"Se puede aprender a ser feliz, pero hay que practicar"
Martin Seligman (Albany, EE UU, 1942), sentado en una mesa de madera sin mantel, rinde pleites¨ªa a un plato de perretxikos con cardo mientras comienza a despachar los asuntos del alma entre bocado y bocado. El estadounidense, impulsor de la psicolog¨ªa positivista y profesor en la Universidad de Pensilvania, no muestra atisbo de perplejidad cuando se le explica que Gaztelubide, una emblem¨¢tica sociedad gastron¨®mica ubicada en la Parte Vieja de San Sebasti¨¢n, se ha resistido hasta hace poco tiempo a que entren las mujeres. Una educaci¨®n estricta en un colegio militar le ha dejado cierto poso que contrasta con su forma de vida: ayudar a las personas a ser felices.
No le gusta hablar de la felicidad en bruto. "Un t¨¦rmino enga?oso que no se puede medir. Es mejor descomponer la felicidad en elementos para poder cuantificarlos y estudiarlos cient¨ªficamente". Seligman cita el Paspel, (Perma, en ingl¨¦s: cinco elementos definidos a partir de los cuales medir la felicidad), como si fuera un mantra; emociones positivas, la sinton¨ªa con el entorno, la pertenencia a un grupo o el altruismo, los logros o las metas. "Se puede aprender a ser feliz, pero hay que practicar. No se trata de trabajar solo unos elementos y otros no, sino que todos juntos hacen que sea posible ser m¨¢s felices".
El impulsor de la psicolog¨ªa positiva cree que se puede hacer la vida mejor
Mientras prueba con deleite unos esp¨¢rragos frescos de Navarra recuerda que durante a?os trat¨® de investigar el sufrimiento humano hasta que decidi¨® tirar por otro camino: "Se puede aspirar a m¨¢s, no solo a paliar el sufrimiento, sino a que los que est¨¢n bien est¨¦n mejor". Lo dice ¨¦l, un hombre que se define como pesimista y que debe tomar su propia medicina.
Padre de siete hijos, Seligman viaja siempre con su familia. En esta ocasi¨®n, pas¨® por el congreso Di¨¢logos de cocina con su mujer y tres de sus hijos porque forma parte de la formaci¨®n que quieren darles para potenciar sus fortalezas y mantenerse unidos: "No van a la escuela hasta los 14 a?os, estudian en casa porque es hasta la adolescencia cuando podemos inculcarles las herramientas para que sean positivos".
Llega la chuleta con los pimientos rojos cristal, el plato fuerte del men¨² elaborado por el equipo del chef Luis Andoni Anduriz, ide¨®logo del congreso. Seligman, a quien no le gusta frivolizar con la sonrisa, tiene ya claro que los cocineros son aut¨¦nticos l¨ªderes porque inspiran a las masas. Y va m¨¢s all¨¢: la gastronom¨ªa y la psicolog¨ªa positiva tienen m¨¢s en com¨²n de lo que puede parecer a priori cocinar un guiso de liderazgo, motivaci¨®n y psicolog¨ªa. "Los cocineros cogen ingredientes buenos para lograr la excelencia. Mejoran lo que ya es bueno".
En los postres, mientras degusta queso con membrillo, este hombre amable pero serio, desvela sus ambiciones: "Que en 2021 el 51% de la poblaci¨®n del mundo tenga el Perma alto". Pone como ejemplo la iniciativa liderada por el primer ministro ingl¨¦s, el conservador David Cameron, que quiere medir y mejorar el bienestar en Reino Unido. Se trata de cuestionar las pol¨ªticas p¨²blicas.
?C¨®mo valorar entonces la felicidad? ?Por momentos o recuerdos, o hay que medirla por la satisfacci¨®n en la vida? ?A corto o a largo plazo? Interrogantes que deja sobre la mesa.
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