Chirac, acosado y acusado
El expresidente franc¨¦s, de 78 a?os, se enfrenta a un juicio por desviaci¨®n de fondos p¨²blicos: una treintena de empleos presuntamente falsos, de cuando era alcalde de Par¨ªs
Por primera vez en la historia de la V Rep¨²blica Francesa, un jefe del Estado va a sentarse en el banquillo de los acusados de un tribunal parisiense. Est¨¢ previsto pasado ma?ana, cuando Jacques Chirac, presidente franc¨¦s desde 1995 hasta 2007, comparezca por un caso de corrupci¨®n, desv¨ªo de fondos p¨²blicos y amiguismo sucedido hace m¨¢s de 20 a?os, en sus casi ya remotos tiempos de alcalde de Par¨ªs, de 1977 a 1995. El juicio, de hecho, comienza ma?ana, pero el pol¨ªtico, de 78 a?os, con problemas de movilidad, de cadera y de o¨ªdo, que se enfrenta a una posible pena de 10 a?os, se librar¨¢ probablemente de esta primera sesi¨®n, reservada exclusivamente a cuestiones de procedimiento.
Perdida la inmunidad que le proteg¨ªa como jefe de Estado, el caso le atrapa casi retirado de la vida p¨²blica
El episodio por el que se juzga a Chirac es todo un cl¨¢sico de la pol¨ªtica francesa. El Ayuntamiento de Par¨ªs, reconvertido en su cuartel general pol¨ªtico desde su nombramiento como alcalde, sirvi¨® de pantalla (y de caja registradora) para disfrazar una treintena de trabajos inexistentes. Pagadas por los fondos del Ayuntamiento, estas 30 personas no efectuaban ninguna labor municipal. La mayor¨ªa de ellas se encontraban adscritas al Reagrupamiento por la Rep¨²blica (RPR), el partido pol¨ªtico creado por Chirac en 1976 y del que naci¨® en 2002 la UMP de Sarkozy, y efectuaban labores para esta formaci¨®n. O no.
El abogado Pierre-Fran?ois Divier, personado en la causa desde el inicio, recordaba el jueves en una emisora de radio que no todos estos trabajos trampeados correspond¨ªan a labores en el RPR: "Hab¨ªa gente a la que se pagaba por no hacer nada. Esto es muy importante porque la defensa, seguramente, va a alegar que la ley de financiaci¨®n de partidos pol¨ªticos era entonces imperfecta. Pero muchos de los empleos eran por pura amistad, y no ten¨ªan ninguna base laboral".
Basta observar algunas de las conclusiones del escrito de acusaci¨®n para hacerse una idea del sistema: "Una mujer reconoci¨® que la misi¨®n que se le hab¨ªa confiado era inexistente, que su presencia en el Ayuntamiento era nula, y su trabajo, ¨ªnfimo". "Otro hombre no ten¨ªa despacho en el Ayuntamiento. No aparec¨ªa en el organigrama. Se pasaba el d¨ªa en los pasillos de la Asamblea Nacional...". De hecho, el caso arranc¨® cuando en 1999 la polic¨ªa judicial francesa, a ra¨ªz de la denuncia de un contribuyente, descubri¨® una carta manuscrita del propio Chirac en la que ped¨ªa un ascenso para una secretaria, en teor¨ªa adscrita al Ayuntamiento..., que llevaba nueve a?os trabajando para el RPR sin pisar dependencia municipal alguna.
Nada de esto es nuevo. De hecho, es muy viejo. Lo que se juzgar¨¢ a partir de ma?ana es si Chirac estaba al corriente de este sistema, que supuso una merma en los ingresos del Ayuntamiento de Par¨ªs de 2,2 millones de euros. Un dinero que acab¨®, en forma de n¨®mina mensual, en los bolsillos de ch¨®feres inexistentes, secretarias que no aparec¨ªan nunca o supuestos empleados municipales con encargos llenos de humo. Ahora se trata de dilucidar hasta qu¨¦ punto Chirac se encontraba al frente (o al tanto) del sistema. Para la juez que ha instruido el caso no hay duda: "Fue al mismo tiempo el inventor, el autor y el beneficiario del dispositivo".
En algunas de sus declaraciones en el proceso de instrucci¨®n, Chirac ha sostenido, por una parte, que ¨¦l no se ocupaba del funcionamiento diario del RPR y, por otra, que los empleos denunciados eran "leg¨ªtimos" y "¨²tiles a la ciudad de Par¨ªs". Pero, m¨¢s all¨¢ de estos comentarios, la verdadera estrategia del expresidente franc¨¦s, a juzgar por los abogados acusadores, ha sido la de posponer hasta el infinito un proceso con la esperanza de que el mismo paso del tiempo se hiciera cargo de ¨¦l. Al principio fue f¨¢cil: el puesto de presidente de la Rep¨²blica protegi¨® a Chirac de los tribunales hasta 2007. Despu¨¦s hubo tambi¨¦n t¨¢cticas dilatorias y maniobras encaminadas a retrasar sine d¨ªe la cita con el tribunal. Hasta el ¨²ltimo momento. El viernes, uno de los abogados de los otros acusados en el juicio interpuso un recurso de inconstitucionalidad que el tribunal deber¨¢ resolver ma?ana y que podr¨ªa retrasar la vista. Pero si el juicio no se aplaza -como parece probable- el viejo caso de los empleos fantasma habr¨¢ atrapado al veterano pol¨ªtico en su peor momento, casi retirado de la vida p¨²blica, confinado a descafeinadas entrevistas en Paris Match en las que habla de arte chino -, una de sus pasiones-, a figurar en las fotos de la boda de su hija o a eventuales apariciones ben¨¦ficas.
Chirac, con todo, es un dirigente que a¨²n goza de amplio respaldo en Francia, con ganada fama de campechano, amigo de hablar claro y de contar chistes verdes sin mucho matiz. Hace unos d¨ªas acudi¨® a la Feria de Agricultura -como cada a?o: su foto al lado de la testuz de una vaca tambi¨¦n es un cl¨¢sico- y confirm¨® su tir¨®n popular. Pragm¨¢tico, capaz de cambiar de rumbo seg¨²n las circunstancias, Chirac lo ha sido todo en la pol¨ªtica francesa: entre otras cosas, fue secretario de Estado en mayo de 1968 al lado de su admirado mentor Georges Pompidou; primer ministro con el odiado -aunque correligionario- Val¨¦ry Giscard d'Estaing; primer ministro con el m¨¢s tolerado -aunque socialista- Fran?ois Mitterrand; perdedor en dos asaltos a las elecciones presidenciales y, por fin, presidente de la Rep¨²blica durante 12 a?os.
Actualmente vive una suerte de parad¨®jica resurrecci¨®n pol¨ªtica. Sarkozy nombr¨® la semana pasada como ministro de Exteriores y hombre clave del Gabinete a Alain Jupp¨¦, ex primer ministro, colaborador de siempre de Chirac y sentenciado en 2004 a 14 meses de c¨¢rcel (con suspensi¨®n de pena) y un a?o de inhabilitaci¨®n por el mismo caso de los empleos ficticios, en calidad de responsable del RPR. Es decir: mientras Chirac dilataba casi interminablemente el caso, a su colaborador le daba tiempo a sufrirlo, pagar la condena, penar una traves¨ªa del desierto, renacer, regresar y atornillarse de nuevo al poder.
Dentro de unos meses, Chirac publicar¨¢ el segundo y esperado tomo de sus memorias -en el primero no reconoc¨ªa ni un solo error en su carrera-, y quien le conoce asegura que el aburrimiento, la inacci¨®n y, sobre todo, la reciente muerte de algunos amigos han da?ado su hasta ahora irreductible car¨¢cter. "A este paso, ?qui¨¦n va a decir alg¨²n elogio en mi funeral? Vosotros dir¨¦is cosas que no sentir¨¦is", se quejaba, seg¨²n el semanario Le Point, a uno de sus excolaboradores j¨®venes.
Hace unos meses, el Ayuntamiento de Par¨ªs renunci¨® a presentarse como parte acusadora tras llegar a un acuerdo con la UMP y el propio Chirac, que se han comprometido a devolver el dinero escamoteado. El expresidente pagar¨¢ 550.000 euros; el partido se har¨¢ cargo del resto. Tampoco esto bast¨® para suspender el juicio. Hay quien especula con que Chirac juegue una ¨²ltima carta de trilero: la de su salud. No parece probable. Le Journal du Dimanche public¨® el 30 de enero que el expresidente sufr¨ªa p¨¦rdidas de memoria. Pero su mujer, Bernadette, apareci¨® al d¨ªa siguiente aclarando que su marido no padec¨ªa alzh¨¦imer. "Es un guerrero que se presentar¨¢", a?adi¨®.
El mismo Chirac, envejecido, pero aparentemente l¨²cido, fue entrevistado ese d¨ªa a la puerta de su casa, en el coraz¨®n de Par¨ªs, al lado del Sena, enfrente del Louvre. "Yo me porto bien", dijo a la c¨¢mara, sonriente. "P¨®rtense ustedes tambi¨¦n".
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