Fan¨¢ticos sin fronteras
Lo que menos necesita Afganist¨¢n son cerriles curas cristianos que quemen Coranes
Si alg¨²n nuevo ingrediente adverso faltase a las tropas aliadas que combaten en Afganist¨¢n, se lo ha proporcionado el cerril pastor cristiano de Florida que ha quemado un Cor¨¢n ante medio centenar de sus ac¨®litos. Las repercusiones del extrav¨ªo han causado ya decenas de muertos -entre ellos siete empleados de la ONU- y centenares de heridos en Afganist¨¢n, donde prosiguen las manifestaciones de protesta por cuarto d¨ªa consecutivo.
Las condenas del establishment al irresponsable fanatismo del cura Jones, comenzando por el presidente Obama, no han servido de nada. Pocas cosas pueden ilustrar mejor la fragilidad de la presencia internacional en Afganist¨¢n, cuya retirada escalonada comienza en julio, que la tr¨¢gica repercusi¨®n, a casi 20.000 kil¨®metros, de la acci¨®n de un iluminado que profana el libro sagrado musulm¨¢n.
En un pa¨ªs donde el sentimiento antioccidental no deja de crecer, los imanes tienen el terreno abonado para incitar a la feligres¨ªa a que d¨¦ rienda suelta a sus agravios, que acaban luego en salvajes linchamientos. El asalto la semana pasada a la oficina de la ONU en Mazar i Sharif y el asesinato de siete de sus miembros se inscriben en esta espiral incontrolable.
Mazar i Sharif es una de las ciudades que pasar¨¢n a control afgano cuando comience la retirada estadounidense, que debe concluir en 2013. Solo Washington est¨¢ gastando 6.000 millones de euros anuales en entrenar a las fuerzas sobre las que recaer¨¢ la protecci¨®n de su pa¨ªs. Pero esa formidable suma no impide que los cuerpos de seguridad est¨¦n progresivamente infiltrados por los mismos talibanes a los que se combate. Esa infiltraci¨®n y la lealtad m¨¢s que dudosa de muchos de los seleccionados explica la sucesi¨®n de atentados mortales desde dentro contra militares extranjeros; ayer mismo murieron dos soldados de la OTAN en su propia base.
Afganist¨¢n va camino de convertirse en un rotundo fracaso para la estrategia de EE UU y la OTAN. Las fuerzas aliadas no solo afrontan un abismo cultural y el resentimiento local por las muertes de inocentes o las expectativas frustradas tras 10 a?os de intervenci¨®n. El propio Gobierno del presidente Karzai es una maquinaria corrompida y sin control efectivo de un territorio en el que mandan se?ores de la guerra y comandantes talibanes. Unos y otros tienen en sus manos los resortes de poder que importan a la poblaci¨®n.
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