Regular las agencias de 'rating'
En Jap¨®n existe una inveterada costumbre de pedir perd¨®n cuando se comete un error garrafal. No es extra?o asistir a actuaciones de l¨ªderes pol¨ªticos, econ¨®micos o sociales solicitando el perd¨®n de los ciudadanos ante una metedura de pata, antes de presentar la dimisi¨®n. Aunque en Occidente no exista esa costumbre, muchos inversores castigados por quiebras recientes echan de menos que los directivos de las tres principales agencias de rating del mundo (Moody's, Standard and Poor's y Fitch) no hayan reconocido p¨²blicamente su error al mantener la m¨¢xima calificaci¨®n a Lehman Brothers, o de otras empresas cotizadas, hasta el d¨ªa antes de que quebraran.
Y lo que m¨¢s extra?a es que estas agencias se hayan pasado ahora al otro lado del p¨¦ndulo y se dediquen a reducir dr¨¢sticamente la calificaci¨®n de la deuda soberana de algunos pa¨ªses europeos (entre ellos, Espa?a) en el momento m¨¢s inoportuno, causando un da?o irreparable a sus cuentas p¨²blicas, al generar un c¨ªrculo vicioso: la bajada de rating aumenta el coste de la refinanciaci¨®n de una deuda que est¨¢ condenada a crecer exponencialmente. Se impone una regulaci¨®n europea de estas sociedades que abusan, en muchos casos, de posici¨®n de dominio a la hora de ejercer su actividad.
Estas sociedades abusan a menudo de posici¨®n de dominio a la hora de ejercer su actividad
La UE ha censurado la actuaci¨®n de las agencias, pero no termina de aprobar nuevas leyes
Sucede, adem¨¢s, que no es la primera vez que caen grandes imperios considerados AAA o AA por las agencias de calificaci¨®n estadounidenses. WorldCom, Parmalat, Enron, AIG, Goldman Sachs, AMRO, Dubai Investments y, por supuesto, las decenas de productos estructurados que empaquetaban hipotecas subprime de EE UU, con un lazo de oro y un contenido de aut¨¦ntica basura, como m¨¢s tarde se demostr¨®.
El ¨²ltimo episodio sucedi¨® hace escasas dos semanas en Espa?a. Los mercados esperaban que el 10 de marzo el Banco de Espa?a presentara el informe sobre la solvencia de las entidades financieras (bancos y cajas de ahorro) espa?olas. Estaba anunciado con d¨ªas de antelaci¨®n. Pero a primera hora de la ma?ana de ese jueves, Moody's sorprendi¨® al mercado con una rebaja de un escal¨®n en la nota de solvencia de Espa?a, aduciendo que el coste para el Estado de la capitalizaci¨®n de estas entidades se situar¨ªa entre los 40.000 y los 50.000 millones de euros. Pocas horas despu¨¦s, el Banco de Espa?a situaba el agujero en 15.000 millones.
Como no es la primera vez que estas agencias act¨²an as¨ª (el caso griego es el m¨¢s sangrante), las autoridades comunitarias han puesto el grito en el cielo. Tanto la Comisi¨®n Europea como el Banco Central Europeo han censurado su actuaci¨®n, llegando a hablar de "actuaciones irracionales". Y, por supuesto, la vicepresidenta Elena Salgado y el propio Banco de Espa?a han expresado sus dudas sobre la forma de actuar de Moody's. Hasta el FMI ha criticado abiertamente su actuaci¨®n, al incluir un cap¨ªtulo en el ¨²ltimo World Economic Outlook, en octubre de 2010, titulado "Usos y abusos de las agencias de calificaci¨®n".
Sin embargo, la UE no termina de lanzar una aut¨¦ntica nueva legislaci¨®n que regule su actividad. El a?o pasado la UE se limit¨® a exigir un registro de car¨¢cter obligatorio para estas sociedades, sin que haya supuesto ning¨²n cambio significativo en su forma de actuar.
Las agencias de calificaci¨®n nacieron a principios de los a?os noventa en EE UU, tras la quiebra de la firma Knickerbocker Trust Company (en 1907), que hizo perder a la Bolsa de Nueva York casi la mitad de su valor. Inicialmente, cobraban a los inversores. Pero con el paso del tiempo vieron que el negocio estaba en cobrar a los emisores, cre¨¢ndose un clar¨ªsimo conflicto de intereses que nunca se ha llegado a resolver. Adem¨¢s, las tres grandes del sector controlan m¨¢s del 90% del negocio (77% entre Moody's y S&P y un 15% Fitch), y generan m¨¢s de 2.000 millones de d¨®lares en beneficios anuales entre ellas.
Los ¨²ltimos datos oficiosos cifran en 500.000 euros anuales lo que paga el Estado espa?ol a esas tres agencias, las ¨²nicas reconocidas por la CNMV.
Ramiro Losada L¨®pez, t¨¦cnico del Servicio de Estudios de la CNMV, public¨® el a?o pasado un interesant¨ªsimo informe sobre la actividad de estas agencias, en el que explica que ejercen una triple funci¨®n: son intermediarias de informaci¨®n y certifican y estandarizan las cuentas y las proyecciones financieras de las empresas cotizadas o emisoras de bonos. Con unas rentabilidades de entre el 30% y el 50%, las tres grandes del sector obtienen m¨¢s del 40% de sus ingresos por la calificaci¨®n de productos estructurados y ejercen en muchos casos "comportamientos anticompetitivos" mediante una triple estrategia: emisiones de rating no solicitados, notching punitivo y venta de lotes.
Dejando a un lado los aspectos t¨¦cnicos de su funci¨®n, hay consideraciones ¨¦ticas y de pura oportunidad que han puesto en entredicho su trabajo. Jes¨²s Fern¨¢ndez-Villaverde, de la Universidad de Pensilvania y de Fedea, explicaba el domingo pasado en este peri¨®dico que las agencias de calificaci¨®n tienen como objetivo ganar dinero, como todas las sociedades an¨®nimas. Y que estas empresas, y en concreto Moody's, sufrieron un golpe espectacular con la reciente crisis financiera. "Su respuesta natural ha sido", explica Fern¨¢ndez-Villaverde, "reconstruir su reputaci¨®n pecando de excesivo pesimismo y anunciando necesidades muy rigurosas".
Nadie pretende, a estas alturas, negar que las entidades financieras espa?olas tengan fuertes necesidades de capitalizaci¨®n, o que un grupo amplio de pa¨ªses europeos, incluida Espa?a, tengan que hacer importantes esfuerzos de reducci¨®n del d¨¦ficit y la deuda p¨²blica para poder hacer frente a sus pagos futuros. Pero en una situaci¨®n tan delicada como la actual, las agencias de calificaci¨®n deber¨ªan ejercer su funci¨®n con un plus de responsabilidad y, visto que la autorregulaci¨®n brilla por su ausencia, se impone una regulaci¨®n por parte de las autoridades europeas.
Si Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo, o Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, han llegado a calificar de "irracional" la actuaci¨®n de estas entidades, ?a qu¨¦ esperan para proponer una nueva reglamentaci¨®n sobre su actividad?
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