El sistema bancario espa?ol: ?quo vadis?
En los dos ¨²ltimos a?os, el sector bancario espa?ol se ha enfrentado a su transformaci¨®n m¨¢s significativa en cuarenta a?os, desde que se inici¨® el proceso de liberalizaci¨®n financiera a finales de la d¨¦cada de 1970. La consolidaci¨®n financiera que suele acompa?ar a las crisis bancarias y, en paralelo, las iniciativas regulatorias conducentes a la ordenaci¨®n, saneamiento y recapitalizaci¨®n han propiciado cambios sustanciales en las entidades de cr¨¦dito espa?olas. En los ¨²ltimos meses, en medio del turbulento escenario que ha dibujado la crisis de la deuda soberana, nos hemos preguntando qu¨¦ necesitaba el sector bancario espa?ol para recuperar definitivamente la confianza externa y crecer. Esta es, sin duda, una pregunta pertinente cuya respuesta definitiva a¨²n no parece haberse encontrado. En este proceso, en especial en los ¨²ltimos meses, se ha echado de menos un mayor debate a fondo, de la enjundia que pudo tener, por ejemplo, el desarrollado por los economistas en torno a la reforma del mercado de trabajo o de las pensiones. Esta mayor discusi¨®n p¨²blica podr¨ªa haber enriquecido el proceso. Confiemos en que en el futuro exista ese mayor debate, que ayudar¨ªa a superar los desaf¨ªos financieros pendientes.
Es preciso que se explicite qu¨¦ entidades concentran los principales riesgos y cu¨¢l es el futuro
La banca regional y local no puede desaparecer, y ese parece ser, por fortuna, el empe?o de las cajas
Las ¨²ltimas iniciativas regulatorias han acabado orient¨¢ndose hacia el aumento de la solvencia, incrementando los requerimientos de recursos propios de las entidades financieras. El Real Decreto Ley 2/2011 ha hecho estas exigencias expl¨ªcitas y ha abierto la posibilidad a supuestos de nacionalizaci¨®n parcial y temporal de entidades en casos de incumplimiento. Sin embargo, aun cuando se trata de una iniciativa ambiciosa -al tiempo que costosa y dura para las entidades financieras, en particular para las cajas- y aun considerando que mayores ratios de solvencia son siempre bienvenidas por los inversores, la nueva normativa no puede por s¨ª sola cerrar el c¨ªrculo de las reformas bancarias en Espa?a. Son necesarios, cuando menos, dos ingredientes adicionales fundamentales.
Sobre el primero se ha hablado largo y tendido: la aclaraci¨®n definitiva de la exposici¨®n de cada entidad al sector inmobiliario y de la p¨¦rdida esperada por esta exposici¨®n. Los datos fluyen poco a poco y seguimos emplazados a una cuantificaci¨®n definitiva de los riesgos y p¨¦rdidas efectivas y latentes, que concilie las distintas fuentes y aproximaciones contables ofrecidas hasta el momento y que, de una vez por todas, despeje las dudas de los inversores.
Sobre el segundo ingrediente necesario para cerrar la reforma se ha hablado menos, pero es probablemente el m¨¢s importante en el largo plazo. Se trata de delimitar qu¨¦ planes de negocio y hacia qu¨¦ modelo de servicios financieros se dirige el sector bancario espa?ol que le permitan tener la rentabilidad necesaria.
En los a?os anteriores a la crisis, buena parte del crecimiento de este sector se condujo bajo el respaldo de un aluvi¨®n de financiaci¨®n for¨¢nea y mediante la inversi¨®n en actividades ligadas al ladrillo. Es preciso un modelo nuevo, y hacerlo expl¨ªcito es un gran reto que hay que afrontar cuanto antes porque las reglas han cambiado. En particular, lo que antes de la crisis fueron recursos financieros instrumentados en deuda hoy ser¨¢n, necesariamente, inversiones en capital, y para lograrlas es preciso explicitar cu¨¢l ser¨¢ el modelo futuro de generaci¨®n de recursos, entre otras muchas gestiones.
La vor¨¢gine de adaptaciones que supone la consolidaci¨®n del sector y las iniciativas regulatorias puede estar abrumando a las entidades financieras y sus gestores y reduciendo el margen temporal, espacial y mental para que estos definan hacia d¨®nde va su negocio. Sin embargo, redoblar los esfuerzos en el marco del negocio es primordial, es un deber que ya toca y que supone un cambio no solo econ¨®mico, sino organizativo y cultural en la banca minorista espa?ola. Desde una perspectiva pr¨¢ctica, consiste en asumir que el nuevo Decreto de Reforzamiento del Sistema Financiero (RD-l 2/2011), junto con el que supuso el cambio de la ley de cajas (RD-l 11/2010) y el propio FROB (RD-l 9/2009) no solo han obligado a muchas entidades financieras a integrarse, crecer y reforzar su capital, sino a adoptar una nueva estructura de gesti¨®n m¨¢s global y abierta, que no solo afecta a su estructura financiera, sino tambi¨¦n al negocio y la gobernanza.
Los bancos y cajas espa?oles llegaron m¨¢s tarde a la crisis, protegidas en un modelo de provisiones contrac¨ªclicas y de supervisi¨®n que hizo que los problemas tardaran en manifestarse en toda su crudeza. Fue esta supervisi¨®n la que evit¨® que nuestro sector financiero se involucrara en los veh¨ªculos estructurados de inversi¨®n que dieron pie a la crisis, si bien no se previno del mismo modo el exceso en la exposici¨®n inmobiliaria. Probablemente durante demasiado tiempo, este sistema de protecci¨®n supuso que tal vez se confundieran los problemas de liquidez con un problema de fondo de solvencia, que ahora es precisamente el que se ha acabado afrontando. Adem¨¢s, con el RD-l 2/2011 se ha preferido fijar distintos niveles de coeficiente regulatorio atendiendo a otros criterios, como la propiedad del capital social o la apelaci¨®n mayorista para obtener liquidez, cuya relaci¨®n con el nivel de capital necesario no est¨¢ suficientemente documentada.
Adem¨¢s, esta importante bater¨ªa de actuaciones contrasta con algunos de los an¨¢lisis contemporizadores que, desde algunas esferas p¨²blicas, hablan de aparentemente modestas cantidades de recursos -entre 15.000 y 20.000 millones de euros- que finalmente pueden necesitarse aplicar desde el FROB para recapitalizar las entidades financieras. No termina de entenderse que la regulaci¨®n vaya in crescendo cuando, al parecer, seg¨²n algunas opiniones oficiales, la situaci¨®n se est¨¢ normalizando. Pero todo tiene una explicaci¨®n, al menos parcial.
La hoja de ruta de la reestructuraci¨®n bancaria solo podr¨¢ completarse cuando el esfuerzo may¨²sculo que se est¨¢ exigiendo a las entidades en materia de provisiones se concilie con la soluci¨®n para su p¨¦rdida esperada. Si las estimaciones -algunas, sin duda, exageradas- que muchos institutos de an¨¢lisis desarrollan respecto a la p¨¦rdida esperada y los recursos de capital necesarios para afrontarla son sustancialmente mayores que las que parecen deducirse de fuentes oficiales es por dos motivos. Uno, porque se est¨¢ infravalorando la principal apuesta que el supervisor ha desarrollado para afrontar esta situaci¨®n: incrementar las provisiones. Dos, porque a¨²n es preciso que se explicite qu¨¦ entidades concentran los principales riesgos y cu¨¢l es el futuro de estas instituciones. El entramado contable e informativo incomoda a los analistas y a inversores extranjeros. La prioridad no ha sido explicitar y hacer transparentes estos riesgos para intervenir all¨ª donde sea preciso, sino hacer esta intervenci¨®n dependiente de una nueva exigencia de solvencia. En suma, los inversores quieren saber c¨®mo se va a resolver el problema del deterioro de activos en una econom¨ªa muy endeudada que va a crecer con poca intensidad en los dos pr¨®ximos a?os y que tiene un problema estructural de elevado desempleo.
El escrutinio exterior ya est¨¢ para quedarse porque la regulaci¨®n ha apostado por una ¨²nica disciplina, la del capital. Eso s¨ª, en medio de este cambio habr¨ªa que cuidar muchos aspectos tan sutiles como trascendentes. Por ejemplo, qu¨¦ estructura bancaria queremos en Espa?a y qu¨¦ papel tendr¨¢n las cajas en el mismo. La banca regional y local no puede desaparecer, y ese parece ser, afortunadamente, el empe?o de las cajas, independientemente de la estructura de propiedad en torno a la cual desarrollen su actividad. Porque las cajas no pueden olvidar que gran parte de su valor como empresas est¨¢ en su modelo de banca relacional. En todo caso, su car¨¢cter minorista, de proximidad y social debe reforzarse desde una nueva gobernanza, m¨¢s profesional y global. Se trata de que las cajas no se olviden, como sosten¨ªa Kant, de que las cualidades sublimes infunden respeto, pero las bellas, amor. Porque la solvencia es una cualidad sublime, pero el valor a?adido relacional y social es el que crea la fidelidad y la profundidad que se espera de las cajas. Todo el sector bancario se encamina a un negocio en el que la evaluaci¨®n de riesgos ser¨¢ m¨¢s abierta.
Una vez reducido el peso inmobiliario en los balances bancarios, las entidades financieras -y en particular, las cajas- tienen que asumir con todas las consecuencias su papel de evaluadoras de proyectos de inversi¨®n. Las pymes deber¨ªan ser las receptoras fundamentales de este cambio, y las cajas, los prestamistas relacionales que lideren el proceso. Eso s¨ª, desde una nueva perspectiva profesional m¨¢s abierta y global, con un n¨²cleo financiero articulado en torno al valor del capital y un n¨²cleo econ¨®mico desarrollado a partir de su valor de franquicia. Eso es lo que los inversores for¨¢neos quieren ver materializado y detallado, con una profesionalidad que alcance nuevas cotas y dimensiones globales, ambiciosas y absolutamente planificadas. -
Santiago Carb¨® Valverde es catedr¨¢tico de An¨¢lisis Econ¨®mico de la Universidad de Granada y director de estudios financieros de Funcas.
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