Italia en el espejo
Roma, ciudad abierta
Roberto Rosselllini, 1945
El neorrealismo es el g¨¦nero que mejor supo dibujar la Italia de la guerra y la posguerra, estirando hasta el l¨ªmite las barreras entre la ficci¨®n y la no ficci¨®n. Por eso resulta tan dif¨ªcil elegir una pel¨ªcula del maestro del g¨¦nero, Roberto Rossellini: se podr¨ªa escoger Europa 51, Camarada, Alemania, a?o cero, incluso Te querr¨¦ siempre o Stromboli, que detr¨¢s de dolorosas historias de amor reflejan con profundidad las heridas de un pa¨ªs y un continente, pero Roma, ciudad abierta es tal vez su filme m¨¢s emocionante y grandioso desde su inmensa sencillez. Rossellini empez¨® a escribirla apenas terminada la ocupaci¨®n alemana y la estren¨® cuando la guerra era una realidad omnipresente en un pa¨ªs destrozado. Solamente por la escena de la muerte de Anna Magnani merece formar parte de la memoria colectiva de la humanidad.
Ladr¨®n de bicicletas
Vittorio de Sica, 1948
Conmovedora, inmensa, dolorosa, bell¨ªsima, Ladr¨®n de bicicletas es una de las cumbres del neorrealismo y del cine universal. En uno de sus m¨¢s emocionantes reportajes, Ryszard Kapuscinski describe c¨®mo toda una familia africana sobrevive gracias a una ¨²nica posesi¨®n, una cacerola que les permite cocinar y vender en el mercado. El futuro del protagonista de este filme de Vittorio de Sica -rodado como otros t¨ªtulos de la ¨¦poca con actores no profesionales- depende de una bicicleta, gracias a la que ha conseguido un trabajo que le permitir¨¢ no salir de la miseria, pero por lo menos sobrevivir. Y, en su primera jornada, se la roban. La odisea para recuperarla en la paup¨¦rrima Roma de la posguerra simboliza la lucha de un pa¨ªs por recuperar su dignidad y su moralidad y es una lecci¨®n de humanidad.
La dolce vita
Federico Fellini, 1960
Como ocurre con la escena de la bofetada en Gilda, La dolce vita es una pel¨ªcula engullida por una escena: el ba?o de Anita Ekberg en la Fontana de Trevi. En uno de sus filmes de factura m¨¢s cl¨¢sica, Federico Fellini relata las andanzas de un periodista de sociedad, Marcello Mastroianni, en la Roma alegre y despreocupada que comienza a despertar de la pesadilla de la posguerra. Divertida, provocadora, llena de escenas memorables (y de nombres inolvidables: la palabra paparazzi nace con este filme), es una pel¨ªcula que se convirti¨® no solo en el s¨ªmbolo de una ¨¦poca, sino tambi¨¦n del estado de ¨¢nimo de un pa¨ªs (como Amarcord es un relato universal sobre cualquier infancia). Uno de sus guionistas, el gran Ennio Flaiano, dijo sobre su pa¨ªs: "En Italia la situaci¨®n siempre es grave, pero nunca es seria". De eso va al final La dolce vita.
El Gatopardo
Luchino Visconti
Aplicable desde Sicilia hasta las revoluciones en los pa¨ªses isl¨¢micos, El Gatopardo contiene una de las frases m¨¢s citadas de la literatura (a pesar de lo cual nunca es un t¨®pico): "Todo tiene que cambiar para que todo siga igual". Este filme es una magistral adaptaci¨®n de la ¨²nica novela de un cansado noble siciliano llamado Giuseppe Tomasi di Lampedusa, que dirigi¨® Visconti poco despu¨¦s de su publicaci¨®n. El Gatopardo transcurre en el arranque de la unificaci¨®n de Italia, cuando Garibaldi desembarc¨® en Sicilia. Su protagonista es el pr¨ªncipe Fabrizio Salina, s¨ªmbolo de una era agotada que ve c¨®mo su mundo desaparece mientras emergen nuevos poderes y nuevas clases sociales en busca del poder. Despu¨¦s de la interpretaci¨®n de Burt Lancaster, resulta imposible ponerle otras facciones a ese personaje.
Nosotros que nos hab¨ªamos...
Ettore Scola, 1974
Con pel¨ªculas como La familia, La sala de baile y, sobre todo, Una jornada particular, el cineasta romano Ettore Scola ha sido uno de los grandes cronistas de la historia de Italia. Pero de todos sus filmes, Nosotros que nos hab¨ªamos querido tanto expresa como ninguno el amor y el dolor de un pa¨ªs. A trav¨¦s del relato de tres amigos enamorados de la misma mujer, la pel¨ªcula recorre la historia de Italia desde el final de la II Guerra Mundial hasta los a?os setenta, y la clave est¨¢ en el desencanto, frente a la vida cotidiana pero tambi¨¦n frente a la realidad pol¨ªtica. Dos frases del filme resumen su tono: "Quer¨ªamos cambiar el mundo, pero el mundo nos ha cambiado a nosotros" y "el futuro ha pasado de largo y ni siquiera nos hemos dado cuenta". Inolvidable la recreaci¨®n del rodaje de La dolce vita con Fellini y Mastroianni interpret¨¢ndose a s¨ª mismos.
Novecento
Bernardo Bertolucci, 1976
Con un reparto impresionante (Robert De Niro, G¨¦rard D¨¦pardieu, Dominique Sanda, Burt Lancaster, Donald Sutherland, Stefania Sandrelli...) y unos medios poco comunes en el cine europeo, Bernardo Bertolucci narra la historia de Italia en la primera mitad del siglo XX a trav¨¦s de dos ni?os nacidos a la vez: Alfredo, heredero del patr¨®n, y Olmo, un campesino bastardo. Desde el gui¨®n hasta los personajes o la m¨²sica inmediatamente tarareable de Ennio Morricone, Novecento est¨¢ marcada por un constante tono panfletario, pero ha conseguido no envejecer, incluso vista en el mundo posterior al muro de Berl¨ªn. La dignidad de la lucha frente a un poder brutal, el derecho a la justicia y al pan son los temas que mueven este filme en el que las banderas rojas son casi lo de menos porque al final relata algo tan viejo como el combate por la libertad.
La mejor juventud
Marco Tulio Giordana, 2003
Concebida como una serie televisiva, Marco Tullio Giordana no solo logr¨® encarnar las decepciones y esperanzas de una generaci¨®n a trav¨¦s de la familia Carati, sino que consigue que seis horas de cine se hagan cortas. La saga est¨¢ cargada de personajes inolvidables: Nicola, el psiquiatra incapaz de renunciar a su amor por la vida por mucho que le vapuleen; Giorgia, la enferma mental llena de inteligencia maltratada por el sistema que logra finalmente vencer; Giulia, que arruina su vida al abrazar la causa equivocada, el terrorismo de las Brigadas Rojas; Mirella, la fot¨®grafa de Stromboli; Matteo, el hermano inconformista peleado con su vida y con su talento, la madre y el padre... Todos forman un fresco de nuestras propias ilusiones, un espejo en el que mirar nuestras existencias con la historia de Italia desde los a?os sesenta como tel¨®n de fondo.
El divo
Paolo Sorrentino, 2008
El senador vitalicio Giulio Andreotti (Roma, 1919) ha sido el pol¨ªtico m¨¢s importante de la posguerra italiana y acab¨® procesado por asociaci¨®n mafiosa y corrupci¨®n (aunque fue absuelto). Es una figura que encarna las contradicciones de un pa¨ªs que logr¨® salir del fascismo para convertirse en una democracia estable (pese a Berlusconi), aunque al precio de pactar con el diablo y de llenar el armario de cad¨¢veres. El realizador Paolo Sorrentino logr¨® plasmar no solo la figura de Andreotti, sino todo el universo que le rodeaba en esta inquietante pel¨ªcula que funciona sobre todo por una interpretaci¨®n superlativa: la de Toni Servillo, uno de los grandes actores europeos. No es un filme f¨¢cil, porque algunas de sus claves escapan al espectador espa?ol, pero describe, bordeando la caricatura sin caer en ella, lo que representa un poder casi absoluto.
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