"Mourinho es un estado de excepci¨®n"

Cuando ya ten¨ªa 40 a?os, era fil¨®sofo y poeta y caminaba a grandes zancadas por las calles de Londres.

Iba calzado con zapatillas deportivas sobre las que desplazaba un cuerpo entonces mucho m¨¢s robusto que el que sostiene a sus 72 a?os. Era un corredor de medio fondo. Con las manos atr¨¢s, avanzando su cabeza hacia una meta que no llegaba nunca. Como si desplazara la idea de regresar a las brumas de su mundo, Cantabria.

Un deportista. Su padre lo quiso tenista. Se hizo deportista cuando fue al colegio de los jesuitas de Valladolid y conoci¨® a Jos¨¦ Mar¨ªa Cagigal, el jesuita que luego, sin h¨¢bitos, fund¨® el INEF.

Aquel ?lvaro Pombo es ahora uno de los novelistas m¨¢s afamados de Espa?a y es acad¨¦mico de la Lengua. En su barrio de Madrid, Moncloa, se le distingue porque es el hombre que va (o iba) en bicicleta y, adem¨¢s, porque es amigo de todo el mundo.

Parec¨ªa, en Londres, un hombre brumoso, pero es hombre de aire libre. Le gustan la bicicleta, caminar, hacer pesas y, aunque nada de ello lo haya hecho con orden, como para competir, se ha divertido much¨ªsimo haciendo esas especialidades...

Ya no anda tanto ni va por la calle en bicicleta. A la Academia iba caminando, "pero ahora estoy artr¨®sico" y las bicicletas (tiene tres) son como objetos escult¨®ricos a los que presta una adoraci¨®n extraordinaria. "Tengo tres", dice como quien habla de amistades. "Tengo una buen¨ªsima que solo pesa nueve kilos. La puedes llevar de una mano".

Ahora es m¨¢s bien un sedentario; un deportista sedentario, como dec¨ªa Miguel Delibes en sus Memorias deportivas de un hombre sedentario. Pombo recuerda una frase de Nietzsche: "Todos los pensamientos f¨¦rtiles y poderosos surgen cuando se est¨¢ en acci¨®n". En acci¨®n, caminando, imagina versos. Acaso por eso dicta, como si caminara, sus novelas. La bicicleta, que es su deporte, le abstrae. "Hay un poema de Jos¨¦ Antonio Mu?oz Rojas, La ciclista, cuyo ¨²ltimo verso dice: 'No pesa el coraz¨®n de los veloces". Es verdad, concede Pombo; "el coraz¨®n de los veloces no pesa; es la ingravidez de ese equilibrio en el movimiento que tienes que montar en bicicleta. Parece que vuelas".

Es curioso: tan terrenal, tan pegada a la tierra, "y parece que vuelas". Tiene bicicleta desde 1992, cuando vio c¨®mo se mov¨ªan los j¨®venes. Ahora est¨¢ fascinado. Hay bicicletas que tienen hasta 21 desarrollos: "Antes pas¨¢bamos por un pi?¨®n fijo a un cambio y, cuando llegabas a una cuesta, ibas andando, empuj¨¢ndola".

Eran espl¨¦ndidas las que llevaba Federico Mart¨ªn Bahamontes: "Cuando las vi, me compr¨¦ una y me he movido mucho en bicicleta por Madrid. Lo que pasa es que ahora estoy m¨¢s viejo... Bueno, no tanto, pero lo noto un poquit¨ªn. Ahora estoy esperando que llegue el buen tiempo. Toda mi vida est¨¢ centrada en la espera de la primavera. Vivo para el buen tiempo".

Pero no lo espera sentado o, en todo caso, lo espera sentado al aire libre, escribiendo, leyendo. Es hombre de terrazas, no de tresillos. Se emociona con esta oda a la bicicleta que le he llevado y que es de Pablo Neruda (aparece en el n¨²mero de Litoral dedicado al deporte y las artes): "La bicicleta/ inm¨®vil/ porque/ solo/ de movimiento fue su alma/ y all¨ª ca¨ªda/ no es/ insecto transparente/ que recorre el verano,/ sino/ esqueleto/ fr¨ªo/ que s¨®lo/ recupera/ un cuerpo errante/ con la urgencia/ y la luz..."

"Buena imagen", le parece; "buena imagen esa del insecto. Una bicicleta es un artefacto un poco absurdo. Ah¨ª est¨¢n las dos ruedas. Es un cuerpo inerte cuando no la montas. Siempre tiene que estar ca¨ªda o en marcha. Un insecto. Tiene raz¨®n Neruda".

La bicicleta lleva a los recientes casos mezclados con las transfusiones... Pu?etero tema. "Me ha dado repel¨²s", dice Pombo, "el tratamiento que se ha dado al asunto. Ha habido una especie de hipocres¨ªa en el tratamiento de esta gente, Contador, Nuria Fern¨¢ndez, que luego, mira, han vuelto a competir... Este es un pa¨ªs de linchamientos y de masacres. Es una cosa cainita. 'Mucha sangre cainita tiene la gente labriega', dec¨ªa Machado. Con Marta Dom¨ªnguez, con Nuria Fern¨¢ndez, con Alberto Contador no hab¨ªa caso. Pero tenemos esa especie de man¨ªa persecutoria, un poco del cristiano viejo: 'Le he visto c¨®mo com¨ªa cerdo'; esa especie de persecuci¨®n delatora...".

Un pa¨ªs cainita, un mundo rabiosamente competitivo. ?Parecen escritores los deportistas, o banqueros, compitiendo tanto! "Me parece muy grave que se haya introducido la competitividad en tan alto grado, que todo sea espect¨¢culo, que se exija que se rebaje infinitamente el tiempo de los cien metros... Es antipedag¨®gico... El deporte ha de estar integrado en la vida porque la experiencia deportiva es fecundante, pero el deporte del vamos a consumirnos no puede ser integrado en la vida. La gente se mata. A m¨ª lo que me gusta es esa idea del deporte integrado en la vida".

Es un extra?o en la grada; del f¨²tbol, por ejemplo. Lo ve por la tele cuando hay grandes acontecimientos: el Mundial. De ah¨ª viene con una teor¨ªa: hay entrenadores dem¨®cratas (como Pep Guardiola o Vicente del Bosque, del que es fan), "que no imprimen culto al yo, que juegan con el lenguaje ordinario, o entrenadores de estado de excepci¨®n como Capello o como Mourinho, que se consideran soberanos y que se corresponden con una imagen instant¨¢nea, excepcional, del f¨²tbol".