Una noche de Reyes
Una gran noche. De nuevo. Y en menos de un a?o ya han sido dos. Buen momento para Mishima, banda genuinamente barcelonesa por intenci¨®n, est¨¦tica e imaginario que se reivindic¨® en el lugar que confiere oficialidad a los triunfos: el Palau. All¨ª volvi¨® a establecerse complicidad entre grupo y p¨²blico, que si bien no alcanz¨® las cotas emocionales conseguidas en el Apolo al comienzo de la gira que conclu¨ªan en el Palau, s¨ª logr¨® reeditar un ¨¦xito sin apelativos que permitir¨¢ encarar la carrera de Mishima con la convicci¨®n de haber solidificado una nada desde?able base de seguidores. Es lo que se vio en el Palau.
Y eso que el recinto acostumbra a hacer trastadas a sus moradores. Dada la trascendencia que se le otorga, los grupos salen o bien cohibidos o bien acelerados. Mishima pareci¨® iniciar el concierto a m¨¢s velocidad de la necesaria, empujando a un p¨²blico que no necesitaba m¨¢s est¨ªmulos que la aplicada exposici¨®n de las canciones. Queriendo exprimir el ¨¦xito desde el comienzo, Mishima puso la directa y en las siete primeras piezas el concierto estaba visto para sentencia al situarse en el terreno del aplauso sin concesiones. El set ac¨²stico que parti¨® inmediatamente despu¨¦s de la actuaci¨®n, con los m¨²sicos en la parte de atr¨¢s del escenario, sonido desmadejado y distante, par¨® la din¨¢mica del concierto y atemper¨® con su cuestionable desarrollo la temperatura de la noche.
MISHIMA
Palau de la M¨²sica. Barcelona, 6 de marzo.
En el Palau, cierre de gira, Mishima logr¨® reeditar un ¨¦xito sin apelativos
Pero a partir de Com abans, dudod¨¦cimo tema, y hasta Sant Pere, trig¨¦simo, la actuaci¨®n rod¨® cuesta abajo con el ¨²nico trompic¨®n del desliz en la versi¨®n de Brassens (No existeix l'amor feli?). La concatenaci¨®n de ¨¦xitos, el crescendo instrumental que Mishima aplica a muchos de sus temas, el ¨¦xtasis emocional que con ello consigue y la seguridad de hablar a su p¨²blico en el lenguaje que para ellos resulta certero, garantizaron un ¨¦xito que se dibuj¨® en la cara de los m¨²sicos mostr¨¢ndose como la mirada de un ni?o la noche de Reyes. Porque eso fue Mishima en el Palau, un grupo abriendo un regalo largamente esperado.
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