Un globo al que llaman Marshall
La propuesta de un plan Marshall para el Magreb ser¨ªa una iniciativa interesante si no resultara sospechosa, por improvisada y, seguramente, irrealizable. Ante las denuncias de pasividad dirigidas contra la Uni¨®n Europea (UE) durante las revueltas que se multiplican entre el oc¨¦ano Atl¨¢ntico y el golfo P¨¦rsico, algunos Gobiernos europeos, entre ellos el espa?ol, han intentado ponerse a salvo de las cr¨ªticas ofreciendo titulares que llenen con met¨¢foras hist¨®ricas el vac¨ªo que han dejado las decisiones diplom¨¢ticas.
Salvo en el caso de Libia en estos ¨²ltimos d¨ªas, el Magreb no ha sido devastado por una guerra, sino por la conjunci¨®n de unos reg¨ªmenes autoritarios y una regulaci¨®n del comercio internacional que penaliza los productos en los que los pa¨ªses de la regi¨®n son competitivos. Europa no es ajena a esta situaci¨®n, puesto que ha condescendido con los reg¨ªmenes autoritarios y se ha beneficiado de la regulaci¨®n del comercio internacional que penaliza al Magreb. Pero, por el momento, no se tienen noticias de que la Uni¨®n Europea ni los Estados miembro, incluida Espa?a, hayan insistido a los Gobiernos de Marruecos y Argelia para que emprendan reformas democr¨¢ticas que hagan innecesarias revueltas como las de T¨²nez y Egipto. Y menos a¨²n de que hayan previsto desactivar las barreras comerciales con el Magreb, ni en el plano bilateral ni en el seno de la OMC.
No hay fondos p¨²blicos para un plan de la UE en el Magreb, enunciado por Espa?a como globo sonda
Se habla, en cambio, de un plan Marshall para el que no existen fondos p¨²blicos, aunque se conf¨ªe, no se sabe por qu¨¦, en la movilizaci¨®n de fondos privados.
Si algo hace da?o al proyecto de la Europa unida es la forma de actuar que hay detr¨¢s de propuestas como esta, que el Gobierno espa?ol ha revestido de la f¨®rmula del globo sonda. Al lanzarlo, no se busca llevar a efecto ning¨²n plan Marshall, ni real ni metaf¨®rico, sino zafarse de las cr¨ªticas de la opini¨®n p¨²blica y, de paso, colgarse una ef¨ªmera medalla ante los interlocutores del Magreb. Si fuese por el Gobierno espa?ol, parece decir el globo sonda, la UE se volcar¨ªa en ayudas tan cuantiosas como las que Estados Unidos ofreci¨® a la Europa en ruinas de 1945.
Pero lamentablemente, a?ade, la Uni¨®n Europea no podr¨¢ cumplir con esta ben¨¦vola intenci¨®n, paralizada por los mecanismos burocr¨¢ticos o las restricciones presupuestarias.
El minuto de gloria que espera cosechar el Gobierno espa?ol lo sufragar¨¢ la UE, con un largo provenir de insignificancia. Que se sepa, Espa?a no ha sugerido por los canales adecuados la celebraci¨®n de un Consejo extraordinario, ni Europeo ni de Ministros, para estudiar la propuesta, ni se sabe a ciencia cierta si lo har¨¢ ni cu¨¢ndo lo har¨¢. As¨ª que no solo est¨¢ condenando a la UE a sufragar por anticipado el fracaso de un imaginario plan Marshall, sino que, adem¨¢s, lo est¨¢ haciendo sin darle ocasi¨®n siquiera de estudiarlo.
Sorprende que detr¨¢s de la propuesta de un plan Marshall para el Magreb est¨¦ la idea de que los cambios solo se consolidar¨¢n si se acompa?an de desarrollo econ¨®mico. No porque no sea cierta, aunque m¨¢s por tratarse de una obviedad que de un an¨¢lisis revelador. Sorprende porque lo que no se ha producido en el Magreb son los cambios que deber¨ªan ser consolidados. Han cambiado T¨²nez y Egipto, y no precisamente por la acci¨®n decidida de la Uni¨®n. Tal vez cambie Libia, de la que se podr¨ªa decir otro tanto. Pero no han cambiado ni Marruecos ni Argelia, pa¨ªses en los que la UE, adem¨¢s de los Estados miembro, incluida Espa?a, podr¨ªan defender con m¨¢s energ¨ªa que hasta ahora la necesidad de avanzar en las reformas pol¨ªticas, en lugar de dar por buenas las excusas para no hacerlo. Claro que, mientras evocar un plan Marshall es un prop¨®sito sin contraindicaciones, sobre todo si se queda en eso, en prop¨®sito, en globo sonda, una declaraci¨®n de la UE instando la democratizaci¨®n en el Magreb no es algo con lo que se pueda especular sin prever las consecuencias. Suponiendo que se realizara, ning¨²n Gobierno europeo intentar¨ªa colgarse ef¨ªmeras medallas haci¨¦ndose responsable de la idea ante Marruecos y Argelia, sino que todos se apresurar¨ªan a esconderse colectivamente detr¨¢s de la Uni¨®n y a pedir disculpas bilaterales y en privado. Como tambi¨¦n se ocultar¨ªan detr¨¢s de ella, esta vez pensando en sus opiniones p¨²blicas, si decidieran desactivar las barreras comerciales que penalizan al Magreb.
La propuesta de un plan Marshall para el Magreb ser¨ªa, qui¨¦n sabe, una iniciativa interesante. Solo que, estando las cosas como est¨¢n, lo ¨²nico que revela es que ni la Uni¨®n Europea, ni el Gobierno espa?ol, tienen para el Magreb ninguna estrategia que pueda considerarse como un plan. A lo sumo, disponen de un globo al que, en el caso de Espa?a, se ha decidido llamar Marshall.
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