Lenguas
Hace escasas fechas, The New York Times dedicaba un art¨ªculo al escaso conocimiento de los espa?oles en lenguas extranjeras y en particular en ingl¨¦s, d¨¦ficit que consideraba un obst¨¢culo para la movilidad laboral de nuestros j¨®venes. El dato no puede sorprender a nadie, pues todos sabemos, y perm¨ªtanme este giro, que para aprender ingl¨¦s no basta con la escuela, que hay que asistir a clases de refuerzo en alguna academia, y eso cuesta un dinero que no est¨¢ al alcance de todos los bolsillos. Tampoco est¨¢ al alcance de todas las mentalidades esa necesidad actual de conocer una o m¨¢s lenguas distintas de la propia o propias de cada cual. Lo que no es admisible es que no est¨¦ al alcance o en el horizonte de promoci¨®n de la propia escuela como tal.
La escuela est¨¢ tratando de subsanar esa deficiencia mediante la introducci¨®n del ingl¨¦s como lengua vehicular en la ense?anza: ense?anza biling¨¹e en algunas comunidades, ense?anza triling¨¹e en la nuestra. No es el ¨²nico procedimiento posible para mejorar el aprendizaje de esa lengua, pero es uno de ellos. Y es llamativa la resistencia que est¨¢ teniendo esa medida entre nosotros. La resistencia parece ser mayor, curiosamente, en los centros p¨²blicos que en los concertados, debido quiz¨¢ al mayor peso que suelen tener las decisiones del claustro de profesores en los primeros. Los argumentos que se le oponen son fundamentalmente de dos tipos: los corporativos y los ling¨¹¨ªstico-ideol¨®gicos. Los corporativos reviven lo ya vivido antes con la introducci¨®n del euskera como lengua vehicular, con la diferencia de que si antes se emit¨ªan con sordina porque contraven¨ªan a una "causa justa", ahora se emiten sin tapujos con el respaldo, precisamente, de aquella misma "causa justa". La introducci¨®n del ingl¨¦s como lengua vehicular precisa de un profesorado competente en esa lengua, lo que puede provocar p¨¦rdidas de horas para los que no lo son, desplazamientos, etc., pese al cuidado con el que se est¨¢n tomando las decisiones para que as¨ª no ocurra.
El otro tipo de argumentos se refiere al perjuicio que puede causar en los actuales tres modelos - A, B y D- , especialmente en el ¨²ltimo, que puede quedar desdibujado, y aqu¨ª est¨¢ lo m¨¢s curioso, no por el ingl¨¦s, sino por las dos o tres horas m¨¢s que va a tener el castellano. El modelo triling¨¹e exige la impartici¨®n de un m¨ªnimo de seis horas en cada una de las tres lenguas, con lo que el castellano, que tiene en la actualidad tres o cuatro horas en el modelo D, pasar¨ªa a tener seis. Es el peligro de la lengua viva, y un argumento razonable para quienes viven la agon¨ªa de los modelos actuales, un sistema en crisis y que la introducci¨®n del triling¨¹e trata, creo, de revisar. Pues el modelo triling¨¹e no sustituye a los anteriores, sino que se a?ade con sus variantes a ellos, y quien desee cursar el modelo D como en la actualidad lo podr¨¢ seguir haciendo. No sustituye, es cierto, pero puede acabar revolucionando todo el sistema.
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