Europa es de Marte y EE UU de Venus
Con Occidente desconcertado, todav¨ªa es posible que Gadafi se salga con la suya. Y este iba a ser el a?o en el que Europa iba a empezar a enderezarse... O sea que, ahora, los europeos son de Marte y los estadounidenses, de Venus. Los "monos derrotistas y aficionados al queso" -los franceses- han encabezado el ataque militar contra Libia. Y las ¨¢guilas guerreras devoradoras de hamburguesas han titubeado en la retaguardia.
Solo que los estereotipos tan burdos son tan enga?osos hoy como en la ¨¦poca de la guerra de Irak. Hoy, como entonces, los estadounidenses est¨¢n divididos y los europeos todav¨ªa m¨¢s. Francia y Reino Unido han encabezado la iniciativa para imponer una zona de exclusi¨®n a¨¦rea y tomar "todas las medidas necesarias" para proteger a la poblaci¨®n civil libia. Alemania se ha distanciado de manera ostensible de la operaci¨®n. El Gobierno de Obama, al principio, se mostr¨® casi tan reacio como el alem¨¢n, pero cambi¨® de opini¨®n ante la brutal campa?a de Gadafi para recuperar el poder, la extraordinaria posici¨®n de la Liga ?rabe a favor de la intervenci¨®n y las presiones de muchos estadounidenses. Una de las voces que exigi¨® que se actuara fue la de Robert Kagan, el neocon que populariz¨® la frase "los estadounidenses son de Marte y los europeos, de Venus".
La situaci¨®n en Libia iba a ser muy pronto peor, incluso fatal para muchos, si no interven¨ªamos
Una UE dividida aumenta las probabilidades de que haya una Libia dividida
Por lo que respecta a Francia, no debemos hacernos ilusiones sobre los motivos personales de Nicolas Sarkozy. Seguramente conf¨ªa en que el hecho de convertirse en una estrella en el escenario internacional mejore sus ¨ªndices de popularidad y le d¨¦ m¨¢s posibilidades de ser reelegido el a?o que viene. Cuenta con que su actuaci¨®n decisiva en defensa de los derechos humanos de los ¨¢rabes oculte la espantosa actitud de adulaci¨®n que ha mantenido siempre su Gobierno con los dirigentes ¨¢rabes que pisoteaban esos derechos, como Hosni Mubarak -hasta hace poco, copresidente de la Uni¨®n para el Mediterr¨¢neo con Sarkozy-, el tunecino Zine el Abidine Ben Ali y... Muamar el Gadafi.
El primer ministro brit¨¢nico, David Cameron, est¨¢ en una posici¨®n pol¨ªtica muy distinta, pero ha llegado a una conclusi¨®n similar. Los motivos de las personas siempre son variados. Lo que importa son las virtudes y los defectos del caso y las realidades sobre el terreno.
No son los delirios de grandeza de Sarkozy lo que convenci¨® a la Liga ?rabe para que apoyara la operaci¨®n, ni mucho menos al Consejo de Seguridad de la ONU para que la aprobase. Fue saber que Gadafi estaba matando a su propio pueblo y amenazando con eliminar a las "ratas" que se le opon¨ªan de casa en casa, "sin piedad ni misericordia", lo que les hizo cambiar de opini¨®n. Fue ver a Saif al Islam Gadafi (con un doctorado de la London School of Economics) despotricando sobre un carro de combate lo que les hizo cambiar de opini¨®n. La decisi¨®n de intervenir, tomada con seriedad y sin enga?os, se basa en una ¨²nica premisa: la situaci¨®n iba a ser muy pronto peor, incluso fatal para muchos, si no interven¨ªamos.
Ese fue el argumento que convenci¨® a una mayor¨ªa del Consejo de Seguridad de la ONU para votar a favor de la resoluci¨®n 1973 (y que hizo que el presidente de Ruanda la apoyase). No a Rusia, China, Brasil ni India; ni tampoco a Alemania. Para m¨ª, una de lasim¨¢genes m¨¢s significativas de esta crisis fue la del embajador alem¨¢n ante Naciones Unidas, Peter Wittig, sentado con las manos juntas y una expresi¨®n afligida en el rostro, mientras, a su lado, el embajador de Gab¨®n, Emmanuel Issoze-Ngondet, levantaba el brazo para aprobar una resoluci¨®n que pretend¨ªa salvar a civiles inocentes de un dictador enloquecido con bigote. Me pregunto qu¨¦ sinti¨® en aquel momento Wittig, un hombre de lo m¨¢s decente. ?Mera incomodidad? ?O algo m¨¢s parecido a la verg¨¹enza?
?Pero si se supon¨ªa que Francia y Alemania eran la pareja inseparable en el coraz¨®n de Europa, dispuesta a darle una voz com¨²n y m¨¢s fuerte en el mundo! Pues bien, en lugar de ello, los ministros franc¨¦s y alem¨¢n de Exteriores, Alain Jupp¨¦ y Guido Westerwelle, no ocultan sus discrepancias. "Yo digo lo que pienso y ¨¦l tambi¨¦n", respondi¨® Jupp¨¦ con sequedad tras un brusco inter-cambio de opiniones mantenido entre los dos en Bruselas el lunes pasado. Y, seg¨²n Le Monde, Jupp¨¦ ha hecho esta demoledora valoraci¨®n: "?La pol¨ªtica com¨²n europea de seguridad y defensa? Est¨¢ muerta".
Lo importante no es la participaci¨®n militar directa de Alemania. Todo el mundo habr¨ªa entendido que eso no fuera posible. ?Pero c¨®mo puede Alemania no apoyar una resoluci¨®n de la ONU respaldada por sus principales socios europeos, Estados Unidos y la Liga ?rabe? Peor a¨²n, Westerwelle mencion¨® las dudas de la Liga ?rabe sobre la duraci¨®n de la operaci¨®n militar como argumento para defender la abstenci¨®n alemana: "Hemos calculado el riesgo. Si vemos que, tres d¨ªas despu¨¦s de que comenzara esta intervenci¨®n, la Liga ?rabe ya est¨¢ critic¨¢ndola, creo que ten¨ªamos buenos motivos". Mientras los pilotos franceses y brit¨¢nicos arriesgan sus vidas en acci¨®n, el ministro alem¨¢n de Exteriores est¨¢ pr¨¢cticamente animando a la Liga ?rabe a que haga m¨¢s cr¨ªticas. La palabra que se me ocurre es Dolchstoss (pu?alada en la espalda).
Esta actitud de Alemania se debe a varias razones. Westerwelle es uno de los ministros de Exteriores m¨¢s d¨¦biles que ha tenido el pa¨ªs desde hace mucho tiempo. El l¨ªder del Partido Dem¨®crata Libre est¨¢ aterrado ante varias elecciones provinciales importantes, igual que Angela Merkel. Como tantos pol¨ªticos europeos contempor¨¢neos, siguen la opini¨®n p¨²blica en vez de guiarla. Y los alemanes, despu¨¦s de haber empezado a asumir poco a poco, en los a?os noventa, m¨¢s responsabilidades internacionales, incluidas responsabilidades militares, ahora parecen haber reca¨ªdo en una actitud de "dejadnos en paz". Como si quisieran una Alemania que sea una gran Suiza. Por otra parte, el extraordinario crecimiento de sus exportaciones encuentra su empuje cada vez m¨¢s fuera del viejo Occidente, en el comercio con pa¨ªses como Brasil, Rusia, India y China, los BRIC: precisamente con los que se aline¨® en la ONU.
Aunque piensen que Alemania tiene raz¨®n en el problema de la zona de exclusi¨®n a¨¦rea y que Francia se equivoca, reconocer¨¢n que estas divisiones ponen en rid¨ªculo las pretensiones europeas de tener una pol¨ªtica exterior. Y recuerden que se supon¨ªa que este era el a?o en el que la UE, por fin, iba a organizar esa pol¨ªtica exterior. "En la reuni¨®n de hoy", dijo tras el encontronazo del lunes Catherine Ashton, la alta representante para la Pol¨ªtica Exterior y de Seguridad, "ha quedado claro que la UE est¨¢ resuelta a reaccionar de forma r¨¢pida y decisiva, y con una sola voz, ante los acontecimientos de Libia". Merece un premio por haber sido capaz de decirlo con cara seria. Con los principales Estados miembros tan divididos, ni el mejor Alto Representante del mundo habr¨ªa podido hacer gran cosa.
Enti¨¦ndanme: mis cr¨ªticas a la actitud alemana no significa que no tenga dudas sobre esta operaci¨®n. Las tengo, graves, como casi todo el mundo que conozco. Estoy convencido de que, si hubiese continuado la inacci¨®n, el resultado habr¨ªa sido casi con seguridad terrible para los civiles a los que estaban atacando las fuerzas de Gadafi. Si no hubi¨¦ramos actuado, las cosas habr¨ªan ido a peor. Pero ahora tenemos que demostrar que las cosas van a mejorar por haberlo hecho.
Estamos atrapados en el vac¨ªo existente entre los l¨ªmites definidos del mandato de la ONU -proteger a la poblaci¨®n civil- y la condici¨®n necesaria para tener garant¨ªas de alcanzar ese objetivo: la ca¨ªda de Gadafi. El ¨²nico resultado que puede considerarse positivo es que la operaci¨®n militar aprobada por la ONU, minuciosamente dirigida y limitada, permita a los propios libios deshacerse de Gadafi. Es probable que, para conseguirlo, el compromiso operativo por el que parece inclinarse esta coalici¨®n voluntaria -dar el mando a la OTAN, aprovechando su experiencia, en un marco pol¨ªtico m¨¢s amplio- sea la mejor v¨ªa. Luego, todo depender¨¢ de la poblaci¨®n sobre el terreno.
Sin embargo, son perfectamente posibles muchos resultados peores, entre ellos una partici¨®n conflictiva y prolongada del pa¨ªs, en la que Gadafi siga controlando la mitad oeste. Y una Europa dividida aumenta las probabilidades de que haya una Libia dividida.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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