Posicionamiento europeo
Galileo es el nombre del fabuloso proyecto que iba a poner en ¨®rbita a Europa tanto en sentido literal como figurado. All¨¢ por 1999 la Uni¨®n Europea lo lanz¨® a bombo y platillo. En pocos a?os, se dijo, dejar¨ªamos de depender del sistema militar estadounidense, el GPS, y pasar¨ªamos a utilizar nuestros propios sat¨¦lites de posicionamiento, mucho m¨¢s precisos, de tecnolog¨ªa totalmente europea y de uso civil. Nadie podr¨ªa desde Washington volver a ensombrecer la se?al, como ocurri¨® durante la guerra de los Balcanes. El negocio ser¨ªa de enormes dimensiones: 40.000 millones de euros, se dijo. No, ser¨¢ el doble: 80.000. No, se ha vuelto a rectificar, el volumen de negocio que mover¨¢ alcanzar¨¢ los 240.000 millones.
La realidad es que casi 12 a?os despu¨¦s, los europeos siguen dependiendo del GPS americano y el sistema Galileo no ha logrado arrancar, no ha dado un solo euro de beneficio y solo ha reportado cuantiosos gastos, adem¨¢s de dolores de cabeza a los pol¨ªticos y empresarios de este lado del Atl¨¢ntico.
La guinda a este desaguisado que superar¨¢ con mucho el coste inicial de 3.250 millones de euros, la ha puesto Wikileaks. Los telegramas del Departamento de Estado de los Estados Unidos filtrados por esta organizaci¨®n (y publicados por varios peri¨®dicos, entre ellos EL PA?S) demuestran que Alemania intent¨® fusionar Galileo con su rival GPS. En realidad, ambos sistemas son complementarios y as¨ª lo plantearon los t¨¦cnicos en su momento, pero entregar el control global a Washington en contra de las aspiraciones independentistas europeas podr¨ªa ser calificado de una traici¨®n en toda regla.
No hubo traici¨®n, sin embargo, sino un nuevo par¨®n al proyecto, con Alemania resisti¨¦ndose a seguir poniendo dinero y tres pa¨ªses atlantistas -Holanda, Reino Unido y Suecia- poniendo problemas. El resultado es genuinamente europeo: la mayor¨ªa de los sat¨¦lites siguen en tierra y los plazos han vuelto a ampliarse. Habr¨¢ que esperar, dicen, a 2020 para disponer del fabuloso sistema. Todo ello demuestra que Estados Unidos no ten¨ªa razones para la inquietud. Sus socios europeos seguir¨¢n dependiendo del GPS o del sistema que para entonces est¨¦ explotando el amigo americano.
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