Tocar la zanfona
Quiz¨¢ por la nieve por la tele, quiz¨¢ por la lana gruesa en marzo, he pensado en anuncios de grandes almacenes con se?oritas cantando en franc¨¦s, y en vestidos con mariposas estampadas: en madame de Pompadour imaginando que se deslizaba con su miri?aque jard¨ªn del Petit Trianon arriba, jard¨ªn del Petit Trianon abajo, en madame de Pompadour so?ando con el palacio que erigir¨ªa antes de present¨¢rsele la muerte y el diluvio. He pensado en la vida retirada con la misma despreocupaci¨®n de Jeanne du Barry coleccionando diamantes en su humilde casita de campo, con el entusiasmo de Mar¨ªa Antonieta de Austria invent¨¢ndose la pel¨ªcula que rodar¨ªan despu¨¦s, ahora un romance, ahora unos pasteles. As¨ª, al solecito que ni se intuye, de esa manera me he pensado a m¨ª misma junto a San Francisco el Grande, buscando un rayo all¨¢ donde Ange-Jacques Gabriel habr¨ªa descendido hoy del 148, habr¨ªa paseado y habr¨ªa anunciado al mundo y a los jubilados que por la zona se esparcieran, con su diario gratuito y su paquete de pipas para echar la ma?ana: aqu¨ª la sede arzobispal, aqu¨ª la biblioteca diocesana, igual que en su d¨ªa trabaj¨® con bailes de minu¨¦ y flores por todas partes.
He pensado en la fuerza de alguien que protesta y otro alguien se une y otra y otro
He pensado en el siglo XVIII; en madame de Pompadour y en Luis XV, en el arzobispado de Madrid y en el Ayuntamiento, en casi 300 a?os de calendario despu¨¦s que apenas significan dos, tres d¨ªas m¨¢s en el avance de la realidad y la actitud ante ella. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha otorgado la raz¨®n a los vecinos, que se oponen a la versi¨®n madrile?a, esto es, a lo grande y en feo, del Vaticano: un macroedificio, la Casa de la Iglesia, que alterar¨ªa el paisaje, y la imagen hist¨®rica, y que sobre todo apisonar¨ªa las normas de patrimonio y los derechos vecinales. Conocen los detalles, saben la cantidad de metros cuadrados de zona verde que se perder¨ªan, tambi¨¦n les han informado del convenio con el Ayuntamiento -ay- en el que el arzobispado cede unos terrenos -ay, ay- a cambio de -ay, ay, ay- otros para que el Ayuntamiento, a su vez, dote al barrio de un polideportivo, y una escuela infantil, y dos centros sociales, y aqu¨ª surge otro problema, quiz¨¢ el m¨¢s grave: que luchar por una causa justa implique perder otra batalla, la de los equipamientos necesarios.
Luis XIV habr¨ªa solucionado r¨¢pido el dilema ciudadano, pero el hijo del hijo del hijo del hijo de su hijo -disculpen, me he liado- plantear¨ªa qu¨¦ problemas les causa, oh vecinos y vecinas, el mini-Vaticano. Si el solo pronunciar de su nombre, sutil y melodioso, ya suena a gloria bendita y a describir sil¨¢bico nabokoviano: imanes de frigor¨ªfico con la silueta de la residencia de sacerdotes, se?oras que peregrinar¨¢n hasta la catedral de la Almudena y obedecer¨¢n la ruta, y cuesta para all¨¢ y cuesta para ac¨¢ necesitar¨¢n botellines de agua, terracitas con sombra y alojamientos para echar la siesta. Piensen en el turismo, en la integraci¨®n del Manzanares, ?en la paz mundial y en las l¨ªneas low cost! Piensen en Miguel ?ngel, el de la calle: no se encuentra en activo, pero se le contacta para que nos coloque unas molduras. No preferir¨¢n los chopos al ladrillo, Goya a Construcciones Los Amigos; no comentar¨¢n que qu¨¦ es eso de que la religi¨®n se mezcle con la titularidad de suelo y lo cambie en lugar de cederlo al bien com¨²n, que a ver qui¨¦n regalaba en su infancia el cromo dif¨ªcil del ¨¢lbum de la Liga. Piensen ustedes, porque as¨ª lo piensan no Luis el ?ltimo y sus consejeros, sino quienes piensan por/para -disculpen, me he liado- la ciudad.
Los vecinos, las vecinas, en un distrito u otro, siempre con sus quejas: pudiendo contemplar un Petit Trianon en plan monarqu¨ªa francesa, con sus sotanas negras en lugar de vestidos a todo color, denuncian y tocan la zanfona, llamada zanfon¨ªa por el DRAE. He pensado en el empe?o por dejar huella en la historia a toda costa aunque arrase uno de los pulmones de una ciudad congestionada, y utilice unas demandas vecinales -e ignore otras- como moneda de cambio para otros asuntos, y he pensado tambi¨¦n, como a menudo, en la fuerza de alguien que protesta y otro alguien se une y otra y otro. Me he acordado de Goya: lo mismo resucita y le toca borrar con Photoshop los desperfectos. He pensado en las reuniones en las que uno expone cu¨¢ntos metros cuadrados le avalan y otro asiente, de acuerdo, yo tengo tantos, te los paso.
Con las temperaturas me ha venido un poquito de fr¨ªo, y he pensado en el parque, me he acordado del verano leyendo al solecito en la pradera, y me ha parecido un lujo celestial que tenemos que defender. He pensado en madame de Pompadour, que no vivi¨® para ver, y en la Du Barry y la Habsburgo, que hubieran preferido la ceguera o el regreso al futuro, opciones tan atractivas seg¨²n lo que nos viene.
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