Rebeli¨®n sanitaria
Lo peor del plan de recortes hospitalarios de la Generalitat catalana es que no hay un plan
Al cumplirse cien d¨ªas del nuevo gobierno nacionalista de la Generalitat encabezado por Artur Mas, este se enfrenta a una aut¨¦ntica rebeli¨®n de los profesionales sanitarios contra los recortes en el sistema de salud p¨²blica. Y a su primera crisis social.
El fen¨®meno desborda el ¨¢mbito catal¨¢n. En sus grandes trazos se trata de un problema general, o en todo caso de su adelanto. No en vano todo el sistema sanitario espa?ol, y los de otros pa¨ªses, exhibe enormes dificultades para asegurar su sostenibilidad. Por su creciente d¨¦ficit (entre 11.000 y 15.000 millones de euros en Espa?a); una elevada presi¨®n de la demanda debido al envejecimiento y la alta propensi¨®n del gasto sanitario a multiplicarse.
Si se pretende evitar que la econom¨ªa naufrague ante las exigencias de los mercados financieros -no siempre artificiales: los acreedores suelen mandar sobre los deudores-, hay que replantearse c¨®mo se financia su sistema sanitario. La reforma econ¨®mica de la sanidad es imprescindible y urgente, y es tan l¨®gico que Mas la haya puesto en la agenda como que las otras autonom¨ªas, ahora en campa?a electoral, prefieran aplazar el debate.
El servicio p¨²blico de salud es, junto a la ense?anza, el n¨²cleo duro del Estado de bienestar. Supone la parte del le¨®n del gasto social y absorbe una porci¨®n abrumadora de los presupuestos de las comunidades aut¨®nomas, que son las que administran esos gastos en su casi totalidad. Por eso no basta con detectar el problema. Hay que resolverlo con sensatez, y con un consenso b¨¢sico de todos los implicados, exactamente lo contrario de lo que est¨¢ sucediendo en Catalu?a.
La reacci¨®n del Gobierno catal¨¢n al colapso circulatorio barcelon¨¦s del martes y a la manifestaci¨®n de ayer ha sido desafortunada. Cuando los gerentes hospitalarios, muchos de ellos en la ¨®rbita de CiU, o el presidente del Colegio de M¨¦dicos, Miquel Vilardell, uno de los dos rutilantes asesores personales externos del nuevo presidente, e incluso el PP, se plantan ante la deriva ca¨®tica y peligrosa de los recortes, descalificar la protesta imput¨¢ndola al mezquino inter¨¦s electoralista de las izquierdas resulta oportunista y extempor¨¢neo.
Lo peor del plan de recortes de Mas es que no hay un plan. Cada d¨ªa se prodigan nuevos e improvisados anuncios de recortes o de proclamas ret¨®ricas de que hay que trabajar m¨¢s. Decisiones sensatas como la postergaci¨®n de alguna inversi¨®n hospitalaria o la no cobertura de la mitad de las vacantes se mezclan con otras sorprendentes, como el cierre de quir¨®fanos, la eliminaci¨®n de medicamentos esenciales o la cancelaci¨®n de la garant¨ªa de ser operado en el plazo de seis meses.
Que la sostenibilidad del gasto sanitario requiere ajustes duros es indiscutible. El problema est¨¢ en la opci¨®n tomada: ?solo recortes? Hay modos alternativos o complementarios de reequilibrar las cuentas: subir alg¨²n impuesto (en vez de eliminar el de sucesiones) o aumentar el copago para determinadas prestaciones. Pero hacer estas cosas requiere valent¨ªa y liderazgo.
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