El m¨¢s
Cumplir¨¢ 70 a?os en mayo, aunque agoreros con fundamento presintieran que se lo iba a tragar la carretera en la decada de los sesenta. Despu¨¦s de inventarse dos discos, Higway 61 revisited y Blonde on blonde, que mantendr¨¢n intacto su poder de fascinaci¨®n en el pr¨®ximo milenio, y de andar pasado de vueltas, se meti¨® un hosti¨®n en moto que estuvo a punto de privarnos definitivamente de ese torrente incomparable de m¨²sica y palabras, b¨¢lsamo y perturbaci¨®n, reinvenci¨®n continua y esplendorosa de s¨ª mismo llamado Robert Zimmerman, alias Bob Dylan.
Convencido de que la distancia y el enigma le sientan bien a los mitos, de que su obra habla por s¨ª misma y sobran las explicaciones p¨²blicas, Dylan jam¨¢s ha dado cancha a los medios ni ha lanzado besos al p¨²blico que tanto le ama. Como Antonio Machado, podr¨ªa decir: "Me deb¨¦is cuanto escribo". Pero, a veces, ha hecho concesiones. Relatando en primera persona, con hermosa escritura, algunas cosas que han ocurrido en su vida (lo m¨ªnimo), en sus gustos y en su m¨²sica en Cr¨®nicas y la insufrible novela experimental Tar¨¢ntula. Tambi¨¦n permiti¨® al vigoroso y l¨ªrico Sam Shepard que fuera testigo de su gira con Rolling Thunder e imprimiera la privilegiada experiencia en un hipn¨®tico libro. Y de monarca a monarca, se prest¨® a que Scorsese le entrevistara en ese maravilloso documental sobre lo que ha supuesto Dylan en la historia de EE UU titulado No direction home.
Por extra?os azares, nunca hab¨ªa visto el documental Don?t look back, que rod¨® en blanco y negro Pennebaker sobre la gira que hizo por Inglaterra en 1965 el m¨²sico (o lo que sea) que cambi¨® todo. Haciendo zapping en el generalizado vertedero televisivo de la noche del viernes me encuentro en La 2 con ¨¦l. Y flipo. Vuelvo a creer en los milagros. Tambi¨¦n siento el im¨¢n que acompa?a a ese Dylan vacil¨®n, sarc¨¢stico y coqueto. Sospecho que los extra?os que intentaban acercarse a ¨¦l, periodistas, pol¨ªticos y fans, salieron mosqueados ante la burla surrealista y sistem¨¢tica de su desde?osa boca. Tampoco le hace mucho caso a su cantarina novia Joan Baez. El solo fuma y escribe a m¨¢quina, mientras que el encorbatado m¨¢nager negocia la pasta. Tambi¨¦n toca la guitarra y canta. Solo en el escenario. Y es fant¨¢stico escucharle. Antes, ahora y siempre.
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