Primer 'round'
Acabo de cazar una mosca al vuelo. Result¨® sorprendente. Para la mosca, sobre todo. Ella volaba a su aire y, ?zas!, la atrap¨¦. Pero, m¨¢s sorprendente todav¨ªa, si cabe, fue comprobar que la mosca era ese Mart¨ªn Girard que revolotea insidiosamente en una p¨¢gina deportiva, haciendo que a m¨¢s de uno le zumben los o¨ªdos. Un desavisado lector se pregunta mosqueado qu¨¦ clase de petulancia infusa hace que el tal Mart¨ªn Girard ose criticar los planteamientos estrat¨¦gicos del laureado Mourinho, como si las moscas no entendieran m¨¢s de mierda que de f¨²tbol.
Debo informar al mosqueado lector de que, en el transcurso de dos temporadas consecutivas, el tal Mart¨ªn Girard gan¨® con el mejor Inter de Mil¨¢n m¨¢s t¨ªtulos que el mencionado Mourinho: dos Ligas, dos Champions y dos Copas del Mundo. Por supuesto, su contribuci¨®n no era decisiva. Se limitaba a realizar los informes t¨¢cticos de los equipos que se iban a enfrentar al conjunto italiano de Helenio Herrera. Incluido el Real Madrid de la final de Viena. Este dato convierte al esp¨ªa balomp¨¦dico en un mosqueante sospechoso. Lo comprendo. Inhabilit¨¦mosle, como a Garz¨®n, preventivamente. Pero cabr¨ªa aducir que el periodismo soterrado del presunto culpable, bajo su plumaje literario, esgrime criterios no menos respetables que los del sacrosanto Poder Judicial. Esos jueces que, habiendo estudiado lo mismo y al amparo de las mismas leyes, cometen errores diferentes. Casi siempre irreparables y, a veces, descomunales. Imbuidos de infalibilidad papal, se picotean entre ellos como gallos de corral y, a diferencia de los ¨¢rbitros de f¨²tbol y de los cronistas del d¨ªa siguiente, se toman tanto tiempo antes de emitir un juicio que los delitos caducan para regocijo de los delincuentes y sus correligionarios.
La profec¨ªa se cumpli¨®. "Adem¨¢s", concluy¨® la voz, "no hay que olvidarlo: con 10 se juega mejor"
En cualquier caso, inhabilitado Mart¨ªn Girard, convocaremos ante el televisor a los personajes de la taberna londinense: el orondo capit¨¢n Grason con la rubicunda Doris en sus rodillas; la mujer invisible, tambi¨¦n conocida como mi dulce Amanda, y su hijo biol¨®gico, un ni?o abyecto que se parece como un huevo a una casta?a a su padre desconocido; La Muerte, un folcl¨®rico esqueleto con traje de sevillana que entrechoca los metacarpos cuando da palmas; El Diablo en persona, con cuernos como antenas y rabo por corbata, disfrazado de alto ejecutivo de Telef¨®nica; por ¨²ltimo, discretamente arrinconada, la Lata de Lotina, una honrada lata vac¨ªa que transmite palabras sin causar estropicios laborales ni obscenos enriquecimientos endog¨¢micos.
Antes de que el partido comenzara, el hijo de la mujer invisible manifest¨® la conveniencia de que un determinado jugador pateara la cabeza de otro para quitarlo de en medio en las venideras confrontaciones. Hasta La Muerte se sonroj¨®. Y el Diablo, que era del Madrid como Dios, con su pezu?a zurda, propin¨® una coz en la boca del malediciente ni?o. "Las maldades deben impartirse con disimulo y se?or¨ªo", sentenci¨®. Ilustrando el aserto, el bal¨®n empez¨® a rodar sobre una hierba seca y crecida "para entorpecer, en lo posible, el mejor juego y propiciar nada novedosas t¨¢cticas a la italiana", puntualiz¨® una voz an¨®nima desde la Lata de Lotina. "Triqui?uelas aparte", sigui¨® diciendo la voz, "en las pel¨ªculas de Mourinho, lo mejor es el casting. Por lo dem¨¢s, el director deja que el argumento se lo resuelvan las figuras contratadas para luego atribuirse los logros y endilgar a otros los errores".
La docta opini¨®n impresion¨® a la concurrencia en el mismo momento en que Messi met¨ªa su primer gol a Mou y el Madrid se quedaba con 10 jugadores. La Muerte lo celebr¨® haciendo repiquetear los dedos como casta?uelas y la taberna londinense adquiri¨® aires de tablao flamenco. El orondo capit¨¢n Grason ahog¨® en cerveza su bochorno al ver c¨®mo Doris bailoteaba con el Diablo. "Que nadie se llame a enga?o", advirti¨® la voz; "el Bar?a casi nunca acierta a remachar un partido y acabar¨¢ dej¨¢ndose empatar". La profec¨ªa se cumpli¨® y, a su vez, Cristiano Ronaldo marc¨® su primer gol a Guardiola. "Adem¨¢s", concluy¨® la voz, "no hay que olvidarlo: con 10 se juega mejor".
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