Rajoy, la importancia de ser normal
Desde la escalera de la Facultad de Derecho de Santiago, donde por cierto fue un brillante alumno, Mariano Rajoy nos transmite con elegancia una de sus principales virtudes: ser un importante hombre p¨²blico, sin por ello perder su condici¨®n de persona normal. Durante todos estos a?os ha sabido conservar sus relaciones personales, disfrutar de sus aficiones, guardar tiempo para su familia y siempre con naturalidad sin transmitir una sensaci¨®n de v¨¦rtigo ni alardear de ello.
Para m¨ª este es uno de sus principales avales como pol¨ªtico y, cuando le escucho hablar de f¨²tbol o de ciclismo o le veo fotografiado en su querida Pontevedra, con sus amigos de siempre, no oculto que como a muchos otros Mariano me transmite tranquilidad. Hay quienes ponen en duda su capacidad de trabajo o incluso le reprochan su aparente indefinici¨®n ante los problemas. Quienes as¨ª piensan olvidan que Mariano Rajoy, cuando la ocasi¨®n lo requiere, sabe ejercer muy bien de gallego y, como tal, considera que hay situaciones en las que decir s¨ª o decir no puede ser considerado incluso como una falta de educaci¨®n. Siempre he valorado como una virtud de Mariano su capacidad para saber controlar sus tiempos y el ritmo de sus decisiones, sin permitir que nunca la agenda o los intereses de los dem¨¢s le marcasen su actividad.
Como cualquier buen estadista europeo, Rajoy ha hecho una larga andadura pol¨ªtica recorriendo, por as¨ª decirlo, todo el escalaf¨®n posible de cargos y responsabilidades desde el cero al infinito, lo que lo convierte en un rara avis de nuestra plantilla de pol¨ªticos, m¨¢s dados a comenzar directamente desde arriba. Comenz¨® como joven diputado en el primer Parlamento auton¨®mico en el que ambos coincidimos. Despu¨¦s Mariano fue sucesivamente concejal, diputado provincial y como tal fue elegido presidente de la Diputaci¨®n Provincial de Pontevedra. Posteriormente fue nombrado conselleiro y vicepresidente de la Xunta, cuando ya no le quedaba por ocupar ninguna otra responsabilidad pol¨ªtica en Galicia, dio el salto a Madrid como diputado. En todos los Gobiernos del PP ocup¨® el cargo de ministro en diferentes departamentos, nada menos que en Administraciones P¨²blicas, Educaci¨®n y Cultura, Presidencia e Interior, hasta llegar a vicepresidente del Gobierno de Espa?a. Tan solo le falt¨® ser alcalde, pero esto es un privilegio solamente reservado a los elegidos por el destino.
Toda esta larga trayectoria Rajoy la llev¨® a cabo con brillantez y lo que es m¨¢s importante, conservando siempre el aspecto de ser una persona incapaz de romper un plato. Su condici¨®n de registrador de la propiedad le permiti¨® en determinados momentos, cuando su conciencia as¨ª se lo dictaba, decir no y dejar temporalmente la actividad pol¨ªtica, una bendita capacidad que todos los pol¨ªticos deber¨ªan tener y que a ¨¦l adem¨¢s le ha investido de un distanciamiento ir¨®nico que le faculta para conllevar con cierto humor las penalidades y las miserias de nuestra querida pol¨ªtica.
En su trayectoria p¨²blica Rajoy recoge el testigo de su propia familia, todos ellos destacados juristas. Su abuelo fue uno de los redactores del Estatuto de Galicia de 1936 y su padre un prestigioso y respetado magistrado. Su ejemplo, estoy seguro, supo inculcar en el actual l¨ªder de la oposici¨®n esa condici¨®n de servidor p¨²blico y de amor a Espa?a que constituye la esencia de todo buen pol¨ªtico, como lo es mi amigo Mariano Rajoy, adversario pero nunca enemigo.
Pelda?os
Santiago, 1955. Casado. Licenciado en Derecho por la Universidade de Santiago y, con 24 a?os, el registrador de la propiedad mas joven de Espa?a.
1981. Diputado de Alianza Popular en Galicia.
1983. Concejal en Pontevedra.
1986. Presidente de la Diputacion de Pontevedra y vicepresidente de la Xunta.
1988 Secretario general de Alianza Popular en Galicia.
1996-1999. Ministro de Administraciones Territoriales y de Educaci¨®n.
2000-2004. Vicepresidente, ministro de Presidencia y de Interior.
2003. Candidato a la presidencia de Espa?a.
En la actualidad es presidente del PP.
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