Madrid cascarrabias
Vengo de Berl¨ªn, la que llamo para m¨ª misma la ciudad de los j¨®venes errantes. Todo est¨¢ lleno de chicos y chicas que pueden vivir con muy poco dinero charlando en los caf¨¦s, tendidos en el c¨¦sped en cuanto llega el buen tiempo, andando relajadamente por la calle con sus peque?as mochilas a la espalda. Su aire despreocupado y nada atildado pero tampoco salvaje, sino de una gran sofisticada naturalidad entre hippy y pija, inunda esta atractiva y destartalada ciudad. Son los nuevos bohemios de Europa que van desmarc¨¢ndose del sistema laboral con becas, peque?as ayudas, pocos gastos y que recuerdan en algo a aquellos californianos de los setenta que no quer¨ªan pasarse el d¨ªa en un despacho. Vivienda barata, comida barata, transportes baratos y r¨¢pidos, alegr¨ªa... El problema, me dice un amigo, es que, a lo tonto a lo tonto, estos chicos pueden plantarse en los 50 a?os sin dar clavo. De hecho, en Berl¨ªn tambi¨¦n hay viejos j¨®venes con su peque?a mochila a la espalda, que con un poco de tes¨®n ir¨¢n "hacia la luz" sin dar golpe. ?Qu¨¦ es mejor, tener un cochazo o todo el tiempo del mundo para uno mismo? Se dice que en esta ciudad nadie es totalmente viejo, y la verdad es que tiene algo, una extra?a energ¨ªa, que hace que uno se sienta entre los 20 y los 30, no m¨¢s. Una impresi¨®n que se desvanece en cuanto se llega a Madrid.
Hay demasiada tensi¨®n y poca efectividad en este Madrid, que no sabe qu¨¦ hacer consigo mismo
Es bajarse en Barajas y volver a la edad real. Y no es solo porque seamos una de las poblaciones m¨¢s envejecidas de Europa, sino porque nos sentimos viejos, cansados, malhumorados. Hemos conseguido que Madrid sea una ciudad cascarrabias. Y en lugar de rejuvenecernos todos envejecemos a nuestros j¨®venes, que cada d¨ªa tienen que colgarse m¨¢s piercings e historias para sentirse en su edad o para retener la que ya est¨¢n dejando de tener. Hay demasiada tensi¨®n y poca efectividad en este Madrid, que no sabe qu¨¦ hacer consigo mismo. Porque no es que no tengamos j¨®venes errantes, los tenemos a patadas, lo que pasa es que sue?an con ser errantes en otra parte menos hostil, porque aqu¨ª tienen que vivir en casa de los padres hasta que se sacan la oposici¨®n de notario y adem¨¢s son seudoerrantes no por gusto, sino por obligaci¨®n, y adem¨¢s lo viven de manera vergonzante con complejo de vagos o de no ser queridos por ning¨²n empresario. En lugar de disfrutar de su bohemia, de su libertad, de no tener que rendir cuentas a nadie, de culturizarse sin parar por puro gusto, lo viven como una generaci¨®n perdida, como una generaci¨®n de tr¨¢nsito, como un vac¨ªo. Quiz¨¢ haya llegado la hora de que los estudiantes vivan como jubilados y los jubilados como estudiantes. El mundo est¨¢ cambiando y a lo mejor un d¨ªa a la gente se le hinchan las narices y abren las arcas en negro del planeta y a vivir que son dos d¨ªas, todos sin trabajar.
J¨®venes sin futuro no os atorment¨¦is, marchaos a Berl¨ªn a vivir vuestra juventud sin complejos. Tambi¨¦n se necesita gente contemplativa, gente que se dedique a disfrutar. Es necesario que el disfrute no est¨¦ mal visto, sino todo lo contrario, tendr¨ªa que estar becado, porque el que disfruta pone alegr¨ªa, y los ambientes alegres son m¨¢s creativos.
Cuando nos gusta estar en contacto con los dem¨¢s la vida fluye, el trabajo se hace menos pesado e incluso puede que hasta nos guste. El trabajo tendr¨ªa que ser una manera remunerada de incorporar a nuestra vida el contacto con los dem¨¢s y con el mundo, la experiencia de colaborar en la formaci¨®n del futuro, una manera adulta de dar y recibir de la sociedad y no una carga insufrible y una forma de estar amargado. Lo que es muy probable que ocurra cuando se va de contrato basura en contrato basura y cuando el becario tiene que dejarse explotar para intentar meter la cabeza en alg¨²n sitio. Pero tambi¨¦n existe el malhumor sin justificaci¨®n posible, las malas maneras, el cabreo permanente de gente que tiene su puesto asegurado.
Las veces que he ido a Berl¨ªn se me ha advertido de que no esperase un trato exquisito, y todas esas veces estaba prevenida ante el ataque de alg¨²n borde. Bueno, pues lo que all¨ª llaman mala educaci¨®n aqu¨ª es lo normal, luego se sube un grado m¨¢s y nos encontramos con el antip¨¢tico hasta la estupidez integral que tan buen cuerpo debe de dejarle a quien la practica. El tratarte con cajas destempladas como me ha ocurrido hace tres d¨ªas en mi centro de salud. Por cierto, el sistema sanitario madrile?o est¨¢ llegando a cotas impresentables. Desde luego es una manera de ir carg¨¢ndose la sanidad p¨²blica, como la juventud y la alegr¨ªa.
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