Ideolog¨ªa profesional
La democracia en la que vivimos -o nos viven- tiene sus plazos, sus ritos y sus romer¨ªas. Es una vida de pel¨ªcula: se celebra la presentaci¨®n del rodaje (las elecciones reci¨¦n ganadas), el principio del rodaje (los cien d¨ªas de gobierno), el paso del ecuador del rodaje (la mitad de la legislatura), el final del rodaje y el principio del montaje y de la sonorizaci¨®n (el tercer a?o de legislatura con vistas a las pr¨®ximas elecciones) y el estreno de la pel¨ªcula (la siguiente campa?a electoral: una nueva representaci¨®n) a la espera del resultado en taquilla. Es una ceremonia permanente de balance y balanceo mareante. As¨ª, el Gobierno de N¨²?ez Feij¨®o se ve ahora en el medio del camino de su vida, en ese paso del ecuador de los dos a?itos como dos soles que lleva de presidente en Galicia (o postul¨¢ndose para Moncloa, que a¨²n no est¨¢ muy claro a qu¨¦ se ha dedicado durante este tiempo). En esta mitad del recorrido, no le queda m¨¢s remedio que apechugar con las promesas electorales no cumplidas. El electorado asiste, pues, a todos los comentarios que le llueven sobre la gesti¨®n desplegada. Visto lo visto -y atendiendo a fuentes generalmente bien informadas- queda en el paladar una sensaci¨®n extra?a. El men¨² largo y estrecho prometido (de todo para todos) es s¨®lo un happy meal de McDonald's especialmente pensado para ni?os y gallegos (algo para unos pocos). El argumento de la crisis, para justificar la inoperancia, es una lengua de doble filo que no parece volverse contra el que la empu?a. Fue precisamente el retraso de Touri?o en convocar elecciones (esper¨® a que se desatase el descalabro econ¨®mico) el que llev¨® a Feij¨®o a la presidencia: la soluci¨®n pasaba por librarse del bipartito. Pero resulta que, dos a?os despu¨¦s, la crisis es la culpable de todo lo que no hace su Gobierno. El mismo argumento vale lo mismo para un roto que para un descosido. Guay del Paraguay.
La soluci¨®n de Feij¨®o a la crisis pasaba por echar al bipartito; ahora culpa a la crisis de lo que ¨¦l no hace
La ideolog¨ªas profesionales, en palabras de Robert Musil, son todas nobles. Y lo explica muy gr¨¢ficamente: a los cazadores no se les ocurre llamarse carniceros del bosque sino amantes de los animales, los comerciantes siguen el principio de la utilidad honesta y los ladrones rinden culto al mismo dios que los comerciantes, esto es, a Mercurio. Y remata el escritor austriaco: "No hay, pues, por qu¨¦ reverenciar demasiado la imagen de una actividad representada en la conciencia de aquellos que la desarrollan". Es la actitud del torero ensangrentado que se autodenomina artista, del pol¨ªtico corrupto que dice ser un servidor de la ciudadan¨ªa y del navajero que se ve como un justiciero social. Si a todos ellos les someti¨¦ramos a la m¨¢quina de la verdad, jam¨¢s les dar¨ªa como resultado una mentira porque est¨¢n firmemente convencidos de lo que dicen. No hay gremio sin nobleza y convicci¨®n, y as¨ª nuestro Feij¨®o no duda en culpar a la crisis de toda la ristra de desprop¨®sitos -sin enmienda- que enumeraba Mar¨ªa Jos¨¦ Caride hace un par de d¨ªas en estas mismas p¨¢ginas. En su momento, Robert Musil tambi¨¦n arremeti¨® contra la ciencia desde Galileo, disciplina a la que acusaba de no preguntarse por qu¨¦ se caen las cosas al suelo y, en vez de ello, procede a medir la velocidad, la aceleraci¨®n, el recorrido y el tiempo que emplea un cuerpo al caer: un m¨¦todo superficial para analizar la superficie, vaya. Un perfecto retrato de Feij¨®o, salvado tambi¨¦n de la hoguera por la Iglesia in extremis, y de nuestra democracia, que no es como la de por ah¨ª afuera, que mire usted lo de Egipto: ten¨ªan parlamento y tambi¨¦n dictador, el Mubarak ese, que vaya usted a saber d¨®nde para ahora.
Ni Feij¨®o ni la democracia puede pedirnos fe a estas alturas. Somos como esa se?ora bien de toda la vida sincer¨¢ndose: "?C¨®mo voy a creer en esas religiones raras que hay por el mundo si no creo ni en la m¨ªa que es la verdadera?". Nuestra ideolog¨ªa democr¨¢tica tambi¨¦n es profesional: "Y al que no sea libre, le obligaremos a serlo", dec¨ªa Manuel Fraga (en lo que sospechamos es una leyenda urbana). Y nuestra ideolog¨ªa profesional es democr¨¢tica: "?La democracia? Un abuso de la estad¨ªstica, nada m¨¢s", dec¨ªa Borges, poco menos chosco ¨¦l que un gato de yeso.
julian@discosdefreno.com
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