"La novela ha sido empujada a los m¨¢rgenes de la sociedad"
Mirada lejana depositada en el fondo de unos estantes; cabellos obligados a ir lentamente hacia atr¨¢s, hacia una trastienda de donde parecen salir tambi¨¦n las meditadas respuestas; breves sorbos de cola sin az¨²car. As¨ª afrontaba ayer en Barcelona Juan Gabriel V¨¢squez (Bogot¨¢, 1973) las primeras ajetreadas horas tras saberse ganador del XIV Premio Alfaguara de Novela con El ruido de las cosas al caer, que aparecer¨¢ en mayo. Jersey y americana oscuros, sin prisas, a la antigua usanza; exactamente igual que entiende la funci¨®n de la novela.
Pregunta. Tercera novela suya tras las ya elogiadas Los informantes e Historia secreta de Costaguana y un premio de esta magnitud. Trayectoria intensa...
"Creo que el destino de alguien que no existe puede decir mucho de nosotros"
Respuesta. Bueno, tercera novela oficial. Tengo otras dos que hice cuando ten¨ªa 23 y 25 a?os en Colombia, pero las elimin¨¦.
P. ?Y eso? ?Cu¨¢les son?
R. Prefiero no decirlo. Eran novelas de aprendizaje; quiero que nadie las recuerde.
P. ?Puede pedir eso un escritor? ?Tiene derecho sobre eso?
R. No s¨¦; en cualquier caso me gustar¨ªa que me dejaran olvidar esa parte de mi pasado. Me tomo ese derecho.
P. ?Qu¨¦ ruido hacen las cosas al caer?
R. Eso est¨¢ vinculado al personaje que conoce el protagonista, expresidiario, en cuya vida ha habido muchos aviones que han ca¨ªdo accidentalmente. Son casos reales. Luego el t¨ªtulo tiene una densidad metaf¨®rica, claro: c¨®mo cae la vida de la gente, sus proyectos familiares y todo en un pa¨ªs dominado por la droga y su mundo de terror como era Colombia.
P. La novela arranca con la caza del hipop¨®tamo que huy¨® del zool¨®gico que intento montarse el capo de la droga Pablo Escobar.
R. Es uno de los momentos en los que naci¨® en m¨ª la novela: estando en Barcelona me enter¨¦ del episodio y me percat¨¦ de que con ¨¦l cerraba una etapa de mi vida, dejaba de preocuparme por si alguien se retrasaba 10 minutos en una cita, un periodo de convivir con el miedo y la angustia, de saber d¨®nde estaban todas las cabinas de tel¨¦fonos para, por si estallaba una bomba, llamar en seguida a casa para decir que estaba vivo. Mi generaci¨®n es contempor¨¢nea al estallido del tr¨¢fico de drogas. Hemos compartido generaci¨®n con este negocio: ?qu¨¦ implica eso, c¨®mo se crece acostumbrado al miedo, con esa sensaci¨®n del falso control sobre tu vida..? Eso se plantea el protagonista, cuando mira a su mujer y a su hija...
P. Pero usted hace ya 13 a?os que march¨® de Colombia.
R. S¨ª, s¨ª, pero ha sido como volver a la casa que abandonaste para cerrar una puerta que hab¨ªas dejado abierta; tambi¨¦n ha influido que me he casado y he tenido dos hijas. Lo de los hijos es, entre otras cosas, descubrir una gama de miedos desconocidos.
P. Esta novela vuelve a ser un motivo para responder preguntas sobre la vida.
R. S¨ª, sigo viendo la novela como la mejor herramienta para entender el mundo, para iluminar zonas oscuras de la vida aunque s¨¦ que eso no est¨¢ hoy en el centro de la literatura ni del mundo.
P. ?A pesar de haber recibido un premio como este?
R. S¨ª. La novela ha sido empujada a los m¨¢rgenes de la sociedad y la atenci¨®n medi¨¢tica que recibe no es proporcional: se suele dirigir a obras o aspectos que no tienen nada importante que decirnos sobre qui¨¦nes somos y por qu¨¦ estamos como estamos. Poco a poco, la comprensi¨®n del mundo ha dejado de ser verbal...
P. Su propuesta no es la que sigue la mayor¨ªa de su generaci¨®n. ?Se siente solo?
R. Tanto como solo..., pero s¨ª tengo v¨ªnculos m¨¢s claros con los escritores de la d¨¦cada anterior, los de los sesenta... S¨ª, m¨¢s cerca de Javier Cercas o Alan Pauls que de otros; de los m¨ªos, quiz¨¢ con Mathias Enard. Su Zona es ya una de las grandes novelas de mi generaci¨®n... Soy un anacronismo; me quedo con Conrad, como puente entre Flaubert y Joyce; a¨²n creo en el lenguaje despegado de la dictadura de la imagen demasiado viva hoy. Y tengo fe en los personajes, seres con muchas aristas, sin ese descreimiento moderno de hoy. Creo a ciegas que el destino individual de alguien que no existe puede decirnos mucho sobre nosotros.
P. Bella raz¨®n de la novela...
R. Esa teor¨ªa seguro que es motivo de risa, cuando lo lean, en otras escuelas literarias actuales. ?Sueno a abuelo cansado?
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