El 'hiyab' vuelve a T¨²nez
El Gobierno sugiere el fin de la prohibici¨®n en los edificios p¨²blicos - Islamistas y feministas lo aprueban
Rara vez un l¨ªder islamista y una asociaci¨®n feminista han estado de acuerdo, pero en el nuevo T¨²nez todo es posible. Ambos coinciden en que hay que acabar con las restricciones a las que estaba sometido el uso del pa?uelo isl¨¢mico en la cabeza en el pa¨ªs del norte de ?frica menos impregnado de religi¨®n.
El primer presidente de T¨²nez, Habib Burguiba (19561987), otorg¨® a la mujer un estatus sin parang¨®n en esa regi¨®n al tiempo que restringi¨® el uso del hiyab. Su sucesor, Zine el Abidine Ben Ali (19872011), endureci¨® las medidas hasta prohibirlo en todos los edificios p¨²blicos desde los colegios hasta ministerios y Ayuntamientos. Muchas empresas siguieron el ejemplo.
Era la m¨¢s dura de una serie de disposiciones, legales o aplicadas de facto, destinadas a restringir los s¨ªmbolos de la religiosidad en la vida cotidiana. Inclu¨ªan tambi¨¦n la prohibici¨®n de hacerse fotograf¨ªas de identidad con la cabeza cubierta, la supresi¨®n de los oratorios en universidades y administraciones, la inexistencia de mezquitas en zonas tur¨ªsticas como Hammamet o las recriminaciones que las autoridades hac¨ªan a los hombres barbudos.
Ben Ali describi¨® en 2006 al hiyab como "ropa sectaria importada sin ser invitada". Su ministro de Exteriores, Abdelwhab Abdallah, fue m¨¢s lejos y lo tach¨® de "eslogan pol¨ªtico exhibido por un grupo que se esconde detr¨¢s de la religi¨®n para alcanzar objetivos pol¨ªticos". Alud¨ªa a los islamistas. El r¨¦gimen se presentaba ante Occidente como el adalid de la lucha contra los barbudos.
Los vetos engendran rebeliones. Ese mismo a?o, durante el Ramad¨¢n, el mes de ayuno musulm¨¢n, muchas mujeres tunecinas se colocaron el hiyab para protestar. Fueron amonestadas por las autoridades y centenares de j¨®venes acabaron en comisar¨ªa donde se les advert¨ªa de que podr¨ªan ser expulsadas de la universidad o perder su empleo. La amenaza no se concret¨®.
Esa protesta estuvo motivada "no solo por razones religiosas, sino que obedec¨ªa a otras de pol¨ªtica interna; estaba dirigida contra el r¨¦gimen e incluso contra Occidente", explic¨® Khadija Cherif, que era entonces presidenta de la Asociaci¨®n Tunecina de Mujeres Dem¨®cratas. Expres¨® su rechazo "de la manera represiva de acabar con el fen¨®meno" que a partir de entonces empez¨® a crecer, sobre todo, en el centro del pa¨ªs.
Ben Ali fue derrocado y la prohibici¨®n que decret¨® se respeta cada vez menos en T¨²nez. "Muchas de mis compa?eras se lo ponen ya en la universidad sin ning¨²n temor", explica Sanaa, estudiante de 19 a?os que prepara su ingreso en una escuela de ingenier¨ªa y que ha cambiado la foto de su perfil en Facebook. Ya no se le ve su abundante cabellera porque la tapa un colorido hiyab.
El ministro de Asuntos Religiosos, Laroussi Mizouri, ya evoc¨® el mes pasado la necesidad de abrogar la prohibici¨®n. "El velo es un asunto personal enmarcado en las libertades individuales de la mujer", recalc¨®. Su opini¨®n coincide con la de Cherif: "No hay que vulnerar la libertad individual".
En su primera entrevista en la televisi¨®n p¨²blica tunecina, Rachi Ghanouchi, el l¨ªder de En Nahna, la formaci¨®n islamista reci¨¦n legalizada, dijo exactamente lo mismo a prop¨®sito del hiyab: "No estoy a favor de su imposici¨®n, pero tampoco de su prohibici¨®n". "Su uso se enmarca en la libertad individual que respeto".
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