?Irak 2003? ?Por qu¨¦ no Espa?a 1936?

En las aguas de este r¨ªo no nos hab¨ªamos ba?ado. La intervenci¨®n militar en Libia no es, ni en el fondo ni en la forma, comparable a la invasi¨®n de Irak en 2003. Resulta penoso escuchar a progresistas de buena fe efectuar tal equiparaci¨®n. Si son espa?oles, cabr¨ªa incluso sugerirles que, aunque Her¨¢clito ten¨ªa raz¨®n y uno nunca se ba?a dos veces en las mismas aguas, si de lo que se trata es de buscar antecedentes para ilustrar el debate, pensaran m¨¢s bien en la Espa?a de 1936. Entonces, la pol¨ªtica de no intervenci¨®n adoptada por Francia y Reino Unido supuso que nuestras fuerzas democr¨¢ticas combatieran en manifiesta situaci¨®n de desigualdad militar con los franquistas y, en consecuencia, terminaran siendo vencidas.

Los espa?oles de izquierda que se oponen a la participaci¨®n de nuestro pa¨ªs en la operaci¨®n libia debieran haber encontrado una pista clar¨ªsima para forjar su criterio en el hecho de que el propio Gadafi se haya comparado con Franco.

Pero volvamos a Irak. De la forma ya se ha hablado: la invasi¨®n de 2003 no fue aprobada por el Consejo de Seguridad; en cambio, la operaci¨®n libia s¨ª lo ha sido. M¨¢s importante, sin embargo, es el fondo. Se intent¨® justificar lo de Irak con pretextos quim¨¦ricos -las inexistentes armas de destrucci¨®n masiva-, mientras que lo de Libia se basa en razones evidentes para cualquiera que vea los telediarios -los valientes que se alzaron contra Gadafi estaban siendo aplastados a sangre y fuego-. En 2003 Bush intentaba reafirmar el poder¨ªo del imperio estadounidense tras el 11-S; ahora se trata de impedir que un tirano aborte el movimiento democr¨¢tico en su pa¨ªs y, por extensi¨®n, en el mundo ¨¢rabe. La pasividad frente a Gadafi supon¨ªa lanzar este mensaje a los aut¨®cratas ¨¢rabes: el fallo de Ben Ali y Mubarak fue no desencadenar una matanza.

Por lo dem¨¢s, lo de Irak, una invasi¨®n descarada, solo pod¨ªa ser contraproducente, solo pod¨ªa terminar dando argumentos y reclutas a los yihadistas. Y, am¨¦n de sumir a ese pa¨ªs en un caos infernal, es lo que consigui¨®. Lo de Libia no es f¨¢cil, sin duda, pero, bien llevado, podr¨ªa certificar el compromiso de los dem¨®cratas de todo el mundo con los pueblos ¨¢rabes que se alzan por la libertad.

Hoy se escuchar¨¢ en el Congreso de los Diputados alg¨²n comentario reproch¨¢ndole a Zapatero el que, tras oponerse a la invasi¨®n de Irak, se sume a la operaci¨®n en Libia. Pues bien, no hay contradicci¨®n entre una y otra actitud, sino, al contrario, continuidad. Los mismos principios y valores que sirvieron para oponerse a lo de Irak sirven hoy para apoyar lo de Libia: legalidad, justicia y necesidad. Puede que la confusi¨®n proceda del eslogan de 2003: "No a la guerra". Nunca me gust¨®: muchos est¨¢bamos contra aquella guerra, pero sabiendo que hay algunas que deben ser libradas. Por ejemplo, la guerra contra el golpe de Estado franquista o la guerra contra Hitler. Es m¨¢s, en los noventa, deber¨ªamos haber librado algunas y no lo hicimos: para detener antes el sufrimiento de Sarajevo y para impedir las matanzas en Ruanda. El pacifismo a ultranza no es progresista. Sin unas cuantas revoluciones y/o guerras justas la humanidad seguir¨ªa en los tiempos de Espartaco.