Una opci¨®n de alto riesgo ecol¨®gico
Los cient¨ªficos temen que la radiaci¨®n alcance la cadena alimentaria - El impacto econ¨®mico puede ser muy grave en un pa¨ªs pesquero
La ¨²nica certeza es que nadie es capaz de prever qu¨¦ ocurrir¨¢. El vertido de unas 11.500 toneladas de agua con baja radiactividad al oc¨¦ano, medida in¨¦dita en la historia de la industria nuclear, abre la puerta a un margen de riesgo desconocido en la crisis radiactiva de Fukushima. "?Qu¨¦ efectos generar¨¢? Contaminaci¨®n en unos grados que podremos explicar dentro de algunos a?os", se?ala el profesor Hans Vanmarcke, radiobi¨®logo del Centro de Investigaci¨®n Nuclear de B¨¦lgica.
El desconcierto recorri¨® ayer los principales centros de investigaci¨®n de radiactividad del globo. "No hay que caer en alarmismos, pero se abre una ventana que nunca vimos abierta antes", ilustra el profesor Thomas Jung, experto de la Oficina de Protecci¨®n de la Radiaci¨®n del Gobierno alem¨¢n. "Se empieza a jugar con un margen de riesgo que se desconoce", asume Francesc Barquinero, bi¨®logo colaborador del Organismo Internacional para la Energ¨ªa At¨®mica (OIEA).
Esta organizaci¨®n requiri¨® m¨¢s informaci¨®n a las autoridades japonesas para que sus expertos traten de calibrar el riesgo que implica el vertido de radiactividad y advirti¨® de que la crisis nuclear se asoma a un horizonte desconocido. Tepco, la el¨¦ctrica propietaria de Fukushima, asegur¨® que el vertido concentra unos 400 becquerelios por litro, y estim¨® que si alguien consume pescado de las inmediaciones de la planta durante un a?o recibir¨¢ una dosis de radiactividad de 0,6 milisieverts al a?o: un nivel tan m¨ªnimo como cuestionado.
"Lo dudo", refiri¨® ir¨®nico Barquinero. El vertido, por otro lado, se une a la grieta que lanza al oc¨¦ano agua altamente contaminada, con niveles de hasta 175.000 becquerelios por litro. Si un ni?o bebiera media taza de ese l¨ªquido (unos 100 mililitros) incrementar¨ªa el riesgo de padecer c¨¢ncer a largo plazo alrededor del 5%. El dato es absurdo porque nadie beber¨¢ ese agua. "Pero tampoco puede calcularse en qu¨¦ grado afectar¨¢ al pescado, por eso dudamos de cualquier previsi¨®n", avisa Vanmarcke.
La radiactividad, b¨¢sicamente causada por trazas de yodo y cesio, se dispersar¨¢ en el oc¨¦ano de modo similar al que lo est¨¢ haciendo en el aire: una parte se detectar¨¢ en niveles muy bajos en las costas de EE UU y Australia, pero otra parte se depositar¨¢ en el lecho marino y los organismos. Luego fluir¨¢ en la cadena alimentaria, contagi¨¢ndose a otras zonas con una gravedad que se anticipa elevada: estudios del OIEA advierten de que el yodo puede devastar el ecosistema marino de la zona. Solo emite radiactividad durante tres meses, pero su presencia es 10 veces mayor a la del cesio y se acumula f¨¢cilmente en los organismos. Mientras sus efectos en la poblaci¨®n se han evitado mediante tabletas de yoduro pot¨¢sico -bloquean la absorci¨®n del yodo radiactivo-, "no se puede entregar pastillas a los peces", ilustra Barquinero. El cesio, por su parte, emitir¨¢ radiactividad en nivel decreciente durante cerca de tres siglos.
"Se fijar¨¢ en algas, peces y se ampliar¨¢ a m¨¢s depredadores. Econ¨®micamente ser¨¢ otro desastre para Jap¨®n", augura Barquinero. El pescado de uno de los principales productores mundiales por toneladas de pesca dif¨ªcilmente tendr¨¢ demanda internacional durante a?os. El precio de algunas especies ha ca¨ªdo a m¨¢s de la mitad, denunciaron cooperativas pesqueras al sur de Fukushima.
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