Gracias
En los agradecimientos de los ganadores del Oscar, la gran mayor¨ªa de las dedicatorias van dirigidas a agentes, publicistas y directores. En los Goya triunfan las omnipresentes madre y abuela, la pareja actual, la mascota que acompa?a a los solitarios o de dif¨ªcil convivencia. Hollywood es una transnacional y Espa?a una naci¨®n de familias unidas henchidas de amor. En Am¨¦rica el d¨ªa del padre es un domingo de junio, en Espa?a coincide con San Jos¨¦, un padre de borrosa presencia en la historia sagrada, esp¨ªritu de sacrificio y resignaci¨®n.
Agradecer no es un verbo f¨¢cil aunque muchas madres nos instruyen en la creencia de que es gratis. "Di gracias hijo, que no cuesta nada" es una lecci¨®n maternal planetaria, que a lo largo de nuestras vidas olvidamos. Para el gremio de actores y cineastas de nuestro pa¨ªs se ha convertido en el ¨²ltimo grito, anhelando ese momento en que subir¨¢n al escenario, apoyar¨¢n el brazo izquierdo en el atril de inspiraci¨®n Chillida y como si relamieran su propio triunfo delante de colegas perdedores empezaran a recordar familiares que a lo mejor ni recuerdan. Les protege la c¨¢mara de televisi¨®n y el hecho de que el se?or taxista, por citar un gremio que se mueve y queja tanto como los cineastas, empatizar¨¢ con la ret¨®rica de l¨¢grimas y palabras entrecortadas. Para el espa?ol com¨²n ver agradecer de esta manera es una suerte de redenci¨®n. El te quiero que nunca han dicho a sus progenitoras, lo expresan estos actores tan majos, cuyas pel¨ªculas no recuerdan.
Karra elejalde ser¨¢ recordado por su reconocimiento a su gato el ¨²nico traje rese?able fue el de nora navas, goya a la mejor actriz
En un mundo donde YouTube resuelve cualquier duda, conviene revisar el momento en que Alfred Hitchcock recoge un Oscar honor¨ªfico por el grueso de su carrera cinematogr¨¢fica. La gala de premios todav¨ªa presentada por Bob Hope, humorista conservador, ofrec¨ªa el galard¨®n Irving Thalberg a todas aquellas grandes figuras del celuloide que la Academia mezquinamente hubiera impedido u olvidado premiar. Robert Wise, el director de Sonrisas y l¨¢grimas, pronuncia un largo discurso deseoso de zanjar tanta injusticia. Dice al fin el nombre, Alfred Hitchcock, y este sale al escenario precedido por la m¨²sica de su serie de televisi¨®n. Baja las pocas escaleras cubierto por una estruendosa ovaci¨®n, estira su mano derecha para estrechar la del hom¨®logo y con la izquierda recoge el premio. Se inclina hacia el micr¨®fono. Y dice: "Gracias". En ingl¨¦s, las dos palabras, thank you, desnudan a Hollywood. A partir de los Goya del domingo pasado, Karra Elejalde ser¨¢ mucho m¨¢s recordado por su infinito reconocimiento a su gato que por cualquiera de los roles que ha desempa?ado en nuestro cine. Desdiciendo el discurso materno, no siempre es gratis decir gracias.
La gala de los Goya fue vista por m¨¢s de cuatro millones de espa?oles en un pa¨ªs que acorrala a la industria cinematogr¨¢fica por la ausencia de espectadores. En la ceremonia del pasado domingo se reunieron todos los elementos que flaquean en las pel¨ªculas espa?olas. Tensiones cuasi shakesperianas entre el presidente saliente y la ministra detr¨¢s de su cara an¨®nima. Expectaci¨®n ante el nivel de martirio o consagraci¨®n de los candidatos a los premios. Glamour y horror en la alfombra roja. Exhibicionismo saltar¨ªn que desbarataba la seguridad del espectacular recinto. Palco real sin reyes, antagonismos y abismos en el patio de butacas. Todos estos ingredientes parec¨ªan urdidos por el propio Alex de la Iglesia para despedirse con un exquisito bofet¨®n: ?Esto es lo que necesitan nuestras pel¨ªculas, emoci¨®n, show, garras!
En la superviviente era de la celebridad, la alfombra roja es el plato principal. Pero la misma era ha aupado a dioses del gusto a un colectivo de personas conocidas como estilistas, cuya labor es proveer de looks a los cuerpos que desfilan sobre la alfombra. El hecho de que las actrices se dejen interpretar por los estilistas ha aniquilado cualquier destello de personalidad en los trajes. Es imposible tener glamour, presencia, si no es parte de una emoci¨®n interna, tanto un atrevimiento como una convicci¨®n. Sometidas al totalitarismo de los estilistas, nuestras actrices j¨®venes deambulan aterrorizadas de equivocarse, de no saber si est¨¢n envueltas por un divino o por los temibles argg. El ojo medi¨¢tico no mira hacia las mayores, que conjugan sus vestuarios con el rigor de su veteran¨ªa. Y los espectadores nos quejamos de ver pasar el mismo traje y anhelamos arrebatos como el de Bj?rk disfrazada de cisne en los Oscar de 2001, adelant¨¢ndose en a?os a Lady Gaga. El ¨²nico traje rese?able, el de Nora Navas, Goya a la mejor actriz de 2011, lo es porque casi consigue despojar a la estrella islandesa de ese curioso cetro.
Con gracias o sin ellas, el encanto de los premios fascina a la propia ficci¨®n. En Eva al desnudo (Joseph L. Mankiewicz, 1950), la acci¨®n arranca precisamente en la entrega de los premios Sarah Siddons a los triunfadores de la temporada teatral. La reina del arribismo occidental que es Eva (Anne Baxter) recoger¨¢ el anhelado trofeo de la mejor actriz. Margo Channing, (Bette Davis) sabe todo lo que se ha arrastrado Eva para conseguirlo. Despu¨¦s de agradecerlo a su director, su dramaturgo, su productor y, por supuesto, su amado p¨²blico, Eva se despide diciendo que su coraz¨®n siempre estar¨¢ en el teatro. Margo se acerca a saludarla y tiene la ¨²ltima palabra: "No te preocupes tanto por tu coraz¨®n, querida. Coloca ese premio en su lugar".
![Karra Elejalde, en el momento de agradecer el Goya a la mejor interpretaci¨®n masculina de reparto.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/COM6APM6DFTRK3KFYH5NJIQFAA.jpg?auth=64734fe24cd555fb9c80fb7a3dd18c299a8f0d85028d02160c9aa9075720135b&width=414)
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