Modelo salarial y competitividad
Las recientes y reiteradas peticiones de desvincular los salarios de la inflaci¨®n, promovidas por el Banco Central Europeo, la canciller alemana Merkel, el Banco de Espa?a o "influyentes" grupos de 100, no son recetas nuevas. Suponen la continuidad, independientemente de la coyuntura, del neocl¨¢sico discurso de pol¨ªtica monetaria que busca flexibilizar los salarios a la baja.
Pretender desvincular los salarios de la inflaci¨®n supone romper con el mecanismo de determinaci¨®n salarial de la pr¨¢ctica totalidad de pa¨ªses europeos. La productividad no aparece como referencia en todos los pa¨ªses, mientras la inflaci¨®n es el indicador principal en la mayor¨ªa a la hora de fijar los salarios, seg¨²n un informe del BCE.
Nuestro modelo salarial ha demostrado servir tanto en ¨¦pocas de crisis (surgi¨® como respuesta a la elevada inflaci¨®n tras la crisis del petr¨®leo) como en las de bonanza.
Ceder el protagonismo exclusivo a la productividad significa desconocer la realidad de nuestra econom¨ªa, pues tiene un comportamiento claramente contrac¨ªclico. Durante las fases expansivas, la productividad del trabajo muestra crecimientos moderados, mientras que en recesi¨®n aumenta el ritmo de crecimiento, m¨¢xime tras el estallido de la burbuja inmobiliaria.
El actual Acuerdo para el Empleo y la Negociaci¨®n Colectiva 2010-2012 ha consolidado la compatibilidad de ganar poder de compra (que las subidas salariales sean superiores a la inflaci¨®n de forma moderada, de media un 0,6% entre 2001 y 2010), con el reparto negociado de los aumentos de productividad. Entre 1996-2009, el crecimiento de ambas rentas se ha situado en el 0,1% a favor del excedente empresarial.
Si se pretende lograr la convergencia real con Europa, la evoluci¨®n de los salarios ha de ser superior a la de nuestros socios europeos, pues el sueldo medio espa?ol es inferior al de otros pa¨ªses europeos. De lo contrario, la mejora de competitividad no podr¨¢ realizarse a trav¨¦s de factores estructurales del crecimiento, pues una d¨¦bil y deteriorada capacidad adquisitiva merma el consumo y la inversi¨®n y, en consecuencia, el crecimiento a corto y largo plazo.
El modelo productivo espa?ol (excesiva dependencia energ¨¦tica, tejido productivo insuficiente, servicios escasamente avanzados hacia actividades con mayor valor a?adido, excesivo aumento de precios) ha lastrado la capacidad de competir de los bienes y servicios. No es el ajuste salarial lo que confiere competitividad a una econom¨ªa, sino su capacidad de crear empleo de calidad (formando a los trabajadores), basado en salarios dignos, en la reducci¨®n de la desigualdad salarial; y la b¨²squeda empresarial de calidad, dise?o e innovaci¨®n, incorporaci¨®n de nuevas tecnolog¨ªas y atenci¨®n al medio ambiente. S¨®lo as¨ª las econom¨ªas ser¨¢n productivas y podr¨¢n competir y sobrevivir en el largo plazo.
Los sucesivos acuerdos de negociaci¨®n colectiva han seguido el criterio de buscar alzas salariales que permitieran ganar poder adquisitivo de acuerdo a la productividad. Se establec¨ªa una subida inicial calculada con el objetivo de inflaci¨®n y el porcentaje relacionado con la productividad real para, al final del a?o ajustar el resultado con la evoluci¨®n cierta de los precios. Esta f¨®rmula protege la negociaci¨®n salarial sin presionar autom¨¢ticamente los precios, ya que de cumplirse el objetivo de inflaci¨®n no se pone en marcha la cl¨¢usula de garant¨ªa; y en caso de activarse es por una ineficiente determinaci¨®n de los precios por parte de quienes tienen posibilidad de hacerlo.
Este modelo ha contribuido a reducir la inflaci¨®n, a mantener la demanda agregada, a pactar vigencias en los convenios m¨¢s largas y a evitar la individualizaci¨®n.
Un modelo salarial que contemple la evoluci¨®n de precios y el aumento negociado de productividad es ¨²til, en cada momento del ciclo, para empresarios y trabajadores, y mejora la competitividad y el empleo.
Ram¨®n G¨®rriz y Toni Ferrer son secretarios de Acci¨®n Sindical de CC OO y UGT respectivamente.
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