El poeta que era un taller
Manuel Padorno era un taller. Fue, con su mujer, Josefina Betancor, director de la editorial Taller de Ediciones, en los a?os setenta. Con otros amigos suyos, como Manolo Millares, Juan Hidalgo y Mart¨ªn Chirino, fue protagonista de una di¨¢spora que llev¨® a Madrid desde Gran Canaria a algunos de los que ser¨ªan los nombres m¨¢s importantes del arte en las islas de la posguerra. Vivi¨® en Madrid al rev¨¦s (dorm¨ªa de d¨ªa, trabajaba de noche); cuando regres¨® a Gran Canaria instal¨® su taller, pues ¨¦l era como un taller, ante la playa de Las Canteras. En las islas a la que ya dedicar¨ªa su vida desarroll¨® una intensa labor como agitador cultural, decidido a contribuir a la pol¨ªtica insular desde su pasi¨®n por la literatura y el arte.
Padorno es, a la par, "culto y oral, cl¨¢sico y posmoderno, social y puro, m¨ªsticamente laico"
Su verso "es muy trabajado pero natural", una poes¨ªa "comprensible y herm¨¦tica"
Mientras tanto, casi en secreto, en las horas que la agitaci¨®n cultural y el sue?o le dejaban libre, Padorno pint¨® y escribi¨® como si estuviera elaborando un testamento de su creatividad para los que vinieran luego. Dej¨® numerosos libros in¨¦ditos, sobre los que trabaj¨® como un mani¨¢tico de la perfecci¨®n, y pint¨® sin desmayo. Cuando muri¨®, en mayo de 2002, a los 68 a?os, su casa no s¨®lo era un taller sino que era una editorial repleta de in¨¦ditos y una galer¨ªa interminable de sus cuadros. Y su casa, alzada frente al mar que tanto am¨®, era tambi¨¦n un museo, el sitio en el que decidi¨® vivir para aspirar el aire que quiso.
S¨®lo la paciencia de su mujer y de sus hijas (Patricia, Teresa) han logrado poner orden en ese inmenso legado que ahora existe dividido entre Madrid y Las Palmas de Gran Canaria. En Las Palmas hay much¨ªsima obra pict¨®rica, gran parte sin catalogar a¨²n, y en Madrid est¨¢n cuadros e in¨¦ditos, algunos de los cuales est¨¢n a¨²n sin publicar, y todos los manuscritos sobre los que Padorno volv¨ªa como si estuviera pint¨¢ndolos tambi¨¦n. Hay, adem¨¢s, en la nave que han alquilado en Madrid para ir desbrozando toda esta herencia po¨¦tica, objetos que el artista se iba encontrando en sus viajes, pero sobre todo en sus andanzas por Las Canteras. Era tan meticuloso que esos peque?os objetos, llenos de arena a veces, est¨¢n fechados como si ¨¦l quisiera ponerle tiempo a sus satisfacciones de orfebre de lo que ve¨ªa.
En esta nave estuvimos con Josefina Betancor y con su hija Patricia. Ellas est¨¢n poniendo en orden los papeles personales que Padorno dispers¨® por toda la casa del mar. Aunque a veces no lo pareciera, era un hombre de gran sosiego, capaz de sentarse durante horas, en silencio, "d¨¢ndole vuelta a las cosas...". La poes¨ªa es la expresi¨®n de ese sosiego. C¨¢tedra acaba de publicar la antolog¨ªa preparada por Alejandro Gonz¨¢lez Segura. Ah¨ª se aprecia, seg¨²n el ant¨®logo, que el verso de Padorno "es muy trabajado pero natural"; es una poes¨ªa que es a la vez "sencilla y compleja, comprensible y herm¨¦tica". Detr¨¢s de esa antolog¨ªa est¨¢ lo que se ve en este taller silencioso en el que su familia desbroza los elementos del artista, la pintura y la poes¨ªa. Y est¨¢n, dice el ant¨®logo, "cincuenta a?os de creaci¨®n, entre el silencio y la independencia"; en esos a?os, Padorno escribi¨® m¨¢s de una treintena de libros cuyo conjunto "contrae intensa coherencia y trabaz¨®n, dentro, sin embargo, de su absoluta heterogeneidad".
Un taller tambi¨¦n de sentimientos, Padorno es, a la par, "culto y oral, cl¨¢sico y posmoderno, social y puro, m¨ªsticamente laico". Es, dice Gonz¨¢lez Segura, "un poeta raro y diferente en el panorama del pasado siglo, inclasificable salvo en la estirpe de otros grandes solitarios, como Juan Ram¨®n, Francisco Pino, J. E. Cirlot, J. M. Fonollosa o Luis Feria".
"Yo me ech¨¦ a caminar por un camino / que llevaba a la f¨¢brica de luz". As¨ª comienza Camino de mi ventana, el poema que el ant¨®logo elige entre todos los poemas que Padorno escribi¨® y que ¨¦l ha seleccionado para esta antolog¨ªa. La ventana hacia la playa, de noche o de d¨ªa, esa era la sustancia del taller de Padorno, donde hizo una obra ingente mientras lo dem¨¢s dorm¨ªan u olvidaban.
La palabra iluminada (Antolog¨ªa 1955-2007). Manuel Padorno. Alejandro Gonz¨¢lez Segura (editor). C¨¢tedra. Madrid, 2011. 400 p¨¢ginas. 14 euros. www.manuelpadorno.es.
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