Los 10 h¨¦roes del silencio
Un grupo de voluntarios recorre zonas de marcha de la capital para intentar concienciar de la importancia de conciliar el ocio con el sue?o de los vecinos
"A m¨ª me toc¨® hacer la mili y me fastidiaron la vida". "A m¨ª me molesta no poder hacer botell¨®n". "Yo quiero fumar en los bares". A la noche de Madrid le ha nacido un confesionario. Sus custodios: 10 voluntarios con una paciencia infinita que asienten al o¨ªr las historias de sus interlocutores, a pesar de que se van haciendo m¨¢s largas e incomprensibles a medida que avanza la noche. Sin caer en la desesperanza, los chicos retiran copas que la gente olvida en su estand azul mientras intentan lanzar su mensaje: divi¨¦rtete sin molestar. En medio de la ruidosa noche madrile?a, es algo parecido a una pr¨¦dica en el desierto.
Ataviados con un chaleco azul y una mochila cargada con pegatinas y carteles con el eslogan de la campa?a, los 10 j¨®venes guardianes del ruido empiezan su trabajo a medianoche. Una hora en la que los grupos que hacen botell¨®n se rifan los mejores bancos de la plaza de Santa Ana. Con las botellas a¨²n reci¨¦n abiertas, la intervenci¨®n -como definen los voluntarios al momento de plantarse en medio de un grupo a pedir que bajen la voz con el dedo ¨ªndice en los labios- es m¨¢s f¨¢cil.
Hasta un chino que se acerca vendiendo cervezas acaban siendo increpado por un joven ginebrino que ha venido con amigos a pasar el fin de semana a la capital. "Schhh", le dice el chico al vendedor ambulante. Juan y Esther, dos de los mediadores, se van orgullosos. "Estamos creando debate social", dice ella.
Saliendo de la plaza, a trav¨¦s de la calle de N¨²?ez de Arce, el mogoll¨®n se api?a en la puerta de los bares. Algunos fuman, otros hacen cola. Hay ruido. Un grupo de chicos se r¨ªe a carcajadas. Los voluntarios se miran: "?Intervenci¨®n!". Y en un segundo se meten entre ellos. La primera respuesta que reciben es la espalda deliberada de Juli¨¢n Arjona. Ni los mira. "Solo me puede callar la polic¨ªa, vaya tonter¨ªa", dice. Pero Juan no desespera. A quien le quiere escuchar le explica la importancia de divertirse en un tono que permita dormir a los vecinos. Pero no hay manera. "El que vive aqu¨ª ya sabe lo que le toca, tiene suerte de vivir en el centro. Esto es Espa?a", le contesta otro.
El ¨²nico del grupo que parece interesado es Luisma Saro. Trabaja en una ¨®ptica y trata de desmontar la campa?a con una teor¨ªa casi cient¨ªfica. "La conversaci¨®n normal en Europa es de 20 decibelios, mientras que en Espa?a la conversaci¨®n media va de los 30 a los 60". Pocos ¨¢nimos para los mediadores, que se mantienen incansables en la calle hasta las cuatro de la ma?ana.
Desde enero recorren cada noche de viernes y s¨¢bado zonas de marcha como Huertas, La Latina, Malasa?a y Chueca. Este es el ¨²ltimo fin de semana de campa?a, promovida por el Ayuntamiento y ejecutada por la ONG especializada en ocio juvenil Controla Club, que organiza a los voluntarios. Los chicos, aunque es dif¨ªcil sacarles cu¨¢nto ganan, solo reciben "algo de dinero en concepto de dietas".
De vuelta a la plaza de Santa Ana el reloj marca las dos. Detr¨¢s del estand Alex, de 30 a?os, aguanta la batalla. "Que s¨ª, que mola lo que hac¨¦is, pero ?no crees que no es justo que una copa cueste lo mismo que una botella?", le dice una joven. Alex dice que s¨ª. "No s¨¦ ni de qu¨¦ hablan, a estas horas te cuentan su vida", reconoce cansado mientras retira una cerveza que alguien le ha dejado de recuerdo.
Juan, Esther, Alex y los dem¨¢s reconocen que el trabajo no es f¨¢cil. Aunque aseguran que nunca han tenido un problema serio, aguantar les toca aguantar casi de todo. Mientras encaran la ¨²ltima hora de la noche unas chicas los reconocen y no se cortan. "?Hay que gritar, hay que gritar!", chillan divertidas frente a un bar que, casualmente, ha pegado en su puerta uno de los carteles de la campa?a. "Al irte a la cama, es suficiente con saber que al menos una persona ha cambiado de opini¨®n", dice Juan sobre las voces.
A las tres, es f¨¢cil encontrar por la calle de Huertas a j¨®venes forrados con las pegatinas azules con el eslogan divi¨¦rtete sin molestar. Al menos la primera parte s¨ª la cumplen.
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