El Gran Mudo en Palestina
La colectividad del mundo ¨¢rabe oriental que parece m¨¢s familiarizada con la democracia -solo a la zaga del intrincado L¨ªbano- es quien m¨¢s preocupadamente observa un religioso silencio ante las revueltas democr¨¢ticas de T¨²nez y Egipto. La Autoridad Palestina (AP), imposibilitada por la ocupaci¨®n israel¨ª de demostrar si es capaz o no de crear una sociedad plenamente democr¨¢tica, no tiene inter¨¦s en expresar su apoyo a quienes persiguen sus mismos objetivos en el vecindario. ?Por qu¨¦ la AP habr¨ªa preferido que los revoltosos se quedaran en casa?
Aunque la Autoridad callara ten¨ªa que soltar lastre permitiendo alguna manifestaci¨®n a favor de las revueltas, y as¨ª el 17 de febrero con una asistencia mediocre -y ayer mucho m¨¢s nutrida- una mayor¨ªa de j¨®venes retomaba en Ramala la m¨²sica y los c¨¢nticos contra Mubarak en El Cairo y Ben Ali en T¨²nez, para adjuntarles una nueva letra pidiendo unidad; esto es, reconciliaci¨®n con Ham¨¢s, el movimiento islamista que gobierna la franja de Gaza. Uno de los organizadores de la protesta precisaba que esa demanda era tanto como exigir la autodeterminaci¨®n palestina y el regreso de los expulsados por Israel en las guerras de 1948 y 1967, prop¨®sito en el que cree la oposici¨®n en los territorios ocupados que el Gobierno de Mahmud Abbas no se aplica con el vigor debido.
Era necesario, sin embargo, algo m¨¢s. Y el 12 de febrero la Autoridad ya hab¨ªa anunciado la celebraci¨®n de elecciones legislativas y presidenciales en septiembre, que deb¨ªan haberse producido estatutariamente el a?o pasado, pero la divisi¨®n en las filas palestinas y la ocupaci¨®n israel¨ª aplazaron sin fecha. Al d¨ªa siguiente, el competente y moderad¨ªsimo primer ministro Salam Fayad confirmaba la disoluci¨®n de su Gobierno, presumiblemente para ampliar su base y responder a la reclamaci¨®n de los manifestantes de "pan y justicia", en ello id¨¦ntica a la de los pa¨ªses hermanos. Aunque Fayad ha mejorado las condiciones de habitabilidad y supervivencia del pueblo palestino, la demograf¨ªa le procura amplios motivos de inquietud. De los tres millones de habitantes de Cisjordania y la Jerusal¨¦n ¨¢rabe el 57% tiene menos de 21 a?os y el 65% no pasa de los 25. En esos cortes de edad el desempleo es de m¨¢s de un 30%, y como la organizaci¨®n palestina exige que se boicotee la instalaci¨®n de colonias sionistas neg¨¢ndoles mano de obra, hay 25.000 trabajadores en paro que as¨ª podr¨ªan ganarse la vida. Y no toda la opini¨®n es partidaria de boicotear un salario.
Lo m¨¢s notable era, sin embargo, la intenci¨®n con la que la Autoridad arrojaba el guante a Ham¨¢s. Si las elecciones no se celebran en la totalidad de los territorios carecer¨¢n obviamente de valor, y el Gobierno palestino especula con que los islamistas se vean obligados a admitir que tengan lugar para no perder la cara ante la opini¨®n. El movimiento ha respondido, sin embargo, que su participaci¨®n estar¨ªa vinculada a que pudiera pregonar libremente su mercanc¨ªa en Cisjordania, lo que hoy es imposible porque las fuerzas de seguridad palestinas cooperan con Israel en la persecuci¨®n de Ham¨¢s. En enero pasado, la cadena de televisi¨®n ¨¢rabe Al Yazira difundi¨® -al estilo de Wikileaks- las minutas de unas reuniones que dejaban en muy mal lugar a la AP por el grado de deferencia y concesiones que estaba dispuesta a hacer -sin ning¨²n ¨¦xito- a Israel.
Esta retorcida filigrana se inscribe, finalmente, en el contexto de m¨¢ximo ¨¦xito diplom¨¢tico del presidente Abbas y de aislamiento israel¨ª. El avance de la AP se ha producido especialmente en Am¨¦rica Latina, donde algunos Gobiernos proamericanos no temen disgustar a Washington reconociendo por anticipado un Estado palestino, que es lo que amaga con proclamar Abbas si Jerusal¨¦n sigue sin tener nada que ofrecer. En abril de 2010 Venezuela intercambiaba embajadores con la AP, pero, m¨¢s significativamente, Brasil, a¨²n con Lula en la presidencia, hac¨ªa lo propio en diciembre, y otro tanto hab¨ªan hecho o har¨ªan Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Argentina, Paraguay y Uruguay, entre los Estados m¨¢s o menos de izquierda, as¨ª como Per¨² y Chile, de centro o derecha.
La estrategia palestina no persigue, sin embargo, la reanudaci¨®n de unas negociaciones que sabe de pura forma, sino arrojar toda la carga de la prueba sobre el Estado sionista para que el mundo sepa quien ampl¨ªa sin cesar su ocupaci¨®n del territorio, mientras dice querer la paz. Pero los terroristas de Ham¨¢s son el tonto ¨²til que regala a Israel la raz¨®n o el pretexto para congelar permanentemente el conflicto.
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