Indignados, pero a¨²n poco movilizados
Los j¨®venes pagan los platos rotos de la crisis y ven que su futuro es cada vez menos atractivo - El individualismo condiciona la respuesta - El desapego de la pol¨ªtica, ?es apat¨ªa?
"Esto es solo el principio", promete el texto en el que la organizaci¨®n Juventud sin Futuro agradece la participaci¨®n el pasado 7 de abril en una manifestaci¨®n en Madrid contra los banqueros, los pol¨ªticos, la reforma laboral y de pensiones y la reforma de la Universidad. Fueron entre 1.000 y 2.000 personas, pero est¨¢n contentos; tienen muchas esperanzas puestas en la pr¨®xima convocatoria, para mediados de mayo.
Lo cierto es que al menos una peque?a parte de los j¨®venes -de esa "juventud m¨¢s preparada" de la historia que "vivir¨¢ peor que sus padres", como dice su manifiesto- se ha indignado y ha salido a la calle como les reclamaba el activista franc¨¦s de 93 a?os St¨¦phane Hessel. En su libro ?Indignaos!, el luchador de la resistencia contra el nazismo pide a los j¨®venes que se movilicen de forma no violenta, aunque hoy la amenaza sea m¨¢s difusa que la del fascismo.
"El ambiente es inflamable; basta una chispa", asegura un soci¨®logo
"Es el capitalismo el que ha roto con ellos", a?ade otro especialista
Ya sea de miedo, rechazo, paternalismo, comprensi¨®n o adhesi¨®n, la postura desde la que se contempla este movimiento, cualquiera puede entender los motivos de indignaci¨®n de los j¨®venes espa?oles: una d¨¦cada de precariedad laboral -cuando no de paro galopante-, de mileurismo, de sobrecualificaci¨®n de titulados universitarios y de dificultad (por no decir imposibilidad) de acceso a la vivienda. Y ahora, tras m¨¢s de dos a?os de crisis econ¨®mica, el paro juvenil (m¨¢s del 40%) dobla la media europea, y la mitad de los desempleados tiene menos de 34 a?os. Adem¨¢s, se pone en cuesti¨®n la sostenibilidad de un Estado de bienestar que apenas han empezado a disfrutar y se tambalea el colch¨®n familiar, la base sobre la que se ha mantenido m¨¢s o menos a raya el descontento por todo lo anterior. El soci¨®logo de la UNED Jos¨¦ F¨¦lix Tezanos dice que "el ambiente no es explosivo, pero s¨ª inflamable; basta una chispa...". Describe una progresiva exclusi¨®n social de la juventud que arranc¨® con el principio de siglo (m¨¢s de la mitad de los trabajadores de 20 a 29 a?os ten¨ªa contrato temporal en 2004) y que est¨¢ cristalizando en el proceso masivo de hijos que vivir¨¢n peor que sus padres "desde la Revoluci¨®n Francesa". "El caldo de cultivo se genera en la Red", a?ade.
Si se echa un vistazo a la p¨¢gina en Facebook de Juventud sin Futuro se pueden ver comentarios de gente de distintos puntos de Espa?a intentando organizarse. Las cr¨ªticas se suceden, por la falta de expectativas, el paro y la precariedad. Se cuestiona a pol¨ªticos, sindicatos y medios de comunicaci¨®n, se discute sobre si votar o no, a qui¨¦n, si hacerlo en blanco. Las personas de 15 a 29 a?os dan a los partidos pol¨ªticos un 3 sobre 10, al Congreso un 3,6, y a los sindicatos un 4, seg¨²n un sondeo de opini¨®n del Injuve de 2009. Sin embargo, tienen en general interiorizadas las bondades de la democracia: el 73% cree que es preferible a cualquier otra forma de Gobierno, otro 16% opina que lo mismo da una que otra y un 8% que "en algunas circunstancias, es preferible un r¨¦gimen autoritario". Eso s¨ª, en 2005 eran el 79% los que dec¨ªan preferir la democracia sobre todas las dem¨¢s y el porcentaje de los que dan un suspenso a su funcionamiento ha pasado del 21% al 30%.
En general, volviendo a la p¨¢gina de Facebook, se percibe que va calando la sensaci¨®n de que la crisis econ¨®mica la est¨¢n pagando quienes no la causaron y que las ¨¦lites econ¨®micas que s¨ª lo hicieron han salido indemnes. En fin, todas las muestras del descontento que han ido aflorando de distintas maneras y en distintos pa¨ªses (Italia, Francia, Grecia, Portugal o, de otra manera, en Islandia y en el mundo ¨¢rabe) y que empiezan a llegar masivamente al p¨²blico. El mejor documental en la ¨²ltima edici¨®n de los Oscar, Inside Job, que se?ala la irresponsabilidad de bancos, economistas y Gobiernos como causante de la crisis, se estren¨® en Espa?a el 25 de marzo en cinco salas y a la semana siguiente pasaron a ser 12 por el inter¨¦s despertado. El peque?o libro de Hessel ?Indignaos! (tiene 60 p¨¢ginas) ha vendido m¨¢s de dos millones de ejemplares en Francia.
El pr¨®logo de su edici¨®n espa?ola lo ha escrito Jos¨¦ Luis Sampedro. Y Hessel ha firmado el pr¨®logo del libro de art¨ªculos titulado Reacciona. En este ¨²ltimo, Sampedro, de 93 a?os como el activista franc¨¦s, se dirige a ese ente difuso llamado j¨®venes y no solo para que reaccionen ante sus problemas particulares: "El sistema necesita un cambio profundo que los j¨®venes entienden y deber¨¢n acometer mejor que los mayores, atrapados a¨²n en el pasado. [...] Aunque sus l¨ªderes sigan en el puesto de mando y al tim¨®n, aunque desde all¨ª sigan dando ¨®rdenes anacr¨®nicas, los j¨®venes puestos al remo pueden dirigir la nave".
El descontento, exacerbado por la crisis, est¨¢ sin duda ah¨ª, de acuerdo. Tambi¨¦n lo esta la llamada a la movilizaci¨®n. La pregunta es si un movimiento como Juventud sin Futuro, o cualquier otro, pueden canalizarlo en alguna direcci¨®n e ir a m¨¢s. Pablo Padilla es un estudiante de Antropolog¨ªa de 22 a?os inmerso en la organizaci¨®n. Dice que la manifestaci¨®n de principios de abril fue una primera toma de contacto. Cuando se le menciona la pasividad de los j¨®venes, protesta: "?Acaso el resto de la sociedad se est¨¢ moviendo mucho?". Culpa de la "aparente desmovilizaci¨®n" a que "la gente est¨¢ narcotizada por unos medios que repiten que solo se puede salir de la crisis por la derecha, renunciando a unos derechos que se conquistaron con mucho esfuerzo".
Pero muchos especialistas insisten en la pasividad y la apat¨ªa. "La desconfianza en los pol¨ªticos podr¨ªa manifestarse en forma de conflicto o en forma de apat¨ªa y desinter¨¦s; que es el modelo adoptado finalmente. La falta de tradici¨®n pol¨ªtica sigue pesando en un pa¨ªs que no est¨¢ acostumbrado a movilizarse, que no tiene asociaciones fuertes, sindicatos renovados generacionalmente", asegura la profesora de la Universidad de Salamanca Marta Guti¨¦rrez Sastre. Y a?ade: "La cuesti¨®n de la econom¨ªa sumergida y la b¨²squeda de la supervivencia personal, alternativa, cortoplacista (con cierta relaci¨®n con corrupci¨®n) tambi¨¦n es una forma de tapar la boca, porque al final ellos consideran que pueden encontrar v¨ªas de escape al margen de lo formal".
El tambi¨¦n soci¨®logo de la Universidad de Salamanca Fernando Gil desplaza el foco. "La vanguardia que normalmente ha organizado las protestas, la universitaria, no ha tomado todav¨ªa conciencia suficiente de los problemas. Porque lo extra?o no es solo que los j¨®venes en general, y los universitarios en particular, no se movilicen; tal vez sea m¨¢s extra?o el silencio de los intelectuales en la Universidad". En cualquier caso, a?ade que "los procesos de toma de conciencia, hasta que se materializan en una organizaci¨®n efectiva, se activan de forma lenta pero constante".
Y lo cierto es que el de Juventud sin Futuro no ha surgido de la nada. A mediados de 2006, una convocatoria por Internet reuni¨® a miles de personas en Madrid "por una vivienda digna y contra la precariedad laboral". Varias manifestaciones m¨¢s se sucedieron durante aproximadamente un a?o y medio. Otro a?o despu¨¦s, a finales de 2008, el descontento juvenil volvi¨® a salir a la superficie, esta vez, en la Universidad, con protestas contra la reforma europea de los campus (el proceso de Bolonia). Tras un curso de intensas movilizaciones, tambi¨¦n pareci¨® apagarse. Y ahora, Juventud sin Futuro ha vuelto a recoger todo ese descontento acumulado.Cristina Bermejo, de CC OO, cree que es "dif¨ªcil mantener este tipo de iniciativas, que al final se diluyen", porque les har¨ªa falta contar con m¨¢s entidades.
Sin embargo, Andrea Reboso, estudiante madrile?a de 23 a?os que est¨¢ en su ¨²ltimo curso de Historia en la Complutense, conf¨ªa en que va a ir a m¨¢s. Explica que ella viene de las asambleas anti-Bolonia. "En realidad, la red ya estaba hecha", se?ala. Padilla a?ade que ya est¨¢n preparando una serie de reivindicaciones concretas a a?adir al primer objetivo: "Hacer p¨²blica la indignaci¨®n".
Para el soci¨®logo de la Universidad de Alicante Antonio Alaminos unas alternativas y unos objetivos claros son necesarios para que una protesta de este tipo cuaje. Eso o un "detonante irracional". Por ejemplo, dice que las protestas ¨¢rabes tienen esos objetivos claros (tanto mejoras econ¨®micas como democr¨¢ticas) y que en los pa¨ªses de la UE donde han aflorado se ha producido ese detonante irracional. "La dificultad de movilizaci¨®n de los j¨®venes espa?oles procede de la expectativa de falta de resultados. Los j¨®venes espa?oles (y muchos europeos) se caracterizan por querer vivir como sus padres, en un mundo capitalista de consumo. No quieren terminar con ¨¦l, es el capitalismo el que ha roto con ellos", opina.
Es posible que sean muy pocos los j¨®venes que han salido hasta ahora a la calle. Es posible que, mal que bien, la familia, el trabajo sumergido y la protecci¨®n social mantengan a¨²n el descontento a raya, porque las necesidades b¨¢sicas est¨¢n cubiertas. E incluso que la pasividad de la mayor¨ªa de los j¨®venes acabe prevaleciendo sobre el ¨ªmpetu de quienes se mueven. "Los j¨®venes no tienen una actitud potente de rebeld¨ªa, est¨¢n perplejos, porque se ha vulnerado el contrato social", dice el soci¨®logo Jos¨¦ F¨¦lix Tezanos, pero advierte: "Se est¨¢n produciendo movimientos de mucha profundidad y si no hay cambios sociales importantes, los problemas acabar¨¢n dando la cara".
Becarios y mileuristas
En marzo de 2001, un informe de la Fundaci¨®n Encuentro inclu¨ªa a los j¨®venes entre los colectivos m¨¢s afectados por la exclusi¨®n social. A finales de 2003, un estudio del Consejo de la Juventud colocaba en el 73% la tasa de empleo eventual entre los j¨®venes, frente al 36,6% de la media de la UE. Por entonces tambi¨¦n se empezaban a levantar muchas voces contra el abuso de las becas para hacer trabajos que en realidad tendr¨ªan que ser para contratos en pr¨¢cticas.
Tambi¨¦n empezaba a estar clara la dificultad de los j¨®venes espa?oles para acceder a la vivienda. Con un escu¨¢lido mercado de alquiler, el esfuerzo de una persona de 18 a 34 a?os para comprar una vivienda en 2004 era del 50,8% de su salario, seg¨²n el Consejo de la Juventud. Eso, teniendo en cuenta que los bancos solo toleraban, para dar una hipoteca, un endeudamiento del 30% del sueldo.
En torno a 2007 se hizo muy popular en Internet la comparaci¨®n de los sueldos mensuales que hac¨ªan falta a finales de los setenta para comprarse un piso y los que eran necesarios en ese momento: la diferencia era de unos 14 sueldos a 175. El caso es que en 2000, el 32% de los j¨®venes de 15 a 29 a?os se hab¨ªa emancipado; en el cuarto trimestre de 2010 eran el 26,9%.
En agosto de 2005, Carolina Alguacil hizo popular en una carta a este peri¨®dico el t¨¦rmino mileurista, "aquel joven licenciado, con idiomas, posgrados, m¨¢steres y cursillos (...) que no gana m¨¢s de 1.000 euros. Gasta m¨¢s de un tercio de su sueldo en alquiler, porque le gusta la ciudad. No ahorra, no tiene casa, no tiene coche, no tiene hijos, vive al d¨ªa... A veces es divertido, pero ya cansa (...)".
Hoy la crisis est¨¢ haciendo a¨²n m¨¢s estragos entre los j¨®venes: el 48% de los 4,6 millones de parados es menor de 34 a?os. La tasa de desempleo entre los menores de 25 super¨® el a?o pasado el 41%, nueve puntos m¨¢s que en Grecia y casi 14 m¨¢s que en Italia. Al menos, la crisis ha vuelto a recordar que los que tienen m¨¢s estudios resisten mejor.
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