China decreta la 'muerte civil' del Nobel de la Paz
El r¨¦gimen de Pek¨ªn impide las visitas a Liu Xiaobo, el Nobel encarcelado, y mantiene a su mujer aislada en la casa familiar desde octubre pasado. En plenas revueltas en el mundo isl¨¢mico, lo ¨²ltimo que desean los dirigentes de China es que se hable de sus disidentes y activistas pro derechos humanos, detenidos a decenas en las ¨²ltimas semanas
Cuando el comit¨¦ del Nobel de la Paz concedi¨® el galard¨®n de 2010 al disidente chino encarcelado Liu Xiaobo, su esposa, Liu Xia, se qued¨® totalmente sorprendida. Pensaba que las presiones diplom¨¢ticas que hab¨ªa ejercido el Gobierno de Pek¨ªn para evitar que su marido recibiese el premio eran tan fuertes que dar¨ªan fruto. No fue as¨ª. El comit¨¦ noruego resisti¨® y Liu Xia sabore¨® aquel 8 de octubre uno de los momentos m¨¢s dulces de su vida tras a?os de miedo, amenazas y separaci¨®n forzada de su esposo. Ese mismo fin de semana, la polic¨ªa le acompa?¨® a visitarle en la c¨¢rcel de Jinzhou (provincia nororiental de Liaoning), donde su marido cumple una pena de 11 a?os por incitar a la subversi¨®n contra el poder del Estado.
La esposa del Nobel, de 51 a?os, no ha cometido delito alguno. Sin embargo, vive en casa bajo continua vigilancia
Liu Xiaobo tiene muchos admiradores, pero hay quien le critica por favorecer una transici¨®n pac¨ªfica a la democracia
Algunos disidentes, como el activista ciego Chen Guangcheng, est¨¢n en prisi¨®n domiciliaria tras salir de la c¨¢rcel
Pero lo que no sab¨ªa Liu Xia era que aquel encuentro, con el que las autoridades la alejaron de los focos de los medios de comunicaci¨®n internacionales, iba a ser el ¨²ltimo con su marido en mucho tiempo. La ira de Pek¨ªn por la concesi¨®n del galard¨®n a quien considera "un criminal" y "un separatista" acababa de condenar a la familia de Liu Xiaobo a no volver a verle, y a ella, a estar presa en su casa en Pek¨ªn, bajo continua vigilancia, aislada del mundo, sin tel¨¦fono ni Internet.
El Gobierno ha levantado un muro de silencio en torno al disidente y su familia, en lo que parece un intento de hacer que el mundo se olvide del inc¨®modo Nobel de la Paz. Las autoridades han rechazado las peticiones de visita, a pesar de que, seg¨²n la ley, tiene derecho a una al mes. Ni siquiera con ocasi¨®n de las fiestas del A?o Nuevo chino -la gran celebraci¨®n familiar en este pa¨ªs-, el pasado febrero, su esposa o sus hermanos fueron autorizados a reunirse con ¨¦l, seg¨²n explica Mo Shaoping, amigo de Liu Xiaobo y director del bufete de abogados que le representa.
"No tengo noticias suyas desde el a?o pasado. Tampoco puedo contactar con su mujer. Liu Xia solo ha podido visitarle en una ocasi¨®n tras ser anunciado el premio. La familia pidi¨® permiso para el A?o Nuevo, pero les fue denegado", explica Mo.
El r¨¦gimen de Pek¨ªn parece pensar que cuanta menos gente tenga acceso al galardonado, menos se hablar¨¢ de ¨¦l y m¨¢s probable es que la situaci¨®n del Nobel vaya cayendo en el vac¨ªo, especialmente en estos tiempos de revoluciones en el mundo isl¨¢mico, en los que lo que menos desea Pek¨ªn es que la figura del defensor de la democracia conserve su brillo.
"Las autoridades han levantado un muro a su alrededor para que no pueda comunicarse en absoluto con el mundo", asegura Gilles Lordet, coordinador de investigaci¨®n de la organizaci¨®n no gubernamental Reporteros Sin Fronteras. "Su esposa est¨¢ bajo estricta vigilancia, sometida a arresto domiciliario, porque puede ser considerada el primer contacto entre Liu Xiaobo y el mundo exterior. Cuando las autoridades chinas castigan a los defensores de los derechos humanos, castigan a toda la familia", afirma.
Liu Xia, de 51 a?os, se encuentra detenida en su casa desde que se anunci¨® el premio, seg¨²n Amnist¨ªa Internacional. "Es tambi¨¦n una prisionera, a pesar de que no ha sido acusada de ning¨²n crimen", asegura Catherine Baber, subdirectora para la regi¨®n Asia-Pac¨ªfico de la organizaci¨®n de derechos humanos.
Si en los primeros d¨ªas, tras el anuncio del galard¨®n a su marido, pudo recibir algunas llamadas de tel¨¦fono y comunicarse por Internet, esto dur¨® poco. Su n¨²mero de m¨®vil fue desactivado, y la l¨ªnea de Internet, cortada. Su ¨²ltimo mensaje en Twitter fue enviado el 18 de octubre. Despu¨¦s, el silencio.
A finales de enero, Liu Xia, poetisa y fot¨®grafa, recibi¨® un gesto de gracia. Sus vigilantes le permitieron salir a cenar con sus padres, coincidiendo con la visita oficial del presidente chino, Hu Jintao, a Estados Unidos. La medida fue interpretada como una concesi¨®n del Gobierno en respuesta a las cr¨ªticas de Washington sobre el tratamiento a Liu Xiaobo y su familia. Pero r¨¢pidamente fue aislada de nuevo.
A mediados del mes pasado, la intelectual dio otra vez se?ales de vida, aunque de forma tambi¨¦n ef¨ªmera. El 19 de febrero, el Washington Post public¨® que Liu Xia hab¨ªa logrado mantener unos d¨ªas antes una breve conversaci¨®n escrita a trav¨¦s de Internet con un amigo, en la que asegur¨® que se sent¨ªa "muy triste" y se estaba volviendo "loca". "Solo le he visto una vez", cont¨®, en aparente referencia a su marido. "No puedo salir. Toda mi familia es reh¨¦n. Estoy llorando. Nadie puede ayudarme".
"Liu Xia es una ciudadana normal, no ha sido acusada de nada. Lo que est¨¢n haciendo es ilegal. Espero que pongan fin a esta situaci¨®n lo antes posible. Cuanto m¨¢s tiempo la retengan, peor ser¨¢ para la imagen internacional de China. Desear¨ªa que China fuera un pa¨ªs regido por la ley", afirma Mo.
Su marido, Liu, de 55 a?os, escritor y antiguo profesor, fue condenado a 11 a?os de prisi¨®n el 25 de diciembre de 2009 por publicar en Internet art¨ªculos cr¨ªticos con el Partido Comunista Chino (PCCh) y, en particular, por liderar la redacci¨®n de la Carta 08, un manifiesto pac¨ªfico hecho p¨²blico en diciembre de 2008 en el que pide la instauraci¨®n de la democracia, el fin del sistema de partido ¨²nico, un sistema judicial independiente y libertad de asociaci¨®n, religi¨®n y prensa.
El documento -inspirado en la Carta 77 de la antigua Checoslovaquia, que conducir¨ªa a?os despu¨¦s, en 1989, a la Revoluci¨®n de Terciopelo que barri¨® al r¨¦gimen comunista- fue firmado inicialmente por 300 intelectuales; entre ellos, abogados, acad¨¦micos, periodistas y artistas.
La trascendencia y el impacto de la carta sacudieron al Gobierno chino, que desat¨® una campa?a de persecuci¨®n contra los signatarios y llev¨® a la c¨¢rcel a su principal ide¨®logo como castigo ejemplarizante. Para Pek¨ªn, se trataba de atajar de ra¨ªz cualquier movimiento que pudiera poner en peligro el poder absoluto del PCCh y garantizar lo que considera la estabilidad pol¨ªtica y social necesaria para continuar con las reformas econ¨®micas y el ascenso de China en la escena internacional. De ah¨ª que cuando el comit¨¦ del Nobel premi¨® a Liu Xiaobo, los dirigentes chinos reaccionaran con furia.
Thorbjoern Jagland, presidente del comit¨¦ del Nobel de la Paz, asegur¨® que el honor le hab¨ªa sido concedido por "su larga y pac¨ªfica lucha por los derechos fundamentales en China", y que era "una se?al de apoyo a aquellos que luchan en China por los derechos humanos fundamentales", unos derechos "universales".
Pek¨ªn replic¨® que la elecci¨®n era "una muestra arrogante de ideolog¨ªa occidental", que el comit¨¦ hab¨ªa "violado" la integridad del Nobel de la Paz y que se trataba de una injerencia en sus asuntos internos y un intento de desestabilizar el pa¨ªs para impedir su progreso. Seg¨²n Jiang Yu, portavoz de Exteriores, Liu no fue condenado por sus cr¨ªticas, sino "por organizar y persuadir a otros para que firmaran (la Carta 08) y fomentar el derrocamiento de la autoridad pol¨ªtica y el sistema social de China".
Tras la designaci¨®n de su marido, Liu Xia public¨® una carta en la cual invit¨® a un centenar de intelectuales y defensores de los derechos humanos a que acudieran a la ceremonia de entrega del premio el 10 de diciembre en Oslo; pero la mayor¨ªa fueron detenidos, puestos bajo vigilancia o interceptados en el aeropuerto cuando se dispon¨ªan a viajar.
La ceremonia se celebr¨® sin Liu, cuya ausencia fue representada por una silla vac¨ªa, convertida en un potente s¨ªmbolo. Sobre ella, Jagland deposit¨® el diploma. Fue la primera vez en 75 a?os que ni el premiado con el Nobel de la Paz ni ninguno de sus familiares pudieron acudir a recogerlo desde que en 1935 el r¨¦gimen nazi de Adolf Hitler se lo impidi¨® al pacifista Carl von Ossietzky.
En el encuentro que tuvieron en octubre, Liu Xiaobo dijo a su esposa que dedicaba el premio a "las almas perdidas" en la represi¨®n de las manifestaciones a favor de la democracia de Tiananmen (1989) que caus¨® cientos de muertos; miles seg¨²n algunas fuentes.
Su lucha por la democracia y los cambios pol¨ªticos ha granjeado a este nativo de Changchun, capital de la provincia nororiental de Jilin, muchos admiradores dentro y fuera de China. Pero tambi¨¦n detractores. Algunos, como los profesores universitarios en Hong Kong Barry Sautman y Yan Hairong, aseguran que no es merecedor del Nobel de la Paz porque "refrend¨® las invasiones de Irak y Afganist¨¢n, y aplaudi¨® las guerras de Vietnam y Corea retrospectivamente en un ensayo de 2001", seg¨²n escribieron en un art¨ªculo publicado el pasado diciembre en el diario brit¨¢nico The Guardian. Adem¨¢s, le tachan de extremadamente prooccidental.
Mientras, en el fracturado mundo de la disidencia china en el exilio, algunos de sus rivales le acusan de utilizar la v¨ªa de la cooperaci¨®n con el r¨¦gimen para intentar impulsar una transici¨®n hacia la democracia de forma "gradual, pac¨ªfica, ordenada y controlable", seg¨²n las palabras del propio Liu Xiaobo. Una v¨ªa en la que no conf¨ªan.
El muro de silencio alrededor del matrimonio Liu no es ¨²nico. Chinese Human Rights Defenders (CHRD), una red de activistas dentro y fuera de China, asegura que en el pa¨ªs asi¨¢tico se ha desencadenado ¨²ltimamente "una nueva ola de represi¨®n desenfrenada", como consecuencia de los llamamientos en China a concentraciones jazm¨ªn, similares a las de T¨²nez y otros pa¨ªses isl¨¢micos.
Amnist¨ªa Internacional coincide. "El Gobierno chino ha incrementado el recurso al acoso, la detenci¨®n e incluso la tortura contra activistas, abogados, periodistas y otros que solamente quieren libertad para expresar su opini¨®n, que los funcionarios del Gobierno respondan de sus acciones, y participar en lo que ser¨¢ su pa¨ªs en el futuro", afirma Baber.
Estados Unidos ha mostrado esta semana su preocupaci¨®n por "la aparente detenci¨®n y desaparici¨®n forzada" e ilegal "de algunos de los abogados y activistas chinos m¨¢s conocidos", seg¨²n Philip Crowley, portavoz del Departamento de Estado, quien ha citado en particular la desaparici¨®n del profesor de derecho Teng Biao y los abogados Tang Jitian y Jiang Tianyong.
Decenas de disidentes han sido detenidos o puestos bajo vigilancia en las ¨²ltimas semanas en todo el pa¨ªs en respuesta a las convocatorias a la poblaci¨®n china para que se manifieste cada domingo realizadas por organizadores an¨®nimos a trav¨¦s de una p¨¢gina web estadounidense. Pek¨ªn ha respondido a las revoluciones en los pa¨ªses ¨¢rabes tambi¨¦n con un incremento de la censura en los medios de comunicaci¨®n e Internet, el despliegue de cientos de polic¨ªas en los sitios designados para las protestas y restricciones de movimiento a los corresponsales extranjeros, a los que ha amenazado con expulsar del pa¨ªs si acuden para informar a los sitios designados para las manifestaciones.
Las recientes detenciones se unen a las de algunos de los activistas m¨¢s renombrados, como el abogado Gao Zhisheng, un defensor de casos sensibles que se encuentra en paradero desconocido desde hace casi un a?o, o el activista ciego Chen Guangcheng, retenido en su domicilio ilegalmente desde que fue liberado de la prisi¨®n en septiembre pasado. Chen fue encarcelado en 2006, despu¨¦s de provocar la ira de las autoridades por revelar numerosos casos de abortos forzados, esterilizaciones obligadas y otros abusos en su regi¨®n. Los activistas y periodistas que han intentado visitarle en su casa, en una zona rural de la provincia de Shandong (este del pa¨ªs), han sido atacados por matones que controlan el acceso al pueblo y han sido expulsados.
Polic¨ªas y agentes de seguridad dieron una paliza a Chen y su esposa a principios de febrero despu¨¦s de que filtraran un v¨ªdeo grabado en secreto en el que mostraban las estrictas condiciones bajo las que est¨¢n detenidos en su casa, seg¨²n CHRD. En el v¨ªdeo cuentan que hay m¨¢s de 60 personas que se turnan para vigilar la vivienda, y dispositivos para anular la se?al del tel¨¦fono m¨®vil. Seg¨²n Chen, solo permiten a su madre, de 76 a?os, comprar la comida y llev¨¢rsela. En la grabaci¨®n, su mujer, Yuan Weijing, habla en voz baja sobre su inquietud por sus dos hijos y rompe a llorar. "No me atrevo a hablar en alto", dice.
Los casos de Chen Guangcheng y Gao Zhisheng fueron mencionados junto con el de Liu Xiaobo por la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, en un discurso en enero pasado, antes de la visita de Hu Jintao a Washington. Clinton pidi¨® su liberaci¨®n. El presidente chino reconoci¨® en Estados Unidos que "China debe avanzar a¨²n mucho en derechos humanos", pero dijo que estos deben ser vistos en el contexto de las diferentes circunstancias nacionales.
La condena del premio Nobel de la Paz parece formar parte de estas circunstancias nacionales, y el intento de silenciar a su familia, tambi¨¦n. "Al Gobierno chino le gustar¨ªa probablemente que el mundo se olvidara de Liu Xiaobo o que pensara de ¨¦l que es un verdadero criminal", se?ala Baber. "Pero Liu Xiaobo no es un criminal y el mundo no deber¨ªa olvidar que ha hablado sistem¨¢ticamente a favor de un cambio pac¨ªfico en su pa¨ªs, y solo ha pedido que el Gobierno recuerde que debe rendir cuentas ante su pueblo".
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