La agenda de la libertad
Hay pavor en la Internacional Autoritaria. No son buenos tiempos para los aut¨®cratas. Tampoco para sus amigos y aliados occidentales. La oleada revolucionaria promete un tiempo nuevo, que exigir¨¢ una forma de gobernar y de comportarse distinta, probablemente fuera del alcance de la mayor¨ªa de los dictadores y reyezuelos que roban y oprimen a sus ciudadanos.
Los j¨®venes de la plaza de Tahrir, los que de verdad han doblado el espinazo a una dictadura crucial en la geopol¨ªtica de Oriente Medio, han trazado una l¨ªnea que organiza el mundo pol¨ªtico del futuro: ya no valen las derechas y las izquierdas del siglo XX. Las ansias de libertad y prosperidad de esta nueva generaci¨®n global y tecnol¨®gica dejan a un lado, y bajo un mismo estigma, a Fidel Castro y al coronel Gadafi, a los reyezuelos de la Pen¨ªnsula Ar¨¢biga y al ¨²ltimo dictador europeo, el bielorruso Aleksandr Lukashenko; y, naturalmente, a los m¨¢s eficaces y autoritarios de todos, quiz¨¢s no lo m¨¢s corruptos personalmente, como son los mandarines chinos.
Hay pavor en la 'Internacional Autoritaria'; no son buenos tiempos para los aut¨®cratas
Ahora hay que decidirse, para que todos sepamos qui¨¦n queda de un lado y del otro de la l¨ªnea y c¨®mo debe tratarse desde la parte de ac¨¢ a los de la parte de all¨¢. Lo primero, pues, es saber si queremos estar al lado de los tunecinos y los egipcios, si les apoyamos en la construcci¨®n de la democracia y la prosperidad o preferimos seguir enredando. Washington ya ha dicho que s¨ª, rotundamente, mientras que Bruselas no se sabe muy bien si ha dicho algo y qu¨¦ ha dicho. Si atendemos a la gesticulaci¨®n italiana con la inmigraci¨®n, estamos diciendo que no y que nos gustaba m¨¢s el mundo anterior, con las poblaciones bajo el control de los dictadores. Si nos fijamos en Francia, basta con ver la cara que le est¨¢ quedando a su ministra de Exteriores, Mich¨¨le Alliot-Marie, para ver que nos gustaban m¨¢s los tiranos, con quienes tan buenas relaciones mantienen ciertas ¨¦lites europeas, francesas sobre todo.
Esa nueva divisi¨®n del mundo entre autoritarios y liberales es tan sencilla de enunciar como dif¨ªcil de definir y organizar. Despu¨¦s de un mes de vacilaciones, peleas dom¨¦sticas y lluvia de cr¨ªticas, la Casa Blanca y el Departamento de Estado han empezado a ponerse a la tarea. Hay talentos del pesimismo que no cesan en su imprecaci¨®n contra Barack Obama. Lo ¨²ltimo que pod¨ªa admitir el pensamiento m¨¢s conservador es que Mubarak cayera o que vencieran los h¨¦roes de Tahrir y que no fuera por el impulso directo de una orden salida de Washington. El ensanchamiento de la libertad en el mundo se concibe como una reducci¨®n del poder y la fuerza de Estados Unidos. Curiosa forma de contemplar a un pa¨ªs que tiene sus or¨ªgenes en una revoluci¨®n asentada sobre la idea de la libertad del ciudadano. De modo que EE UU ha hecho lo ¨²nico que no les gusta a estos ap¨®stoles de la estabilidad: acompa?ar al movimiento y empezar a cambiar de posici¨®n en su actitud ante las dictaduras en el mundo.
Una nueva agenda de la libertad est¨¢ ahora en el taller de las ideas para responder al desaf¨ªo y poner al d¨ªa a la pol¨ªtica exterior de Washington. A diferencia de la anterior, la de George Bush, que tambi¨¦n quer¨ªa extender la democracia por el planeta, la de Obama no ser¨¢ militar, sino pac¨ªfica. No hay que cambiar reg¨ªmenes a punta de pistola, sino exigirles que respondan pac¨ªficamente a quienes se manifiestan pac¨ªficamente; demandarles el reconocimiento de las libertades de expresi¨®n y de reuni¨®n; apoyar moralmente a los ciudadanos que se movilizan; y estimular a los reg¨ªmenes para que respondan a las exigencias de cambio. Estas son unas primeras ideas esbozadas por el presidente, en su rueda de prensa del martes, en la que se declar¨® "en el lado correcto de la historia" y record¨® que "la democracia es un l¨ªo, porque no tienes que negociar con una persona sino con un amplio abanico de puntos de vista".
Hillary Clinton, la secretaria de Estado, el mismo d¨ªa, ampli¨® estas ideas con una notable intervenci¨®n acerca del mundo digital. Es la tecnolog¨ªa la que ampl¨ªa el espacio p¨²blico compartido del siglo XXI. Los Estados democr¨¢ticos deben comprometerse para que el ¨¢gora global sea abierta y los ciudadanos cuenten con libertad de conectar. En el trato con las dictaduras, habr¨¢ que situar tambi¨¦n en primer plan esta exigencia, que no afecta a un sector industrial, el de Internet y las telecom, sino al futuro de la libertad en el mundo. La reacci¨®n de Washington ante Wikileaks no es el mejor modelo para esta nueva agenda, pero s¨ª lo es el esfuerzo por atrapar la ola revolucionaria. Como la revoluci¨®n misma, el giro no ha hecho m¨¢s que empezar y la nueva agenda, menos realista, m¨¢s idealista, es apenas un esbozo que veremos crecer en los pr¨®ximos meses.
(La idea de que existe una Internacional Autoritaria no es m¨ªa, sino de una periodista ucrania, la editora internacional de Reuters, Christya Freeland, y de un intelectual bielorruso, Vitali Silitski. Saben por experiencia propia de lo que hablan).
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