El presidente de Yemen se apoya en las tribus para desactivar la rebeli¨®n
Los estudiantes universitarios redoblan su desaf¨ªo al r¨¦gimen de Saleh
"Estamos aqu¨ª para evitar que la oposici¨®n ocupe esta zona", declara Naif Abu Hanif. El lugar es la plaza de Tahrir de San¨¢, la capital de Yemen, y Abu Hanif es uno de los miembros de las tribus leales al presidente Ali Abdal¨¢ Saleh que tratan de impedir que la plaza corra la misma suerte que su hom¨®nima de El Cairo. A la vez que anunciaba concesiones a sus rivales, Saleh ha recurrido a su base tradicional para asegurarse el apoyo ante las protestas, que ayer continuaron en la Universidad de San¨¢ y en la ciudad de Taiz y que causaron decenas de heridos.
Arhab, Belad el Rus, Al Jaima al Dajel¨ªa, Manaje... unos esmerados carteles a la entrada de las enormes jaimas indican la localidad de origen de cada grupo. Dentro, decenas de hombres vestidos con la t¨²nica tradicional, americana y la yanbia, la daga t¨ªpica yemen¨ª, mascan qat, una hierba ligeramente narc¨®tica en torno a la que gira la vida social de buena parte del pa¨ªs. Algunos chavales sujetan sin mucho entusiasmo carteles con la imagen del presidente.
Los j¨®venes se manifestaron ayer en la capital y en otras ciudades
"Decidimos venir por amor a la patria y al Gobierno", declara Abdul Abdel Abu Nestan, el jeque responsable del contingente de Arhab, una localidad de la provincia de San¨¢. Abu Nestan afirma que le acompa?an 2.000 hombres. En la jaima vecina, los notables de Manaje no quieren ser menos y aseguran haber movilizado a 10.000. Todos dispuestos a seguir en la capital "hasta que los opositores hablen con el Gobierno y desistan de sus intenciones".
Los miembros de las tribus empezaron a llegar a Tahrir la v¨ªspera de la manifestaci¨®n de protesta del d¨ªa 3. Desde el principio dejaron claro que impedir¨ªan acercarse a la plaza a los opositores. Y, de hecho, estos evitaron el enfrentamiento trasladando la convocatoria a la Universidad de San¨¢.
"El mensaje es meridiano: no os vais a enfrentar contra el Gobierno sino contra las tribus", interpreta Abdul, un militante socialista que ve con recelo la manipulaci¨®n oficial. Los miembros de las tribus llevan armas y no est¨¢ claro que a los participantes en la acampada de Tahrir les hayan desarmado al entrar en San¨¢, donde est¨¢n prohibidas. Ese factor preocupa a los yemen¨ªes de a pie que, aunque simpatizan con las exigencias de la oposici¨®n, temen el riesgo de un estallido violento.
Desde su ascenso al poder en 1978, Saleh se ha apoyado en la estructura tribal del norte del pa¨ªs para gobernar. Es cierto que tambi¨¦n las tribus est¨¢n divididas, pero su capacidad de cooptarlas supera la de sus oponentes. El s¨¢bado recibi¨® en el palacio presidencial a jeques de la tribu Hashid, la m¨¢s numerosa de Yemen y que encabeza el que tal vez sea su principal rival pol¨ªtico, Hamid al Ahmar. Al Ahmar, un pr¨®spero empresario que al parecer ha chocado en sus negocios con Ahmad, uno de los hijos del presidente, se alinea con la oposici¨®n.
Los partidos del Foro Com¨²n anunciaron el domingo que aceptan la oferta de di¨¢logo de Saleh. Sin embargo, los universitarios no se sienten comprometidos por ese acuerdo y ayer entre 400 y 500 volvieron a manifestarse. Grupos progubernamentales les hicieron frente con palos y piedras, en un gesto que se est¨¢ haciendo habitual. "Lucharemos contra el Gobierno y contra el presidente hasta que logremos lo mismo que han conseguido en Egipto", explic¨® a este diario Towhid al Akbari, uno de los organizadores.
?Puede la Tahrir de San¨¢ replicar lo ocurrido en la Tahrir de El Cairo? "Tal vez", admite Abdul Rahman al Aqwaa, alcalde de San¨¢ y cu?ado del presidente Saleh, antes de precisar que ni el sistema de Gobierno ni las costumbres son las mismas. "Aqu¨ª tenemos un sistema multipartidista, una prensa libre y elecciones democr¨¢ticas. El Gobierno ha abierto los brazos a la oposici¨®n y si quiere cambios, debe conseguirlos en las elecciones", defiende.
Al Aqwaa ha acudido a Tahrir para visitar una exhibici¨®n de artesan¨ªa "organizada antes de las manifestaciones", pero en el camino saluda a algunos de los jeques tribales. "Como gobernador me preocupa la seguridad y les he ordenado que se vayan, aunque no lo consigo porque se van unos y vienen otros, y no puedo garantizarles que la oposici¨®n no vaya a ocupar el sitio", se justifica.
Sin embargo, todo apunta a que los acampados cuentan con su visto bueno. Las tiendas que les cobijan se diferencian mucho de los improvisados pl¨¢sticos con los que se proteg¨ªan de la intemperie los manifestantes egipcios. El reparto de comida y bebida se hace de forma puntual en furgonetas oficiales. Muchos de los voluntarios han llegado en minibuses con matr¨ªcula del Ej¨¦rcito. Y la polic¨ªa protege con esmero el per¨ªmetro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.