Don Fabio y la zorra porcina
"Leer es para el cerebro lo que el ejercicio es al cuerpo." Joseph Addison, ensayista del siglo XVIII.
"Qu¨¦ placer dar la bienvenida una vez m¨¢s en nuestros peri¨®dicos a la avariciosa, porcina y zorra Sarah Ferguson". Esta no es una cita de un bloguero anti mon¨¢rquico con un problema de alcohol; es la frase que da comienzo a un art¨ªculo publicado esta semana en la venerable y conservadora revista inglesa The Spectator, fundada en 1711 por el gran ensayista de aquel siglo, Joseph Addison. Y Sarah Ferguson, para aquella triste minor¨ªa de lectores de esta columna que no siga con fervor las andanzas de la familia real de Inglaterra, es la Duquesa de York, exmujer del Pr¨ªncipe Andr¨¦s, hijo de la Reina Isabel.
Para Capello, los ingleses son tan indescifrables como los coreanos del norte
El mismo art¨ªculo procede a hacer un comentario interesante sobre el susodicho pr¨ªncipe. "Uno se pregunta si es la persona indicada para viajar por el mundo promocionando nuestro pa¨ªs ya que posee el coeficiente intelectual de un kilo de queso cheddar".
Una curiosidad de los ingleses es que son simult¨¢neamente el pueblo m¨¢s irreverente del mundo con sus grandes instituciones y el m¨¢s comprometido con ellas. Se mueren de la risa de -bueno, seamos directos a la inglesa, se cagan en- la familia real, pero ir¨ªan a la guerra para defenderla. Nada les parecer¨ªa m¨¢s rid¨ªculo que la idea de ondear la bandera por sus ventanas (pr¨¢ctica casi obligatoria en Estados Unidos, y habitual en las regiones menos espa?olas de Espa?a) y no se cortan a la hora de vestir calzoncillos decorados con los colores nacionales (cosa que en Estados Unidos conllevar¨ªa pena de c¨¢rcel). Sin embargo, Inglaterra no deja de ser un pueblo profundamente patriota. No hay nada que, en tiempos de paz, exprese el patriotismo de un pa¨ªs con m¨¢s sinceridad que su selecci¨®n de f¨²tbol. Aqu¨ª en Espa?a (seamos honestos, una vez m¨¢s) vemos la interrupci¨®n de la Liga por un partido internacional como un aut¨¦ntico co?azo. Tener que soportar un fin de semana de marzo sin que jueguen el Madrid, Bar?a, Athletic, Valencia, Levante etc¨¦tera, etc¨¦tera, nos ofrece una visi¨®n desoladora del desierto sin f¨²tbol que tendremos que atravesar en el verano.
Inglaterra es otra cosa. Imposible de calcular, pero suponer que esta semana ha habido cuatro veces m¨¢s cobertura de la selecci¨®n (ante un partido contra Gales, por el amor de Dios) en la prensa de all¨¢ que en la de Espa?a ser¨ªa quedarse bastante corto. El mundo est¨¢ convulsionado: crisis econ¨®mica sin tregua en Occidente; radiaci¨®n nuclear y terremotos en Asia; los pa¨ªses ¨¢rabes viviendo por fin las revoluciones que en Europa se llevaron a cabo hace uno, dos o (en el caso de Inglaterra) tres siglos y medio; y guerra mundial contra Mourinho (perd¨®n, contra Gadafi). Pero en Inglaterra el debate que animaba al mayor n¨²mero de personas se centraba en Fabio Capello, el entrenador italiano de Inglaterra que no habla ingl¨¦s (otra broma, tan contradictoria como incomprensible), y en si hab¨ªa metido la pata al restituir a John Terry como capit¨¢n tras reemplazarlo por Rio Ferdinand hace un a?o, cuando la prensa revel¨® que Terry hab¨ªa tenido una noche de frenes¨ª sexual con la novia de otro integrante del equipo. O si el error fue no dejar a Terry en su sitio, ya que no era para tanto.
El pobre Capello, sargento reducido a gatito humillado, reconoci¨® anteayer en rueda de prensa que quiz¨¢ se hab¨ªa equivocado, que tal vez no deber¨ªa haberle prestado tanta atenci¨®n al clamor en la prensa exigiendo la cabeza de Terry. Fue un problema de incomprensi¨®n cultural. Para Don Fabio, los ingleses son tan indescifrables como los coreanos del norte, o m¨¢s: es posible que en el estado totalitario, marcial, que preside el amado l¨ªder Kim jong-Il se sentir¨ªa m¨¢s en casa. No entiende que la aparente indignaci¨®n popular contra Terry fue puro cachondeo, artificialmente generado por los peri¨®dicos para vender m¨¢s ejemplares. Y quiz¨¢ tampoco entienda la solemne desesperaci¨®n de los ingleses por ver triunfar a su selecci¨®n, y el aut¨¦ntico desprecio que ¨¦l provoca por su impotencia ante el reto de forjar un equipo capaz de conquistar al mundo.
El haber vencido a Gales ayer le dar¨¢ un peque?o respiro. Pero si no clasifica a Inglaterra para las finales de la Eurocopa el a?o que viene, le llamaran cosas mucho peores que zorro porcino. Y esta vez ir¨¢n en serio.
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