Claves de futuro para las agencias de 'rating'
Cuando la llamada crisis de las subprime en EE UU evidenci¨® fallos generalizados de prevenci¨®n y evaluaci¨®n de riesgo, las grandes agencias de rating se colocaron en el punto de mira de las cr¨ªticas. Desde entonces se viene manteniendo un acalorado debate sobre la necesidad de reformas en la calificaci¨®n crediticia, que, a la saz¨®n, no es ni m¨¢s ni menos que otro mercado que adolece de fallos en su sistema de incentivos y, muy probablemente, en su estructura competitiva.
El rating es un elemento esencial para el funcionamiento de los mercados financieros. Supone la primera referencia sobre la calidad crediticia (riesgo de impago) de un conjunto elevado de instrumentos de deuda emitidos tanto por entidades p¨²blicas como privadas de diversa ¨ªndole. La fijaci¨®n de precios relativos en los mercados se mueve mediante estas referencias y, por tanto, del funcionamiento del rating depende, en gran medida, la eficiencia de estos mercados y, en ¨²ltima instancia, buena parte de la estabilidad financiera en el largo plazo.
La industria de calificaci¨®n crediticia est¨¢ excesivamente concentrada a escala internacional
La opci¨®n m¨¢s factible es crear agencias nacionales capaces de competir con las tres grandes
La necesidad de reforma en las agencias de calificaci¨®n resulta hoy incuestionable y no es de extra?ar que los Gobiernos, en particular los europeos, est¨¦n estudiando mecanismos para propugnar cambios importantes en este sentido, m¨¢s a¨²n cuando muchos de ellos est¨¢n ahora m¨¢s que nunca sometidos a este escrutinio dentro de la llamada crisis de la deuda europea. Y se generan tensiones. El ¨²ltimo episodio controvertido tuvo lugar cuando la agencia Moody's decidi¨® rebajar el rating de Espa?a de Aa1 a Aa2 en la ma?ana del 10 de marzo, justificando buena parte de esta rebaja en las incertidumbres relativas a las necesidades de capital de las entidades bancarias espa?olas. Se trat¨® de un anuncio que Moody's realiz¨® horas antes de que el Banco de Espa?a publicara cu¨¢les eran esas necesidades, por lo que resulta dif¨ªcil entender que Moody's se abstuviera de considerar la informaci¨®n del Banco de Espa?a a la hora de adoptar su decisi¨®n. Fue solo otro episodio m¨¢s de una larga lista de desencuentros con estas agencias, a las que se les critica fundamentalmente por la lentitud y/o el desfase temporal de sus decisiones.
En cuanto a los problemas de incentivos, la fijaci¨®n de precios de las agencias de rating es uno de los aspectos que precisa de una intensa revisi¨®n. Aun cuando buena parte de las comisiones que estas agencias cobran est¨¢n prefijadas, muchas de ellas est¨¢n sometidas a negociaci¨®n en la pr¨¢ctica, lo que entra?a una incidencia potencial sobre la calificaci¨®n obtenida en funci¨®n de la cantidad desembolsada. Asimismo, los emisores de t¨ªtulos encargan literalmente sus ratings. Esto parece l¨®gico, ya que es preceptivo para la emisi¨®n del t¨ªtulo, pero el problema radica en que si el emisor no est¨¢ contento con la calificaci¨®n conseguida, puede intentar obtener otra de otra agencia m¨¢s favorable, lo que l¨®gicamente introduce distorsiones en un problema que ya es conocido com¨²nmente como rating shoping.
Existe tambi¨¦n una transparencia limitada sobre las metodolog¨ªas de evaluaci¨®n crediticia. En algunos t¨ªtulos se emplean conjuntos de informaci¨®n mucho m¨¢s amplios que en otros, y la fiabilidad de los datos primarios con los que se cuenta para las evaluaciones no est¨¢ necesariamente contrastada o no se corresponde siempre con informaci¨®n auditada.
La segunda dimensi¨®n que precisa reformas es la referente a la estructura competitiva. La industria de calificaci¨®n crediticia est¨¢ excesivamente concentrada a escala internacional, dominada completamente por Standard & Poor's, Moody's y Fitch. Algunos Gobiernos europeos se han pronunciado sobre la necesidad de reforzar la competencia en este sector y, en todo caso, de regular algunos aspectos clave de su funcionamiento, ya que su papel es demasiado importante como para que no entren a ser considerados una parte m¨¢s de la red de seguridad financiera y deban someterse tambi¨¦n a cierto escrutinio. En todo caso, la opci¨®n m¨¢s factible tal vez sea crear agencias nacionales de dimensi¨®n suficiente para competir y ganar reputaci¨®n y confianza respecto a las tres grandes. Existen ya competidores potenciales cuya reputaci¨®n debe crecer, e incluso, favorecerse en otros pa¨ªses europeos.
En Espa?a tambi¨¦n hay posibilidades muy interesantes para unir a algunos proveedores en la industria de la informaci¨®n empresarial, que permita tener una agencia de calificaci¨®n de dimensi¨®n suficiente que pueda competir a escala europea, tal como se ha realizado en otros pa¨ªses de nuestro entorno. Es m¨¢s, sobre algunos de los proveedores espa?oles de informaci¨®n empresarial, ligados a la aseguraci¨®n de cr¨¦dito, pueden aumentar las presiones regulatorias referentes a la solvencia, por lo que la integraci¨®n de estos operadores podr¨ªa ayudar a superar estas presiones. Al igual que nuestro desarrollo financiero nos ha permitido contar con entidades bancarias que son l¨ªderes internacionalmente, debemos tener la posibilidad de desarrollar nuestra agencia de calificaci¨®n crediticia y competir junto a otras iniciativas centroeuropeas, favoreciendo la calidad del conjunto del sistema.
En suma, son cuestiones que conviene poner cuanto antes en la agenda regulatoria y financiera espa?ola y que pueden ayudar a definir, junto con las medidas orientadas a paliar los defectos del sistema de incentivos, un panorama m¨¢s alentador y certero para la calificaci¨®n crediticia. Con proveedores fuertes nacionales es posible establecer evaluaciones de referencia sobre el terreno, con mayor especializaci¨®n sobre los emisores. Esta estrategia sobre las agencias de calificaci¨®n tambi¨¦n tendr¨ªa efectos positivos sobre la estabilidad y el buen funcionamiento del sistema financiero.
Santiago Carb¨® Valverde es catedr¨¢tico de An¨¢lisis Econ¨®mico de la Universidad de Granada.
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