Lo importante es el caballo
El tiempo nos devora. El que resta al presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, que viene ponderando desde el pasado mes de junio el momento id¨®neo para anunciar su renuncia al encabezamiento de las listas socialistas para las elecciones generales de marzo de 2012, se reduce de manera exponencial. Mientras, se acrecienta la presi¨®n para que la inc¨®gnita puramente formal quede despejada antes de las urnas municipales y auton¨®micas del 22 de mayo. De fondo, se escucha al entorno de La Moncloa y de Ferraz responder al un¨ªsono con el mantra de que el jefe sabe muy bien administrar sus tiempos. Pero, una vez que se da por descontada la decisi¨®n de rehusar, se observan las primeras apuestas sobre los posibles relevos, tanto en las filas del Partido Socialista como en las p¨¢ginas de esos peri¨®dicos de autor, que se sienten investidos de la funci¨®n de "hacedores de reyes".
Blanco enfatiza la marca PSOE por encima de quien se enfunde la camiseta con esos colores
Entonces, se arranca Jos¨¦ Blanco, vicesecretario general del PSOE y ministro de Fomento, para decir que en el hip¨®dromo lo importante es el caballo. Esta forma de hablar confirma la tendencia de los dirigentes a recurrir a las par¨¢bolas, que luego deben explicarse a la audiencia como hubo de hacer Nuestro Se?or a petici¨®n de sus disc¨ªpulos con la del sembrador o la del buen pastor. Nadie discute la importancia del caballo pero tampoco convendr¨ªa subestimar al jinete y su capacidad de sacar a su montura el mejor rendimiento. En su ¨¦poca de corresponsal en Londres del inolvidado diario Madrid, contaba Jes¨²s Pardo el sucedido de un probo funcionario brit¨¢nico apasionado por la h¨ªpica. Parece que despu¨¦s de toda una vida de ahorro espartano pudo cumplir su ambici¨®n de adquirir un caballo, que inscribi¨® en la competici¨®n de su categor¨ªa. Aquel d¨ªa en la tribuna del hip¨®dromo, prism¨¢ticos en ristre, sigui¨® lleno de ansiedad la carrera. Diez minutos despu¨¦s de que todos los caballos alcanzaran la meta apareci¨® el suyo. Salt¨® entonces desolado a tomarle de la brida mientras preguntaba al jockey si no habr¨ªa podido hacer algo por llegar antes. El jinete le respondi¨® de inmediato: "Yo s¨ª, pero es que me daba l¨¢stima dejar solo al caballo".
El recurso al caballo est¨¢ muy cargado de historia. Los h¨¦roes suelen acabar en estatuas ecuestres; a Ricardo Coraz¨®n de Le¨®n se le atribuye la frase de "mi reino por un caballo"; el clavo desprendido de una herradura acab¨® por causar la derrota en una batalla; se dice que en Jerez solo se puede ser o Domecq o caballo; a Juan Guerra todos sus cafelitos se le vinieron abajo cuando compr¨® un caballo, de seguro m¨¢s barato que una play station; Muamar el Gadafi regal¨® un caballo al entonces presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar; la h¨ªpica de Bono est¨¢ en el origen de sus mayores disgustos y la supresi¨®n durante la II Rep¨²blica de la Cr¨ªa Caballar en el Ej¨¦rcito, junto con la del Cuerpo Castrense, parece haber sido uno de los est¨ªmulos decisivos para el alzamiento militar del 18 de julio de 1936. Jos¨¦ Blanco habla con respeto del caballo para enfatizar la importancia de la marca PSOE por encima de quien haya de enfundarse la camiseta con esos colores. Otra cosa es que las gentes con m¨¢s calidad moral en esa formaci¨®n hayan adoptado el lema que campeaba en las puertas de los vagones del metro madrile?o: Antes de entrar, dejen salir. Y que se perciba una ola sincera de respeto a la actitud del mejor Zapatero dispuesto a servir los intereses del pa¨ªs por encima de los suyos personales y de los de su partido.
Ahora mismo, est¨¢ pasando y lo estamos viendo, por ejemplo, en el caso de Libia. El descaro de la cr¨ªtica a base del vale todo ha llevado a la perversidad de escribir que "Zapatero ya tiene su foto de las Azores". Pero ese Aznar despeinado a quien echa la mano sobre el hombro el presidente Bush, lanzado a la aventura de una intervenci¨®n fuera de toda legalidad, que invocaba unas inexistentes armas de destrucci¨®n masiva, nada tiene que ver con el ejercicio de responsabilidad de un presidente del Gobierno que se suma al cumplimiento de la resoluci¨®n 1.973 del Consejo de Seguridad en uni¨®n de nuestros socios y aliados. Basta pensar en qu¨¦ estar¨ªa escribiendo la prensa que pugna por ocupar la extrema derecha si se hubiera abstenido de hacerlo, negando el concurso de las bases espa?olas y la contribuci¨®n a¨¦rea o naval acordada.
Veremos si, llegado el momento, habr¨¢ m¨¢s de un contendiente para obtener la candidatura de las elecciones generales pautadas para dentro de un a?o. Pero quienes anden considerando esa opci¨®n deber¨ªan empezar por devolver a sus remitentes los elogios que reciben envueltos en denuestos envenenados hacia sus posibles competidores. Lealtad, obliga.
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