"Arte es sumergirse en lo sucio"
La ganadora del premio de la Comunidad de Madrid en Arco defiende el compromiso social de los artistas con una obra que alude a la memoria hist¨®rica
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Es como una hacker del mundo art¨ªstico. Sus obras son troyanas, dinamitadoras de realidades, aut¨¦nticas patadas que encuentran el mejor atajo hacia el est¨®mago. Sin avisos ni advertencias, como suceden las cosas en la vida. Paula Rubio Infante (Carabanchel, 1977) entiende el arte como "una manera de generar l¨ªneas de pensamiento que eviten injusticias". Su obra es pol¨ªtica, est¨¢ cargada de compromiso social: "Es un deber del artista, el arte es una actividad p¨²blica, si conseguimos espacios hay que usarlos para mejorar las condiciones de vida".
Con esas premisas, siendo la hija de un funcionario de la c¨¢rcel de Carabanchel y con una obra llamada come mierda, que acaba de adquirir en esta ¨²ltima edici¨®n de Arco la Comunidad de Madrid por 21.000 euros para su colecci¨®n (Premio Arco Comunidad de Madrid a J¨®venes Artistas), esta chica de 33 a?os vestida de negro, que podr¨ªa pasar por una Lisbeth Salender cualquiera, da un poco de miedo.
"Si logramos espacios hay que usarlos para mejorar las condiciones de vida"
"No concibo las obras como adornos, ni como objetos decorativos"
"Es importante que haya creadores que recuerden su funci¨®n
La obra en cuesti¨®n est¨¢ compuesta por dos fotograf¨ªas de gran formato en blanco y negro que muestran una, el estado actual de la antigua cocina de la c¨¢rcel de Zamora, ahora cerrada y llena de excrementos de paloma; y dos, una imagen actual de la fosa com¨²n que hay en Toro, un pueblo cercano de la misma provincia, donde supuestamente yacen los cuerpos de 290 v¨ªctimas del franquismo que pasaron por aquella prisi¨®n. Paula ha reproducido en tama?o real la campana de extracci¨®n de humos de la cocina de la c¨¢rcel, la ha invertido y la ha llenado de tierra, inutiliz¨¢ndola al m¨¢ximo para su funci¨®n (la salida de humos de la prisi¨®n) e incrementando con todos esos s¨ªmbolos la sensaci¨®n de asfixia. "come mierda porque habla de todas aquellas personas que estaban en el sitio equivocado en el peor momento y se comieron el marr¨®n", explica.
Este a?o han sido las prisiones y la memoria hist¨®rica. El a?o pasado, con Entre pecho y espalda, puso en evidencia el maltrato sufrido por los galgos. Antes fue El peso de la justicia, donde reprodujo en serie las pesas de gimnasio que los presos de Carabanchel se hac¨ªan con palos de escobas y maceteros de cemento. Y ahora quiere hablar sobre la caza y est¨¢ haciendo una escultura con los restos de loza de los tiros al plato.
La obra de Paula, que asegura que empez¨® pintando cigarras de peque?a, est¨¢ cargada de violencia subterr¨¢nea, de brutalidad y salvajismo, est¨¢ hecha con las tripas hasta lo escatol¨®gico: "El papel del arte es sumergirse en la mierda", dice mostrando sus dibujos de cacas de cabra y de zorra.
Sus instalaciones tienen bastante poco que ver con la mayor parte de las piezas que suelen verse en Arco: "Yo no concibo el arte como un adorno, como algo puramente formal, como un objeto que poner en el sal¨®n de tu casa, para m¨ª no es algo decorativo o, al menos no solo, pero amo el arte y nada me va a impedir estar en las ferias, me niego a retirarme, se puede trabajar desde dentro, es importante que haya creadores que recuerden esta funci¨®n aunque el sistema fagocite su discurso", dice con voz c¨¢ndida, sin sulfurarse lo m¨¢s m¨ªnimo.
Con todo, es una artista que ha conseguido vivir de su obra. Primero pidiendo becas, a ratos ayudada por sus padres y despu¨¦s "pasando muchas horas en el taller". El suyo est¨¢ ahora en Chapiner¨ªa, un pueblo a 50 kil¨®metros de Madrid en direcci¨®n Toledo: "Me da miedo contaminarme, la tentaci¨®n de producir obra por dinero est¨¢ m¨¢s presente en la ciudad y en los circuitos de artistas. Procuro huir de ah¨ª como de las 20 primeras ideas que apunto en mi cuaderno". All¨ª se ha refugiado en los ¨²ltimos tiempos. "Adem¨¢s en mis trabajos siempre ha habido referencias a lo perif¨¦rico y pens¨¦ que salir de la ciudad me ayudar¨ªa a incidir en ese aspecto y as¨ª ha sido", dice se?alando una monta?a de pedos de lobo hechos de cemento que "adorna" un rinc¨®n de la galer¨ªa Formato Comodo (calle de Lope de Vega, 5), con la que trabaja desde hace seis a?os. "Hay dos de ellos que son reales", asegura. Imposibles distinguirlos.
As¨ª es la obra de Paula, que se declara bukowskiana, una aut¨¦ntica inmersi¨®n en lo sucio, en los marrones de la sociedad, en lo que se ha querido enterrar bajo tierra, en lo que se ha escondido debajo de la alfombra o en las cloacas: "Lo sucio en contraposici¨®n a lo higi¨¦nico. En el arte hay cierta obsesi¨®n porque todo est¨¦ limpio y ordenado". Para ella la realidad no es ni higi¨¦nica ni ordenada, es bastante sucia, ca¨®tica e injusta. Sus obras no son precisamente un mundo ideal, una bonita ficci¨®n en la que evadirse o huir, sino un encontronazo con un aspecto oscuro del presente o del pasado.
Para terminar la entrevista, sentada entre sus propias maquetas, recita de memoria unos versos de Gabriel Celaya: "Maldigo la poes¨ªa de quien no toma partido, partido hasta mancharse".
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