Tres amas de casa
La vida es lo que pasa mientras uno va haciendo otros planes. Algo parecido dijo Lennon, y algo parecido es lo que descubren las tres hermanas de Ch¨¦jov durante la pieza que las re¨²ne en su t¨ªtulo. Su plan es abandonar la peque?a y tediosa ciudad de provincias en la que viven y volver a Mosc¨². Pero la vida, y en concreto la invasi¨®n de lo vulgar en sus vidas -vulgaridad representada por Natasha, la prometida de su hermano Andr¨¦i que acabar¨¢ cas¨¢ndose con ¨¦l y desterr¨¢ndolas a ellas de la casa familiar- junto con su incapacidad para actuar y luchar por sus aspiraciones, las alejar¨¢ de ese Mosc¨² que compendia todos sus sue?os. Es importante el contraste entre las tres hermanas, superiores, altivas, educadas en una intelectualidad ociosa que les impide pasar a la acci¨®n, y la cu?ada, cuya aparici¨®n marca el inicio del fin de esos sue?os.
LES TRES GERMANES
De Ant¨®n Ch¨¦jov. Traducci¨®n: Miquel Cabal Guarro. Adaptaci¨®n y direcci¨®n: Carlota Subir¨®s. Int¨¦rpretes: Pepo Blasco, Roser Cam¨ª, Jordi Collet, Mia Esteve, Eduard Farelo, V¨ªctor Pi, Alba Pujol, Bernat Quintana, Xavier Ruano, Anna Sahun, Ernest Villegas. Escenograf¨ªa: Max Glaenzel. Vestuario: M. Rafa Serra. Iluminaci¨®n: Mingo Albir. Espacio sonoro: Oriol Roca. Sonido: Marta Folch.
Teatre Lliure, Sala Fabi¨¤ Puigserver. Barcelona, 9 de marzo.
En el montaje que firma Carlota Subir¨®s, responsable tambi¨¦n de la adaptaci¨®n, por mucho que ellas nos digan que hablan cuatro idiomas y Andrei comente hacia el final que su mujer le parece vulgar, lo cierto es que el contraste no se da ni por asomo. Las cuatro, con sus m¨¢s y sus menos, podr¨ªan provenir del mismo entorno. A la salida del estreno alguien solt¨®, refiri¨¦ndose a las tres protagonistas, que parec¨ªan m¨¢s bien amas de casa. Y algo de eso hay, en parte porque lo que hay tambi¨¦n es demasiada poda.
Subir¨®s ha condensado la obra en dos horas de funci¨®n. Para ello, se ha cargado a los personajes menores como Anfisa, la vieja ama, que puede que no aporten nada fundamental pero sirven, por de pronto, para que las hermanas no tengan que servir el t¨¦; tambi¨¦n han desaparecido los dos alf¨¦reces y ha ido recortando, eliminando una serie de di¨¢logos y comentarios (sobre la esposa de Vershinin, por ejemplo) aparentemente insustanciales que sirven para apuntalar a los personajes. No se echa en falta nada en concreto, pero al quedarse con lo esencial, con la angustia y la desesperanza de los personajes, el peso de tanto abatimiento se hace excesivo. Y en el caso de las tres protagonistas, resulta incluso algo caprichoso. Sufren lo indecible, con convulsiones nerviosas incluidas, pero no emocionan porque no intuimos siquiera lo que las corroe por dentro, es como si su desconsuelo viniera de antes. No est¨¢n bien definidas. Ellos, tampoco. Les falta fuerza y texto. Una pena, porque el espacio esc¨¦nico es precioso y lo del tel¨®n desliz¨¢ndose lateralmente al final de cada acto como si cada uno de ellos se desarrollara a modo de diapositiva est¨¢ muy logrado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.