Los espa?oles dicen no al Gobierno y a la oposici¨®n
En 1931, con ocasi¨®n de su toma de posesi¨®n como ministro de la Rep¨²blica, Fernando de los R¨ªos pronunci¨® una frase lapidaria: "En Espa?a, lo revolucionario es el respeto". No cab¨ªa, quiz¨¢, diagn¨®stico m¨¢s amargamente certero para un pa¨ªs que solo cinco a?os despu¨¦s se despe?ar¨ªa hacia un encarnizado enfrentamiento fratricida. Ahora, 80 a?os despu¨¦s, ?se ha conseguido esa revoluci¨®n del respeto? El Pulso de Espa?a 2010 (elaborado con datos de Metroscopia procedentes de una amplia muestra de 5.000 entrevistas) permite pensar que, de manera pr¨¢cticamente un¨¢nime (88%), los espa?oles de ahora afirman que:
a) Nadie est¨¢ en posesi¨®n de la verdad, ni tiene derecho a decir a los otros c¨®mo deben pensar o c¨®mo han de vivir.
Los ciudadanos quieren cambiar el estilo actual de la pol¨ªtica por otro m¨¢s cercano al de la Transici¨®n
El prestigio que se han ganado las Fuerzas Armadas contrasta con el creciente descr¨¦dito de la Iglesia Cat¨®lica
b) Todos debemos respetar las ideas y la forma de vivir de los dem¨¢s, por raras o diferentes de las nuestras que puedan parecernos (siempre, claro est¨¢, que est¨¦n dentro de la ley).
A mayor abundamiento, y por si tan rotundos pronunciamientos no bastaran para dejar las cosas claras, un masivo 98% sostiene que cada uno puede pensar lo que quiera, siempre que respete las ideas de los dem¨¢s y no trate de imponer las suyas. Nuestra actual convivencia c¨ªvica -estridencias aparte de algunos sectores medi¨¢ticos, impert¨¦rritamente "instalados en el bramido", por utilizar la frase que Ortega dedicara a Joaqu¨ªn Costa, y a contracorriente, por tanto, del com¨²n sentir ciudadano- se desenvuelve sobre este novedoso tel¨®n de fondo que tiene al respeto y a la tolerancia como valores supremos.
Y sobre esa actitud vital de base, nuestra sociedad lleva ya tres a?os encarando una crisis econ¨®mica que est¨¢ resultando mucho m¨¢s dura y prolongada de lo esperado. Lo est¨¢ haciendo con un ¨¢nimo en el que sobresalen los rasgos siguientes: profundo abatimiento, cercano quiz¨¢ ya a la angustia, en relaci¨®n con la situaci¨®n econ¨®mica; creciente inquietud ante el impacto de la misma sobre el tejido social; profunda desafecci¨®n hacia los pol¨ªticos, en general, por su modo de operar un sistema de gobierno que, pese a todo, sigue contando con un respaldo ciudadano masivo, y hacia una instituci¨®n (la Iglesia) cuya imagen social est¨¢ en ca¨ªda libre. Y en acusado contraste, elevada confianza en una instituci¨®n nueva (la Corona) y en otra profunda y certeramente renovada (las Fuerzas Armadas).
LA ECONOM?A, PEOR QUE NUNCA
No solo nueve de cada diez espa?oles (el 88%) consideran que la situaci¨®n econ¨®mica de nuestro pa¨ªs es mala, sino que esa misma proporci¨®n piensa que a¨²n falta tiempo para que empiece a mejorar de forma perceptible. Este es el diagn¨®stico m¨¢s desesperanzado jam¨¢s obtenido, desde que tenemos datos de encuesta, sobre nuestra econom¨ªa. Con una particularidad adicional: se trata de un estado de opini¨®n que perdura desde hace ya dos a?os y que, con el transcurso del tiempo, en vez de suavizarse, ha tendido a consolidarse e incluso -en la m¨ªnima medida en que ello resultaba a¨²n posible- a incrementarse. La ciudadan¨ªa tiene la impresi¨®n de que, realmente, nadie (ni Gobierno, ni oposici¨®n) tiene ideas claras sobre c¨®mo poner remedio a la situaci¨®n y que, estando as¨ª las cosas, son los mercados, y no los poderes p¨²blicos, quienes realmente mandan en el pa¨ªs.
PARO JUVENIL: ?UN DA?O IRREPARABLE?
El alto nivel actual de paro juvenil -que duplica el de la tasa general de desempleo- es quiz¨¢ la secuela de la presente crisis que m¨¢s preocupa a los espa?oles. Todos, j¨®venes y mayores, coinciden en afirmar que nunca antes se hab¨ªan alcanzado en nuestro pa¨ªs, en este punto, niveles tan alarmantes. En consecuencia, siete de cada diez espa?oles (70%) concluyen que esta dificultad excepcional que padecen ahora los j¨®venes para encontrar un trabajo que les permita independizarse y vivir por su cuenta es algo que les marcar¨¢ para siempre y que les impedir¨¢ organizar su vida de forma similar a como, en su momento, pudieron, en cambio, hacerlo las generaciones precedentes. Y este pron¨®stico sombr¨ªo es expresado por la misma proporci¨®n de j¨®venes (75%) que de mayores (70%).
SITUACI?N POL?TICA: NUNCA TAN MAL
Tres de cada cuatro espa?oles (78%) califican de forma negativa la actual situaci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs: el porcentaje m¨¢s elevado de los ¨²ltimos dos decenios. A modo de ejemplo, en 2002, con ocasi¨®n de la controvertida participaci¨®n de Espa?a en el conflicto iraqu¨ª, este porcentaje no pas¨® del 47%. Y en los meses previos a las elecciones de 1996 (es decir, en la hasta entonces peor crisis de popularidad de un Gobierno socialista) no pas¨® del 62%. Tras la primera victoria electoral de Rodr¨ªguez Zapatero baj¨® hasta el 37%. Ahora, ya en la recta final de su segundo mandato, el porcentaje de espa?oles que eval¨²a negativamente la situaci¨®n pol¨ªtica nacional se ha m¨¢s que duplicado, hasta alcanzar el rese?ado 78%. Este nivel sin precedente de descontento pol¨ªtico ciudadano se debe a una doble p¨¦rdida de confianza: en el Gobierno y en la oposici¨®n. Una situaci¨®n in¨¦dita: nunca, antes, en nuestra democracia, Gobierno y oposici¨®n hab¨ªan empatado en cuanto a nivel de desapego suscitado en el conjunto de la sociedad.
LOS POL?TICOS, NO EL SISTEMA
En proporci¨®n de dos a uno (56% frente a 27%) predominan los espa?oles que piensan que la responsabilidad por la mala situaci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs corresponde a los actuales l¨ªderes pol¨ªticos, y no a la forma en que est¨¢ organizada la democracia en Espa?a: en otras palabras, son los pol¨ªticos y no el sistema quienes no est¨¢n a la altura de las circunstancias. Hace algo m¨¢s de dos decenios, dos ilustres polit¨®logos (Lipset y Schneider) se?alaron la importancia que tiene para la preservaci¨®n de la legitimidad social de las instituciones p¨²blicas en tiempos de crisis que la ciudadan¨ªa atribuya la mala situaci¨®n pol¨ªtica a la inadecuada gesti¨®n del sistema pol¨ªtico por quienes lo pilotan y no a defectos estructurales del sistema mismo. O lo que es igual: la l¨ªnea roja que no debe ser traspasada es que la sociedad llegue a pensar que la situaci¨®n no es remediable ni con un liderazgo pol¨ªtico alternativo. Y lo que los datos indican es que, por ahora, nuestra sociedad se halla lejos de esa preocupante l¨ªnea roja, si bien con un matiz que a?ade un importante plus de complejidad a la soluci¨®n que supone la alternancia de l¨ªderes: lo que la ciudadan¨ªa espa?ola realmente anhela en el momento actual (seg¨²n, por cierto, ha venido reflejando durante m¨¢s de un a?o el Bar¨®metro de Clima Social que mensualmente publica este peri¨®dico) no es tanto el relevo del actual Gobierno por la actual oposici¨®n, sino, m¨¢s bien, el relevo de ambos por otro tipo de estilo de gobernar y de controlar al Gobierno. En este sentido, cabe recordar que la por ahora previsible victoria electoral del PP no obedece tanto a que los votantes de este partido muestren mayor entusiasmo por su l¨ªder que el que los votantes socialistas sienten por el suyo como a la mucha mayor fidelidad de los primeros, que les predispone a anteponer la lealtad incondicional a sus siglas a cualquier otra consideraci¨®n. Los espa?oles no abominan de la pol¨ªtica, sino del modo, generalmente rampl¨®n, mediocre y mezquino en que suelen conducirse la mayor¨ªa de los pol¨ªticos -de estos pol¨ªticos.
El descr¨¦dito de la clase pol¨ªtica va asociado a la incluso a¨²n m¨¢s negativa imagen social de los partidos. Los espa?oles no dudan que sin partidos pol¨ªticos no hay democracia y por ello en modo alguno cuestionan la necesidad y utilidad de estos. Lo que masivamente rechazan es su actual modo de organizarse y funcionar: nueve de cada diez ciudadanos (89%) creen que nuestros actuales partidos piensan m¨¢s en lo que les beneficia e interesa, y ocho de cada diez (79%) creen que tal y como ahora funcionan y se organizan es muy dif¨ªcil que los partidos logren atraer y reclutar para la actividad pol¨ªtica a las personas m¨¢s competentes y preparadas.
TRANSICI?N: NOSTALGIA DE UN ESTILO
Treinta y cinco a?os despu¨¦s del final del franquismo, los espa?oles se sienten orgullosos de forma casi un¨¢nime (80%) de la forma en que se llev¨® a cabo la transici¨®n a la democracia. Y creen que la clave de ese ¨¦xito, junto a la actuaci¨®n del rey Juan Carlos (que destaca un 78%), estuvo en el esp¨ªritu de consenso que mostraron los pol¨ªticos del momento para buscar soluciones y acuerdos, pensando m¨¢s en el inter¨¦s general del pa¨ªs que en el propio, posible, r¨¦dito electoral. As¨ª lo dice un 82%. Y tras echar la vista atr¨¢s, un 88% concluye que, en cambio, los dos principales partidos actuales han abandonado ese esp¨ªritu de pacto y concordia, y solo piensan ya en lo que les parece electoralmente m¨¢s conveniente. El cortoplacismo miope, y adem¨¢s ejercido con modales ¨¢speros cuando no groseros, habr¨ªa venido as¨ª a desplazar al talante de entendimiento y a la altura de miras y al sentido del Estado de aquella ¨¦poca.
Buena parte de nuestra clase pol¨ªtica (y no digamos de algunos de sus jaleadores medi¨¢ticos) parece convencida de que cuantos m¨¢s insultos, m¨¢s zafiedad descalificadora y m¨¢s exageraciones -cuando no mentiras- se utilicen, m¨¢s probabilidades hay de agradar a los electores. Pues bien: estos piensan, en realidad -y masivamente: (73%)-, que lo que este pa¨ªs necesita en estos momentos es una "segunda Transici¨®n" que, con el mismo estilo de concesiones y mutuo respeto que caracteriz¨® a la primera, haga posible la soluci¨®n de tantos problemas como hay pendientes. Entre otros, y de forma destacada, la actualizaci¨®n de nuestra Constituci¨®n, probablemente la que menos reajustes a la siempre cambiante realidad ha experimentado, en comparaci¨®n con los continuos retoques realizados a los textos constitucionales de la mayor¨ªa de nuestros vecinos pa¨ªses europeos. Seis de cada diez espa?oles (el 58%) piensan que nuestra Constituci¨®n necesita retoques y que, pese a ello, sigue siendo v¨¢lida para la sociedad espa?ola actual. Pero ya algo m¨¢s del tercio (37%) cree que se ha ido quedando tan desfasada que precisa una reforma con profundidad.
AUN AS?, EL MEJOR PERIODO
El 72% de los espa?oles cree que, con todos sus posibles defectos e insuficiencias, la actual democracia constituye el periodo en que mejor ha estado nuestro pa¨ªs en toda su historia. Evidentemente, tan rotunda afirmaci¨®n ha de ser entendida como forma sin duda hiperb¨®lica de destacar el grado de satisfacci¨®n con el actual sistema pol¨ªtico-social; la efectiva comparaci¨®n, en el tiempo, por quienes ahora responden de la actual situaci¨®n con otras pret¨¦ritas es obviamente imposible. Pero lo significativo es que, ya sean m¨¢s j¨®venes o m¨¢s mayores, votantes de un partido o de otro, siete de cada diez espa?oles expresen el convencimiento de que nunca antes este pa¨ªs ha podido estar mejor que ahora.
LA CORONA
"El rey que se gan¨® la corona": as¨ª defini¨® a Juan Carlos I, el pasado mes de diciembre, Miguel ?ngel Aguilar (EL PA?S, 23-12-2010). Ciertamente, desde el comienzo mismo de su reinado, el Rey cont¨® con un sustancial apoyo popular. Pero lo realmente significativo no es tanto ese dato de partida (explicable, al menos en parte, por el anhelo ciudadano de que su llegada al trono hiciera posible un futuro mejor tras 40 a?os de dictadura) como el hecho de que tras m¨¢s de 35 a?os como Jefe del Estado haya mantenido, ampli¨¢ndola incluso, aquella buena evaluaci¨®n inicial. Los espa?oles le punt¨²an ahora con un 7,3, la segunda mejor nota -solo superada por la que obtiene el expresidente Su¨¢rez- entre las que consiguen 18 destacadas figuras p¨²blicas nacionales e internacionales.
En un pa¨ªs sin apenas mon¨¢rquicos declarados, el Rey ha conseguido legitimar socialmente a la instituci¨®n que encarna. Un 70% opina que ha demostrado que la monarqu¨ªa pod¨ªa cambiar y adaptarse a las exigencias de cada momento de nuestra la sociedad; un 74% considera que la monarqu¨ªa est¨¢ ahora firmemente consolidada, y un 65%, que aporta estabilidad y serenidad a la vida pol¨ªtica espa?ola. Pese a este amplio reconocimiento de lo que la Corona ha aportado y aporta a nuestra sociedad, esta no da por descontada la perdurabilidad de la instituci¨®n (algo que, por cierto, ocurre tambi¨¦n en un pa¨ªs de tan arraigada tradici¨®n mon¨¢rquica como Reino Unido): dos de cada tres espa?oles consideran que, pese a los servicios hasta ahora prestados, la Corona puede llegar a tener cada vez menos sentido seg¨²n pasen los a?os.
LAS FUERZAS ARMADAS
Que solo 30 a?os despu¨¦s del fallido golpe de Estado llevado a cabo por miembros del Ej¨¦rcito y la Guardia Civil, el 84% de los espa?oles eval¨²e positivamente a sus Fuerzas Armadas es, sin duda, un ¨¦xito que cabe atribuirle tanto a los propios militares como a los pol¨ªticos y al conjunto de la ciudadan¨ªa. En este periodo de tiempo transcurrido se ha conseguido, con la voluntad de todos, que las Fuerzas Armadas heredadas del franquismo hayan encajado perfectamente en el marco constitucional. Ocho de cada diez espa?oles (84%) cree que, hoy por hoy, el Ej¨¦rcito est¨¢ integrado por profesionales muy comprometidos con la Constituci¨®n y con la defensa de las libertades. Una abrumadora mayor¨ªa ciudadana considera que esta instituci¨®n es imprescindible para nuestro pa¨ªs (83%), que es motivo de orgullo (79%) y que otorga prestigio internacional a Espa?a por su labor en misiones fuera de nuestro territorio (77%).
LA IGLESIA
La Iglesia cat¨®lica espa?ola, que jug¨® un destacado papel en la transici¨®n a la democracia y contribuy¨® de forma significativa a la reconciliaci¨®n nacional que -de forma m¨¢s o menos expl¨ªcita- supuso dicho proceso, se encuentra ahora en una situaci¨®n de creciente descr¨¦dito. Uno de cada dos espa?oles considera que, en la actualidad, transmite m¨¢s una imagen de dureza y condena que de bondad y perd¨®n. Y tres de cada cuatro (75%) piensan que no ha sabido adaptarse a la actual realidad social. Y, significativamente, piensa esto incluso la mitad de los que se definen como cat¨®licos practicantes. -
Este texto es una s¨ªntesis de datos especialmente relevantes obtenidos por el sondeo de Metroscopia que sirve de base al Pulso de Espa?a 2010, elaborado por la Fundaci¨®n Ortega-Mara?¨®n, con patrocinio de Telef¨®nica y coordinado por Jos¨¦ Juan Toharia. Lo publica la editorial Biblioteca Nueva. Jos¨¦ Juan Toharia y Jos¨¦ Pablo Ferr¨¢ndiz son, respectivamente, presidente y director general de Metroscopia.
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