Ni una sanci¨®n en los 13 municipios prohibicionistas
Los musulmanes espa?oles dicen sentirse criminalizados - La justicia tiene que decidir sobre la regulaci¨®n en Lleida
El veto al burka parece cumplirse a rajatabla en Espa?a: nadie ha visto un velo integral -burka o niqab- tratando de acceder a alguno de los 13 Ayuntamientos que vetaron el uso de estas prendas en edificios p¨²blicos desde que aprobaron la normativa el a?o pasado. Antes de esa prohibici¨®n, precisan los expertos, tampoco se hab¨ªan visto demasiados.
La medida, estrenada por el Consistorio de Lleida el pasado mayo y replicada en solo dos meses por el resto de municipios -10 en Catalu?a, adem¨¢s de Galapagar (Madrid) y Co¨ªn (M¨¢laga)-, no ha generado grandes tensiones entre los seguidores del islam. A diferencia de Francia, la prohibici¨®n se limita a los edificios p¨²blicos -no se extiende a las calles- de localidades de tama?o peque?o o mediano y dispersas entre s¨ª, lo que ha generado protestas aisladas y poco visibles por parte del colectivo musulm¨¢n. Los que se manifestaron ofendidos tras la oleada de vetos optan ahora por aguardar la resoluci¨®n judicial: en Lleida, la asociaci¨®n musulmana Watani present¨® un recurso por presunta discriminaci¨®n contra el Ayuntamiento. El Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a suspendi¨® cautelarmente la medida en esa ciudad y mantiene abierta una causa que previsiblemente decidir¨¢ la suerte del veto en el pa¨ªs.
Los alcaldes se apuntan un ¨¦xito; los expertos ven la medida peligrosa
La ausencia de infracciones y sanciones arroja una doble lectura sobre la utilidad de la medida. "Un ¨¦xito, evita que el fen¨®meno del burka vaya a m¨¢s", asume Benet Jan¨¦, alcalde de El Vendrell (Tarragona) que promovi¨® el veto en junio. "La evidencia de que no existe una problem¨¢tica real con el burka: apenas hay casos. Se ha ca¨ªdo en una demagogia peligrosa que alimenta tensiones", se?ala el soci¨®logo y experto del islam en Espa?a Jordi Moreras. La entidad SOS Racismo estima que en Catalu?a hay menos de 50 mujeres que usan velo integral.
"No se puede comparar la realidad musulmana espa?ola con la francesa", advierte Moreras. En Francia la comunidad musulmana, arraigada desde la segunda mitad del siglo pasado, posee mayor penetraci¨®n y vigor en el ¨¢mbito p¨²blico; y el burka, a su vez, mayor implantaci¨®n. En Espa?a, donde el fen¨®meno de la inmigraci¨®n se dispar¨® a finales de los a?os noventa, el tejido asociativo isl¨¢mico a¨²n es d¨¦bil y los expertos definen el velo integral como una excepci¨®n que debe combatirse mediante el di¨¢logo.
Pero el veto al burka se implant¨® sin debate previo: los 13 alcaldes lo impusieron alegando defender la dignidad de las mujeres musulmanas sin siquiera dialogar con las afectadas. Tarragona, epicentro espa?ol del islam m¨¢s conservador, esboza la influencia del veto al burka casi un a?o despu¨¦s de su aprobaci¨®n. Cuatro Ayuntamientos de la provincia optaron por esta v¨ªa. En Cunit, la ¨²nica mujer que viste burka sigue sin haber recibido ning¨²n apoyo para que deje de emplear esta prenda. En El Vendrell, de 10 mujeres detectadas que usaban niqab, seis han dejado la localidad tras perder su empleo, otras tres se han pasado al pa?uelo y una se niega a abandonar el velo integral. En Reus y en Tarragona, ni se ven burkas en edificios municipales ni los concejales son capaces de recordar si se vieron alguna vez.
Los musulmanes de estas localidades, por su parte, se sienten criminalizados por un veto sobre la que nadie les ha consultado. "En funci¨®n de su grado de creencia se muestran m¨¢s o menos molestos. En Marruecos tambi¨¦n obligan a identificarse a las mujeres que usan burka, pero no se regula expresamente en contra. Tampoco nadie les ha explicado nada, lo que alimenta una sensaci¨®n de extra?eza", resume una portavoz de la entidad de El Vendrell Grupo de Mujeres Al-Manar, dedicada a la integraci¨®n de los inmigrantes.
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