Salarios y productividad, una boda casi imposible
El 9% de los asalariados espa?oles tiene cl¨¢usulas de retribuci¨®n variable - Alemania y el Banco de Espa?a apoyan vincular el sueldo al rendimiento, pero la complicaci¨®n est¨¢ en c¨®mo medirlo
Cada enero, Microsoft fija unos objetivos a sus 680 empleados en Espa?a. Si los cumplen, el bolsillo de estos trabajadores lo notar¨¢. Y mucho. En algunos casos, el salario puede aumentar un 60% el m¨ªnimo pactado al entrar en la compa?¨ªa. Para definir estos objetivos la filial del gigante inform¨¢tico toma dos criterios. "A cada persona se le adjudica una cifra de negocio", explica Esther Bravo S¨¢nchez, la gerente de Recursos Humanos. El otro est¨¢ en funci¨®n de que el trabajador haga mejor o peor su trabajo. "Vender con calidad y satisfacci¨®n del cliente", le llama Bravo.
Facturaci¨®n y calidad son los dos criterios que utiliza Microsoft para vincular la productividad de sus empleados a los salarios. Y esto ¨²ltimo, concretamente, ha sido la exigencia de la canciller alemana, Angela Merkel, y que ha puesto de moda un concepto, la productividad. Concepto que a la hora de trasladarse a las negociaciones entre trabajadores y empresarios para fijar los sueldos presenta m¨¢s de un problema: las deficientes estad¨ªsticas, la evoluci¨®n a contracorriente del ciclo econ¨®mico, el peso de las pymes, la gran destrucci¨®n de puestos de trabajo... Si se vincularan sin m¨¢s los salarios y la productividad, habr¨ªa que elevar sueldos justo cuando la crisis hace caer el empleo.
Esa pol¨ªtica obligar¨ªa a subir salarios despu¨¦s de recortar empleos
Sindicatos y CEOE ya debat¨ªan hace 30 a?os c¨®mo lanzar la productividad
Microsoft paga a sus empleados una parte variable entre el 10% y el 60%
Iberdrola fija las ganancias y eval¨²a el desempe?o de sus trabajadores
Alemania negocia las retribuciones por sectores y regiones
El retraso y la falta de fiabilidad estad¨ªstica es un obst¨¢culo grave
Es por ello, que muchos de los expertos que hablan de la productividad a diario coinciden al calificarla: "escurridiza", "compleja" o, incluso, como lleg¨® a decir el portavoz econ¨®mico del Partido Popular, ?lvaro Nadal, "un divertimento para economistas y estad¨ªsticos". Pero esto no desanima a viejos partidarios de la reclamaci¨®n alemana, como el gobernador del Banco de Espa?a, Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez. Ya en el primer gran acuerdo sociolaboral que la patronal CEOE, UGT y USO firmaron en 1980 se ped¨ªa tener en cuenta la productividad para negociar los sueldos.
Pero m¨¢s de tres d¨¦cadas despu¨¦s, la estad¨ªstica demuestra que en Espa?a Microsoft es un contraejemplo. A finales de 2010, solo el 27% de los trabajadores con convenio ten¨ªa alguna cl¨¢usula que contemplaba la productividad, un porcentaje que disminuye hasta el 9% si se toma el conjunto de los asalariados. Y en 2009, apenas un 4% de los espa?oles ve¨ªa como su sueldo aumentaba o disminu¨ªa en funci¨®n del volumen de producci¨®n o ventas, seg¨²n la Encuesta de Calidad de Vida en el Trabajo.
La definici¨®n can¨®nica de productividad afirma que es una variable econ¨®mica que relaciona la cantidad de bienes y servicios producidos con la cantidad de recursos utilizados. Mejorar ese cociente es fundamental para que una econom¨ªa avance, sea competitiva y cree empleo. "Se trata de obtener m¨¢s con menos recursos", resume llanamente el exministro socialista de Administraciones P¨²blicas Jordi Sevilla. A continuaci¨®n, el ahora profesor del IE Business School se lanza a enumerar las formas que hay de calcularla: la que sale de dividir el producto interior bruto entre el total de trabajadores, la que se calcula en base a las horas trabajadas o la m¨¢s real de todas, la que tiene en cuenta todos los recursos empleados para producir (el trabajo, la tecnolog¨ªa, la formaci¨®n, la capacidad de gesti¨®n empresarial, la inversi¨®n...).
Para Miguel ?ngel Garc¨ªa, jefe del servicio de Estudios de Comisiones Obreras, est¨¢ claro: la ¨²ltima. "Es la real", sentencia el tambi¨¦n profesor de la Universidad Rey Juan Carlos, "pero esa en Espa?a no existe, no se calcula. No hay una en la que se vea la aportaci¨®n de todos los factores. La que hay es deficiente: producto por hora trabajada".
"Ya es suficientemente complejo hablar de productividad en el trabajo, como para tener en cuenta m¨¢s factores", tercia ?ngel Laborda, director del panel de coyuntura de Funcas, el servicio de estudios de las cajas de ahorro. Tambi¨¦n el catedr¨¢tico de Econom¨ªa alem¨¢n, Juergen Donges, director del Instituto de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la Universidad de Colonia, apunta en esa direcci¨®n. "Me refiero solo a la del trabajo. Es suficiente", explica quien fuera asesor econ¨®mico de los cancilleres Helmut Kohl y Gerard Schr?der.
Donges, como el Banco de Espa?a y varios organismos internacionales, carga contra la f¨®rmula espa?ola m¨¢s extendida de negociaci¨®n de salarios. En ella se tiene en cuenta la inflaci¨®n prevista (normalmente el 2%) y la evoluci¨®n de la productividad, m¨¢s una cl¨¢usula de salvaguarda para evitar la p¨¦rdida de poder adquisitivo si los precios suben m¨¢s de lo pensado. A continuaci¨®n, pone como ejemplo a Alemania y su modelo de negociaci¨®n de sueldos. En la gran potencia econ¨®mica europea, sindicatos y patronal negocian anualmente en cada regi¨®n y en cada sector la evoluci¨®n salarial con tres variables sobre la mesa: precios, productividad y beneficios. No se pacta empresa a empresa. Solo Volkswagen lo hace.
Pero este modelo en Espa?a tropieza ahora con obst¨¢culos desde la propia base, la calidad de la informaci¨®n y las estad¨ªsticas. "Es bastante dif¨ªcil convertir la productividad en referencia", sentencia ?ngel Laborda, director del panel de coyuntura de Funcas. "?C¨®mo calcularla seg¨²n los niveles de convenios? ?C¨®mo lo mides, por provincias? ?Por sectores?", se interroga.
Laborda no est¨¢ solo en esta tesis. "El retraso y la fiabilidad [de la contabilidad nacional, la base de donde se extrae la evoluci¨®n de la productividad] son dos elementos a tener en cuenta para actualizar los salarios con la productividad. Se publica con mucho retraso. Y cuanto m¨¢s se baja al detalle -sectores, ramas, provincias- m¨¢s fiabilidad se pierde", abunda Jos¨¦ Ignacio P¨¦rez Infante, de la Comisi¨®n Consultiva de Convenios Colectivos.
M¨¢s all¨¢ de los importantes problemas estad¨ªsticos hay otro, el poco entusiasmo sindical y empresarial por ello. Lo han demostrado en las conversaciones para reformar la negociaci¨®n colectiva que se desarrollan estos d¨ªas. Cada vez que se les pregunta por el asunto blanden el modelo que ha imperado en Espa?a en los ¨²ltimos a?os, en el que la productividad es una variable m¨¢s. No obstante, ambas partes tambi¨¦n recuerdan la dificultad de llevar a las empresas la reclamaci¨®n de Merkel y Fern¨¢ndez Ord¨®?ez y lo perjudicial que ser¨ªa hacerlo inmediatamente.
Sevilla explica el motivo. En Espa?a la productividad se comporta al contrario que en Alemania, Francia o la gran mayor¨ªa de pa¨ªses desarrollados. Crece, y mucho, en ¨¦pocas de crisis por la gran destrucci¨®n de empleo y la menor ca¨ªda de la econom¨ªa; y, en el mejor de los casos, se frena, si no cae, en ¨¦pocas de expansi¨®n. De ah¨ª que en Espa?a vincular salarios y productividad sin m¨¢s y de forma inmediata traer¨ªa un problema mayor para las empresas que el modelo actual, en el que hay una estrecha relaci¨®n con los precios.
Por ejemplo, en 2009, la econom¨ªa cay¨® un 3% y el empleo un 6,9%. Esto dispar¨® la productividad, que creci¨® en Espa?a un 2,7%, seg¨²n la OCDE, (un 3,1%, seg¨²n el INE). Si la referencia hubiera sido esta, en lugar de los precios (0,8%), el aumento de salarios en lo peor de la crisis hubiera sido mayor de lo que fue finalmente ese a?o, 2,2%.
A esta tesis se ha sumado el abogado laboralista, ??igo Sagardoy, asesor de grandes empresas, que reclam¨® una f¨®rmula mixta, porque ligar "totalmente los sueldos a la productividad podr¨ªa producir la paradoja de que las subidas salariales superen al IPC". Sagardoy, como Nadal (PP), sugiri¨® indicadores alternativos como la tasa de paro por sectores.
A la Fundaci¨®n de Estudios de Econom¨ªa Aplicada (Fedea), no le convence el argumento de la productividad contrac¨ªclica. Uno de sus investigadores, Florentino Felgueroso, habla de seguir el ejemplo de Microsoft o Iberdrola. "La productividad es algo propio de cada empresa", explica. No obstante, a la hora de explicar c¨®mo llevar a la realidad de los centros de trabajo esta frase describe un modelo que se parece mucho al alem¨¢n. "En Espa?a la negociaci¨®n es sectorial, pero eso no llega a las empresas", explica.
Es decir, negociaci¨®n en los sectores, si bien advierte de que los convenios sectoriales "son asfixiantes". En su opini¨®n, la reforma de la negociaci¨®n colectiva que estos d¨ªas tratan de acordar patronal y sindicatos deber¨ªa permitir un margen para que las empresas pudieran adaptar sus retribuciones a su productividad. Para Felgueroso, un buen ejemplo de convenio es el del sector qu¨ªmico, al fijar abanicos salariales que permiten a las empresas ajustarse a ellos seg¨²n sus circunstancias. Por el contrario, el de la construcci¨®n presenta rigidez y no permite un sueldo mayor si lo pactan empresa y trabajadores.
Microsoft dio con la f¨®rmula hace ya una d¨¦cada. "Cuando entras en la compa?¨ªa, negocias cu¨¢l es tu fijo", explica P¨¦rez Bravo, de Recursos Humanos. Luego el sueldo puede variar entre un 10% y un 60%, en funci¨®n del puesto de trabajo. Ya que la facturaci¨®n es clave, para los vendedores la parte variable es mayor.
Iberdrola recoge en el convenio colectivo, no individual como Microsoft, el c¨¢lculo detallado de la productividad: evaluaci¨®n de la calidad del trabajo, evoluci¨®n de los beneficios netos y la formaci¨®n en prevenci¨®n de riesgos laborales. En funci¨®n del resultado, la empresa calcula la retribuci¨®n variable del trabajador.
Pero a pesar de estos ejemplos, no parece sencillo a tenor de las estad¨ªsticas, de las palabras del due?o de Mango y presidente del Instituto de la Empresa Familiar, Isak Andic - "cada empresa o cada sector es muy distinto" y esto requiere mucho debate- o de lo que explica el catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Salamanca Rafael Mu?oz de Bustillo. "Calcular la productividad [agregada de la econom¨ªa] no es f¨¢cil, pero es m¨¢s sencillo que en una empresa donde tienen que negociar sindicatos y empresarios. Por ejemplo, hace falta informaci¨®n. ?Qui¨¦n tiene esa informaci¨®n? ?Cu¨¢l es el incentivo a dar esa informaci¨®n? El segundo problema es si se calcula en el conjunto de la compa?¨ªa o trabajador por trabajador, esto en una producci¨®n en cadena es casi imposible. Adem¨¢s, ?en las peque?as y medianas empresas c¨®mo se hace?", se interroga.
Con esta ¨²ltima pregunta, Mu?oz de Bustillo apunta al gran peso de las pymes, que suponen la mayor¨ªa del tejido empresarial espa?ol y emplean a m¨¢s de la mitad de los trabajadores. ?l mismo se?ala la dificultad de calcular la productividad de forma individualizada en estas empresas. "?Se puede hacer? Tal vez, pero ?cu¨¢l es el coste?"
Pese a estos problemas Sevilla no tira la toalla: "Hay que encontrar ¨ªndices descentralizados". Pero a?ade otro problema: "?C¨®mo se mide en hospitales, universidades o el sector p¨²blico?". Por ejemplo, ?cu¨¢ndo es m¨¢s productivo un maestro? ?Si tiene m¨¢s alumnos en su clase o si estos tienen mejores notas?
A mitad de este mes acaba el plazo para que sindicatos y empresarios pacten la negociaci¨®n colectiva, la productividad tendr¨¢ su cap¨ªtulo, pero probablemente no evitar¨¢ que el debate perdure. ?Otras tres d¨¦cadas?
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