La econom¨ªa vence a la pol¨ªtica
Ha habido dos ideas que se han repetido de modo recurrente en los sondeos realizados a los ciudadanos espa?oles: que existe un nuevo poder f¨¢ctico -los mercados- que mandan m¨¢s que el Gobierno, sea del signo que sea, a quien imponen sus calendarios y reformas; y que el presidente del Ejecutivo, Rodr¨ªguez Zapatero, ya no era cre¨ªble hiciese lo que hiciese y dijera lo que dijera; de ah¨ª el extraordinario desgaste que ha acabado con su carrera para el futuro.
Ambas tesis se concatenaron en una fecha y en un lugar muy determinado: Bruselas, el pasado 9 de mayo, cuando en una noche dram¨¢tica para el futuro del euro como moneda com¨²n de los europeos se impuso a los pa¨ªses perif¨¦ricos (fundamentalmente Espa?a y Portugal) una pol¨ªtica de ajuste duro que, al menos en el caso de nuestro pa¨ªs, significaba un giro copernicano con lo que se estaba diciendo y practicando. A cambio de crear un mecanismo de auxilio a los pa¨ªses con problemas (un fondo de rescate y un modo heterodoxo de actuar del Banco Central Europeo), Espa?a, entre otros, deber¨ªa aplicar un plan de ajuste duro de su econom¨ªa que en esencia significaba que los ciudadanos deber¨ªan vivir con m¨¢s sacrificios de los que hab¨ªan soportado hasta entonces. Incluso el presidente Obama telefone¨® a Zapatero para convencerle de esa necesidad, ante el riesgo de la crisis de la deuda soberana europea contagiase a los EE UU.
Tres a?os despu¨¦s de su inicio comienzan a cuantificarse las desigualdades y la pobreza que ha generado la crisis
Por necesidad pol¨ªtica, o por incapacidad, Zapatero no fue capaz de explicar a la ciudadan¨ªa, con el dramatismo imprescindible, esos cambios que significaban una reducci¨®n casi imposible del d¨¦ficit p¨²blico en los t¨¦rminos y plazos comprometidos, y las reformas estructurales (sistema financiero, mercado laboral, pensiones, comunidades aut¨®nomas, panorama energ¨¦tico,...) que le exig¨ªan imperativamente sus socios con el objeto de tranquilizar a unos mercados altamente especulativos. El presidente se hizo reformista por necesidad con la misma vehemencia con la que hasta entonces hab¨ªa intentado aplicar los planes de est¨ªmulo, y la gente no le crey¨® ni lo entendi¨®. ?Qui¨¦n era Zapatero, el de la reforma laboral cuyo eje fundamental ha sido abaratar el despido y que le cost¨® una huelga general, o aquel que dec¨ªa que no se har¨ªa ninguna reforma sin contar previamente con el consenso de los agentes?
Por otra parte, la gesti¨®n de la crisis econ¨®mica devino pr¨¢cticamente en la ¨²nica agenda pol¨ªtica, y el viraje que hubo de dar de forma imperativa a la pol¨ªtica econ¨®mica ocult¨® la mayor parte del sustrato ideol¨®gico, basado en la ampliaci¨®n de los derechos civiles (por los que pasar¨¢ a la Historia), de su primera legislatura.
No es el momento para hacer un balance de los ocho a?os de Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero, en el caso de que logre acabar este segundo mandato (para el cual parece contar con el apoyo parlamentario suficiente), pero para su convicci¨®n socialdem¨®crata pesar¨¢ como una losa no tanto si es capaz o no de finalizar las reformas pendientes sino si puede paliar el verdadero efecto diferencial de la econom¨ªa espa?ola respecto de las de nuestro entorno: el porcentaje de paro general (superior al 20% de la poblaci¨®n activa); el de desempleo juvenil (42%), con la generaci¨®n mejor preparada de la historia de Espa?a; el que se hayan superado por primera vez desde 1996 los dos millones de parados de larga duraci¨®n (m¨¢s de un a?o buscando trabajo), de los cuales casi la mitad llevan dos a?os o m¨¢s en paro; o que el n¨²mero de hogares en el que nadie de los que buscan trabajo lo haya conseguido supere los 1,3 millones.
Adem¨¢s, tres a?os despu¨¦s de los primeros efectos de la crisis econ¨®mica sobre nuestro pa¨ªs se empiezan a cuantificar con precisi¨®n las consecuencias que ella est¨¢ teniendo en las condiciones de vida de la gente y en la distribuci¨®n de la renta y la riqueza, de car¨¢cter muy regresivo: los grupos m¨¢s vulnerables est¨¢n perdiendo de forma acelerada los est¨¢ndares de bienestar conseguidos durante la larga etapa de crecimiento anterior, y las pol¨ªticas p¨²blicas no parecen adecuarse a la nueva situaci¨®n ni a los riesgos que implica. Zapatero tiene poco m¨¢s de un a?o para revertir, en lo que sea posible, estas tendencias duales que desfigurar¨¢n cualquier balance que se pretenda con intenciones positivas.
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