Confusi¨®n alemana
La renuncia del presidente del Bundesbank a la sucesi¨®n de Trichet rompe los planes de Merkel
La presidencia del Banco Central Europeo (BCE) es una de las posiciones m¨¢s influyentes en la Uni¨®n Europea. Esta instituci¨®n es, tras la Reserva Federal estadounidense, el banco central m¨¢s poderoso: define la pol¨ªtica monetaria para todas las econom¨ªas que comparten el euro como moneda. El crecimiento econ¨®mico y el empleo de la eurozona dependen muy directamente de la cantidad de dinero en circulaci¨®n, de la parte que llega como financiaci¨®n crediticia a las empresas y familias, y de su precio, el tipo de inter¨¦s. Y estas son decisiones que adoptan los miembros del Consejo de Gobierno de esa instituci¨®n, en el que su presidente dispone de un poder diferenciado. La autoridad efectiva de quien lo ejerce debe mucho a la capacitaci¨®n t¨¦cnica y acad¨¦mica de su responsable, y al liderazgo que es capaz de asentar en el seno del Consejo. Jean-Claude Trichet, tras agotar los dos periodos que permiten los estatutos, ha sabido granjearse ese respeto b¨¢sico, a pesar de las decisiones err¨®neas que se han adoptado bajo su presidencia.
El consejero Alex Weber, presidente del Bundesbank desde 2004, era hasta la semana pasada el candidato mejor situado y, aparentemente, decidido a suceder a Trichet. El Gobierno alem¨¢n contaba con este representante del sector m¨¢s r¨ªgido del BCE para garantizar que la pol¨ªtica monetaria no se desviar¨ªa de la ortodoxia. Fue precisamente Weber uno de los que lider¨®, en la fase m¨¢s intensa de la crisis financiera global, en julio de 2008, la sorprendente y aislada elevaci¨®n de tipos de inter¨¦s del BCE que preludi¨® la recesi¨®n de la eurozona. Su renuncia deja a las autoridades alemanas en una delicada situaci¨®n.
La previsibilidad y el rigor alem¨¢n vuelven a cuestionarse. Weber, que ha comunicado su decisi¨®n hace apenas tres d¨ªas a la canciller Merkel, abandona esa carrera "por razones personales"; razones que, en realidad, podr¨ªan consistir en una oferta de alguno de los grandes bancos privados de su pa¨ªs, una vez pasen los dos a?os de alejamiento del sistema financiero. Su antecesor en la presidencia del Bundesbank, Ernest Welteke, se vio obligado a la renuncia por aceptar un regalo del Dresdner Bank. Confusi¨®n, cuando menos, la creada en la hasta ahora m¨¢s respetada instituci¨®n alemana, que no fortalece precisamente el predicamento de este pa¨ªs en la eurozona.
La elecci¨®n del presidente del BCE ya no requiere de credenciales nacionales para que su ejercicio sea el adecuado. La principal objeci¨®n al otro candidato, el italiano Mario Draghi, no ser¨¢ tanto su pertenencia a un banco central perif¨¦rico como su estrecha vinculaci¨®n en el pasado al omnipresente banco de inversi¨®n Goldman Sachs, cuyo papel en la crisis financiera sigue siendo cuando menos controvertido. Los estatutos y la experiencia acumulada del BCE son avales suficientes para que, con la cualificaci¨®n t¨¦cnica y flexibilidad suficientes, cualquier consejero pueda ocupar la presidencia sin necesidad de proceder de las econom¨ªas centrales de la eurozona.
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