Ni Facebook, ni Twitter: son los fusiles
La de T¨²nez fue la Revoluci¨®n de Wikileaks y la de Egipto fue la Revoluci¨®n Facebook. Gracias a Wikileaks, los tunecinos conocieron el cable donde el embajador estadounidense revelaba la extraordinaria corrupci¨®n del dictador y su familia. En Egipto, fueron los j¨®venes hartos de Hosni Mubarak y su r¨¦gimen quienes se encontraron y organizaron a trav¨¦s de Internet. Facebook y Twitter hicieron posible que, por fin, el pueblo se lanzara a las calles. El resto es historia.
Pues no. Esta no fue ni es la historia. Esta incompleta visi¨®n de lo que all¨ª sucedi¨® no ayuda a entender la marea ¨¢rabe y su posible evoluci¨®n de aqu¨ª en adelante.
No hay duda de que las redes sociales, en especial Facebook y los mensajes a trav¨¦s de Twitter, o las filtraciones de Wikileaks, tienen algo que ver con los alzamientos populares en el mundo ¨¢rabe. Algo. Pero explicar lo que sucedi¨® en T¨²nez, Egipto o Libia primordialmente en t¨¦rminos del impacto que all¨ª han tenido las nuevas tecnolog¨ªas de informaci¨®n es una exageraci¨®n.
Quitar los privilegios al Ej¨¦rcito egipcio exigir¨¢ mucho m¨¢s que el uso de las redes sociales
Esta perspectiva no nos explica, por ejemplo, por qu¨¦ Libia, un pa¨ªs con una baj¨ªsima penetraci¨®n de Internet (cerca de 350.000 usuarios en una poblaci¨®n de m¨¢s de seis millones) o en Yemen, con ¨ªndices a¨²n m¨¢s bajos, han sido de los pa¨ªses m¨¢s sacudidos por las revueltas populares. Una de las sorpresas de las protestas callejeras en Egipto ha sido su diversidad social, religiosa, generacional y regional. Y aunque en Egipto hay proporcionalmente m¨¢s usuarios de Internet que en el resto de la regi¨®n, cabe suponer que un porcentaje importante de quienes participaron en las revueltas no tiene una cuenta en Facebook ni tuitea; muy probablemente ni siquiera usa regularmente Internet.
Claro que, una vez que surge un grupo de l¨ªderes coordinados por Internet y que logra movilizar a un n¨²mero mayor de seguidores, muchos otros que comparten sus exigencias y deseos de cambio se les unen, habi¨¦ndose enterado a trav¨¦s de canales distintos a Internet. Aqu¨ª, la frase m¨¢s importante es "que comparten sus exigencias y deseos de cambio". Es esta frustraci¨®n generalizada, producto de d¨¦cadas de malas pol¨ªticas econ¨®micas, combinadas con vasta corrupci¨®n, creciente desigualdad y una amplia desesperanza, lo que crea la motivaci¨®n para tomar las plazas. Y ver por televisi¨®n que en otros pa¨ªses esto da resultados y que el pueblo en la calle logra derrocar a un dictador que hasta hace poco era intocable tambi¨¦n es una potente fuerza movilizadora. Y en esto los canales de noticias en ¨¢rabe que llegan v¨ªa sat¨¦lite han sido una fuerza mucho m¨¢s poderosa que Internet.
Pero, quiz¨¢s, lo m¨¢s relevante es que la fascinaci¨®n con el papel de las nuevas tecnolog¨ªas en los cambios pol¨ªticos en el mundo ¨¢rabe ha opacado la importancia que en todo esto ha tenido una vieja tecnolog¨ªa: los fusiles. El papel de las Fuerzas Armadas en lo que sucedi¨® en T¨²nez o Egipto ha sido tanto o m¨¢s determinante que Facebook. En estos pa¨ªses, los militares les quitaron el apoyo a los dictadores, y a estos no les quedo m¨¢s opci¨®n que irse. Si bien inicialmente fueron los grupos en Facebook quienes convocaron a los egipcios a la plaza de Tahrir, fue el Ej¨¦rcito el que hizo posible que la plaza se transformara en el lugar donde las familias pod¨ªan ir sin miedo a manifestar su repudio al r¨¦gimen. Afortunadamente, los militares egipcios no tuvieron la propensi¨®n genocida de algunos de sus colegas libios. En Libia, las Fuerzas Armadas se han fragmentado y algunas unidades y los mercenarios de Gadafi han estado dispuestos a liquidar a sus opositores. Otros uniformados est¨¢n luchando al lado del pueblo. Si los militares no se hubiesen dividido y todos hubiesen acatado las ¨®rdenes de Gadafi de "matar como ratas" a quienes protestan en las calles, el futuro del r¨¦gimen libio no estar¨ªa en duda.
Como ya he escrito en otras columnas, al final los que definen cu¨¢ndo y c¨®mo muere una dictadura son los militares. ?Y qu¨¦ tiene que ver Internet con todo esto? Mucho menos de lo que estamos leyendo y oyendo en las noticias de estos d¨ªas.
Reconocer esta realidad ayuda a vislumbrar mejor el futuro pol¨ªtico de los pa¨ªses sacudidos por estas revueltas populares. En Egipto, por ejemplo, a menos que la presi¨®n popular contin¨²e, obligando a las Fuerzas Armadas a aceptar reformas m¨¢s profundas, la revoluci¨®n solo habr¨¢ servido para reemplazar una peque?a ¨¦lite corrupta por otra. Los militares egipcios son un importante factor econ¨®mico y obtienen enormes beneficios de las malas pol¨ªticas que tienen a miles de j¨®venes egipcios sin empleo y sin futuro. Y quitar los privilegios al estamento castrense seguramente exigir¨¢ mucho m¨¢s que montar una p¨¢gina en Facebook o denunciarlos en Twitter. mnaim@elpais.es
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