuidad de un poder estatal que se remonta a los antiguos faraones. El pa¨ªs ha sido dominado durante los ¨²ltimos milenios por invasores, imperios extranjeros, reyezuelos y dictadores, pero siempre ha habido alguien al mando. Desde el viernes, al mando estaba el Ej¨¦rcito, representado por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas y por su jefe, el mariscal Mohamed Tantaui, de 75 a?os. Tantaui encarnaba a la vez el cambio y la estabilidad. Por el momento, eso satisfac¨ªa a la poblaci¨®n.
Tanto el cambio como la estabilidad eran discutibles. Constitu¨ªan una simple convenci¨®n, dependiente por completo de la direcci¨®n que adoptaran los acontecimientos.
Respecto al cambio pol¨ªtico, se limitaba a Mubarak. El resto del r¨¦gimen permanec¨ªa intacto, incluyendo el estado de excepci¨®n, la polic¨ªa pol¨ªtica y dem¨¢s pilares del Estado represivo. Como peque?o signo de retorno a una m¨ªnima normalidad, el toque de queda se redujo unas horas y qued¨® vigente entre medianoche y las seis de la ma?ana. Lo justo para que hoy se pudiera volver a trabajar.
Lo que hab¨ªa cambiado de forma trascendental, en un impulso vertiginoso destinado a inspirar a muchas otras sociedades oprimidas, era el esp¨ªritu de la poblaci¨®n, deseosa de encarar un futuro completamente nuevo. Egipto hab¨ªa mudado de alma, aunque el cuerpo siguiera siendo el mismo. Incluso la prensa y las televisiones estatales, sin consignas oficiales que seguir, se entregaron ayer a una golosa libertad de expresi¨®n, ensalzando la "revoluci¨®n popular" y ofreciendo un relato fidedigno de los ¨²ltimos acontecimientos.
Como era de esperar, no se expres¨® el menor cambio en la orientaci¨®n geoestrat¨¦gica del pa¨ªs. El Ej¨¦rcito, en un comunicado, insisti¨® en su voluntad de respaldar una transici¨®n hacia un sistema democr¨¢tico, igual que la v¨ªspera, y garantiz¨® la paz con Israel. "La Rep¨²blica ?rabe de Egipto se compromete con todas las obligaciones regionales e internacionales y los tratados", ley¨® Tantaui.
Esto ¨²ltimo hizo feliz al primer ministro israel¨ª, Benjam¨ªn Netanyahu, que calific¨® el tratado de paz firmado en 1979 como "muy beneficioso" para ambos pa¨ªses y para el conjunto de la regi¨®n. Tras el comunicado, le¨ªdo por el mariscal Tantaui, el Ej¨¦rcito retorn¨® a su acostumbrado hermetismo.
En cuanto a la estabilidad, podr¨ªa definirse como altamente inestable. La confusi¨®n institucional alcanz¨® niveles de caricatura. El Ej¨¦rcito mantuvo el Gobierno nombrado por Mubarak 10 d¨ªas atr¨¢s, mientras buscaba, presumiblemente, un grupo de t¨¦cnicos civiles capaces de conformar un gabinete de consenso y transici¨®n.
Fuentes militares citadas por Reuters informaron de que cinco de los miembros del Gobierno a¨²n vigente, incluyendo al primer ministro, Ahmed Shafik, ten¨ªan prohibido salir del pa¨ªs porque se les sospechaba implicados en casos de corrupci¨®n. El ministro de Informaci¨®n, Anas El-Fekry, permanec¨ªa en arresto domiciliario. Eso da una idea de la operatividad gubernamental. Para redondear el l¨ªo institucional, el mariscal Tantaui, al mando del pa¨ªs, era a la vez viceprimer ministro, es decir, estaba en la escala del poder civil un pelda?o por debajo de Shafik. Y de Omar Suleiman, el poderoso vicepresidente que libr¨® mano a mano con Mubarak la ¨²ltima batalla del dictador para sofocar la revuelta, no se ten¨ªan noticias.
Siguiendo con la estabilidad, el propio Ej¨¦rcito, la instituci¨®n supuestamente firme, respetada y amada por los ciudadanos, emit¨ªa un cierto aroma a crisis interna. Las filtraciones de Wikileaks revelaron hace semanas que, en opini¨®n de la diplomacia y el espionaje estadounidenses (buenos conocedores del asunto, tras 30 a?os de estrecha cooperaci¨®n con los militares egipcios), el mariscal Tantaui era detestado por los principales oficiales a sus ¨®rdenes, debido a sus ideas profundamente reaccionarias y a su absoluta sumisi¨®n ante Hosni Mubarak. Le llamaban "el perrito de Mubarak". Cada vez que desde sectores empresariales y pol¨ªticos y desde el mismo Ej¨¦rcito se expresaba la conveniencia de una m¨ªnima apertura del r¨¦gimen, el mariscal afirmaba que Egipto estaba amenazado por el terrorismo y el integrismo isl¨¢mico y necesitaba un gobierno absolutista y centralizado en una sola mano.
Las mismas filtraciones atribu¨ªan al mariscal Tantaui una gran astucia, demostrada una vez m¨¢s durante los 18 d¨ªas de la formidable revuelta: se mantuvo al lado de Mubarak sin enajenarse el respeto de los manifestantes, se neg¨® a comprometer tanto su futuro como el prestigio del Ej¨¦rcito disparando contra la multitud, y acab¨® como jefe supremo del pa¨ªs.
El gran rival potencial de Tantaui, seg¨²n las filtraciones y numerosos analistas, era el teniente general Sami Hafez Enan, jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito y n¨²mero dos de la instituci¨®n. M¨¢s joven y m¨¢s innovador, aunque ajeno a cualquier esp¨ªritu liberal, Enan se percib¨ªa como el aut¨¦ntico l¨ªder de los oficiales egipcios de mediana edad, habituados a convivir con soldados de otros pa¨ªses en las academias militares estadounidenses y con ambiciones de reformar un Ej¨¦rcito anticuado, anclado en jerarqu¨ªas decimon¨®nicas y en viejas estrategias de infanter¨ªa, tanques y espacios abiertos.
Frente a la paradoja de que unos militares reaccionarios tuvieran que tutelar una evoluci¨®n a la democracia y a las dudas, inagotables, sobre el futuro inmediato, aparec¨ªa la firme voluntad de los egipcios de ponerse en marcha hacia alguna parte. Wael Ghonim, el carism¨¢tico ejecutivo de Google que ejerci¨® un papel crucial en la organizaci¨®n de la revuelta, lanz¨® un mensaje a sus conciudadanos: "El domingo, a trabajar". Tras el jueves de la ira, el viernes de la euforia y el s¨¢bado de la calma, el primer d¨ªa de la nueva semana se percib¨ªa como el primer d¨ªa del porvenir, el primer d¨ªa de la construcci¨®n de un nuevo pa¨ªs.
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