La vida, una pasi¨®n in¨²til
Cuentos. Si la ejemplaridad -tr¨¢gica o grotesca, m¨¢s que ¨¦pica- hermanaba a los personajes de los cuentos de En mitad de ninguna parte (1995), el descubrimiento de la vida como una pasi¨®n in¨²til vertebra -y culmina- las historias que Julio Llamazares (Vegami¨¢n, Le¨®n, 1955) relata en su ¨²ltimo libro, que no por casualidad titula Tanta pasi¨®n para nada, perseverando as¨ª en el nihilismo que el autor leon¨¦s reconoce como "una se?a de identidad po¨¦tica personal".
No espere encontrar aqu¨ª el lector acciones trepidantes, grandes intrigas, sucesos espectaculares o hechos misteriosos, ni tampoco personajes llamativos. Hallar¨¢ pasiones -humanas, demasiado humanas- y momentos decisivos que dan cuenta de una vida entera y, a menudo, la tuercen o la rompen. As¨ª Djukic, el jugador del Depor encargado de lanzar un penalti en el ¨²ltimo minuto del ¨²ltimo partido de Liga, teniendo en sus pies la posibilidad y responsabilidad de dilucidarla; el viejo Mario que en su ronda de despedidas reencuentra inesperadamente al gran amor de juventud y se dispone a vivirlo antes de morir; Man, un periodista rom¨¢ntico-aventurero al que las para ¨¦l detestables fiestas navide?as sorprenden en Madrid cuando vive la desaz¨®n y la extra?eza que le produce una repentina prejubilaci¨®n; Neme, cuya vida (y muerte) encarna como pocas la suerte de Don Tancredo: "Un continuo deslizarse hacia la nada, hacia la pasividad total, hacia la estatua que siempre fue"; la monja fallecida en accidente de coche a la salida misma del pueblo donde se hallaba su convento la primera vez que, en treinta y cinco a?os, romp¨ªa la clausura para acudir al hospital; o la suerte del pobre acordeonista de 'M¨ªrame en la oscuridad'.
Tanta pasi¨®n para nada
Julio Llamazares
Alfaguara. Madrid, 2011
151 p¨¢ginas. 17 euros
Son vidas tan pegadas a la realidad como presas del tiempo, cuyo transcurso Llamazares puntea a partir de unos pocos hechos significativos (porque las representan y tambi¨¦n las transcienden), y enmarca en su peculiar circunstancia (que en algunos casos las determina y condiciona) y en el espacio o escenario, que el autor describe con la pericia a que nos tiene acostumbrados, sea el lilar de un convento o una aldea perdida en las monta?as.
Y es que en Tanta pasi¨®n para nada tampoco renuncia Llamazares a su personal po¨¦tica realista, ofreciendo al lector "fragmentos de vida" o visiones sectoriales de la existencia humana, rastreable en 'Un cuento de encargo', relato metarreferencial donde el autor recupera el humor y la parodia cuando se autorretrata en su atelier y, en contra de la lentitud como manera de vivir y escribir que hab¨ªa hecho suya, se ve obligado a redactar un cuento extenso en pocos d¨ªas, lo que da pie a hablar de la imaginaci¨®n, el proceso de escritura, las diferencias entre novela y cuento, m¨¢s otras cuestiones.
Ni tampoco se oculta Llamazares tras la figura del narrador, como bien advierte quien haya le¨ªdo sus reportajes y art¨ªculos, sus libros de viaje o sus novelas. Y as¨ª, en tres cuentos rescata sendas historias de la Guerra Civil preservadas en la memoria familiar o colectiva (que la hubo), de las que destaco la revelaci¨®n de la anciana nonagenaria en 'El m¨¦dico de la noche'. Junto a esta galer¨ªa de personajes an¨®nimos, de vida sencilla y en apariencia anodina, encontramos al poeta ?ngel Gonz¨¢lez y su experiencia como joven maestro en una aldea de la sierra Gistredo, Primout, adonde no vuelve nadie pero s¨ª lo hace ¨¦l, cincuenta a?os despu¨¦s.
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