El rastro de un ilustre brit¨¢nico
Una exposici¨®n repasa la figura de Churchill y su relaci¨®n con Espa?a
El pasaporte de Winston Churchill mostraba un rotundo "primer ministro" en el apartado reservado a la profesi¨®n. Fue su ocupaci¨®n entre 1940 y 1945 y, m¨¢s tarde, entre 1951 y 1955. Pero a lo largo de su vida pudo haberse declarado tambi¨¦n soldado, h¨¦roe militar, reportero de guerra, bi¨®grafo, historiador, pensador pol¨ªtico o ganador del premio Nobel de Literatura. Todas las facetas de una figura crucial del siglo XX est¨¢n presentes en la exposici¨®n Caminando con el destino. Winston Churchill y Espa?a: 1874-1965, que hasta el 5 de junio puede visitarse en la sala El ?guila. David Sarias, profesor de Historia de la Universidad Rey Juan Carlos y comisario de la muestra, ha reconstruido un relato biogr¨¢fico a trav¨¦s de documentos, objetos -como el citado pasaporte o sus caracter¨ªsticos chistera y bast¨®n- y fotograf¨ªas originales del Churchill Archives Centre de Cambridge, la casa-museo Chartwell House y el Museo del Ej¨¦rcito de Toledo. "El armaz¨®n de la exposici¨®n son los documentos originales", explica Sarias.
No faltan algunos de los discursos que han consagrado a Churchill como uno de los grandes oradores de la historia: el conocido como The few (Los pocos), pronunciado para insuflar ¨¢nimo a los pilotos de la RAF, que en agosto de 1940 se bat¨ªan en el aire con la Lufwaffe ("Nunca tantos debieron tanto a tan pocos"), o aquel de 1946, en el que, en la Universidad de Z¨²rich, abog¨® por la integraci¨®n europea. "A menudo me preguntan qui¨¦n le escrib¨ªa los discursos y la respuesta es que los hac¨ªa ¨¦l mismo. Dedicaba una hora a cada minuto, por eso son tan buenos. ?l prefer¨ªa destinar su tiempo y energ¨ªa en escribir exactamente lo que quer¨ªa decir. Durante la guerra moviliz¨® el lenguaje hacia la acci¨®n y lo hizo a trav¨¦s de la palabra. Creo que es importante que la gente entienda que las palabras pueden ir muy lejos y, si se usan de forma adecuada, pueden tener un impacto positivo", se?alaba ayer Jack Churchill, bisnieto del pol¨ªtico.
La exposici¨®n hace especial hincapi¨¦ en la relaci¨®n de Churchill con Espa?a. Un v¨ªnculo que comenz¨® en 1895, cuando se empotr¨® como observador en el ej¨¦rcito espa?ol durante el levantamiento de los bambises en Cuba, y que se prolong¨® en d¨¦cadas posteriores al hilo de los equilibrismos pol¨ªticos de la Guerra Civil espa?ola y la posterior Guerra Mundial. "Churchill mantuvo una relaci¨®n personal de afecto con Alfonso XIII y con Jacobo Fitz-James Stuart, duque de Alba, que se refleja en las cartas que forman parte de la exposici¨®n. Y aunque no hay mucho que desvelar en lo que se refiere a su pol¨ªtica de no intervenci¨®n, hemos tratado de ponerla en contexto con documentos", se?ala Sarias. Aunque entonces no era primer ministro, Churchill era de la opini¨®n de que, ante la Guerra Civil, hab¨ªa que optar por el mal menor: "Confiar en que el comunismo no prendiese en Espa?a, y que en ese proceso, el que caminaba a convertirse en due?o absoluto del antiguo reino de Alfonso XIII, se mostrase m¨¢s razonable que sus hom¨®logos en Berl¨ªn o en Roma", explica Emilio S¨¢enz-Franc¨¦s en uno de los textos del cat¨¢logo de la exposici¨®n. Con Franco en el poder, la obsesi¨®n del ya primer ministro durante el conflicto mundial fue que Espa?a no entrara de lleno del lado alem¨¢n, que no interfiriera en el desembarco aliado en el norte de ?frica y que interrumpiera el suministro de wolframio a las tropas nazis. El dictador espa?ol supo entender las reglas del juego que favorec¨ªan su permanencia en el poder. Una curiosa fotograf¨ªa de la muestra deja constancia de una peculiar muestra de la diplomacia del r¨¦gimen: Manolete regal¨® a Churchill la cabeza de un toro con una letra v marcada en su frente que el diestro hab¨ªa matado en Valencia el 8 de mayo de 1945, d¨ªa de la victoria europea de los aliados.
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